Para inicios de 1976, Héctor Rodolfo Veira ya estaba en cualquiera. No, todavía no se le había dado por invitar gente a su departamento para firmarle un autógrafo. Con apenas 29 años, ya en el ocaso de su carrera y diezmado por las lesiones, llegó a Brasil para vestir la camiseta de uno de los clubes más populares de ese país: el Palmeiras, que se había consagrado campeón del Brasileirão en 1972 y 1973 y del Paulistão en 1972 y 1974, y buscaba reforzarse en posiciones clave para mantener su hegemonía.
El Bambino venía de un par de temporadas en las que se había dedicado más a recaudar algunos billetes que a otra cosa. Prueba de eso fueron los pasos con un sabor amargo por el Sevilla español y el Comunicaciones de Guatemala. Lejos habían quedado los años dorados, repletos de goles defendiendo los colores de San Lorenzo y Huracán, entre otros.
Consciente de que las chances de llevarse un fiasco eran bastante altas, el Verdão, dirigido por el ex Boca Dino Sani, le propuso entrenar durante unos días, jugar un puñado de amistosos y recién ahí confirmar si contaría o no con sus servicios. El Bamba no puso objeciones. Actuar en Brasil, además, le daría la oportunidad de reencontrarse con un viejo conocido, el Loco Narciso Doval, que ese año había abandonado el Flamengo para pasar a su archirrival, Fluminense.
El primer test fue el 28 de enero, en Anápolis, en el estado de Goiás, ante el ignoto Anapolina. Ese día, Veira fue titular y compartió equipo con figuras como el arquero Emerson Leão o el eterno Ademir da Guia. El cuadro paulista se impuso por 2 a 0 y el delantero marcó el segundo gol a los 20 minutos del complemento, dejando una buena imagen.
Tres días más tarde, Palmeiras derrotó por 1 a 0 al Araçatuba, del interior de São Paulo, y Veira fue nuevamente parte del once inicial. Al igual en su debut extraoficial, tuvo una digna actuación y en la segunda etapa fue reemplazado por Erb.
Cuando parecía que la historia tendría un final feliz y que el Bambino vestiría la casaca verde durante el campeonato paulista, apareció Vicente Matheus. ¿Quién? Unos de los históricos presidentes del Corinthians, club que para ese entonces arrastraba una larga sequía de más de 20 temporadas sin títulos. Lo cierto es que Matheus llegó con los billetes uno arriba del otro (50 mil dólares) y se quedó con el pase del argentino, a quien siempre llamó “Vieira”, dejando pintado a su eterno rival.
¿Qué pasó en 1976? Palmeiras fue campeón estatal otra vez, Veira jugó poco y nada en el Timão (apenas convirtió 4 goles en 20 encuentros, ante equipos de nombres inverosímiles como Madrugada, Pato Branco y la selección de Cuiabá -capital del estado de Mato Grosso-) y hasta se llevó una tontísima expulsión por sacarse la camiseta para festejar luego de una asistencia, siete minutos después de haber ingresado en un partido del Brasileirão contra Operário de Campo Grande. Tras rescindir su contrato en enero de 1977, terminó emigrando a la Universidad de Chile, antes de retirarse con los colores de Oriente Petrolero en 1978.
«Actuar en Brasil además le daría la oportunidad de reencontrarse con … el Loco Doval» dice la crónica.
Y además -fundamentalmente- rajar de los revólveres de los novietes y del padre de Carmen Barbieri, (absolutamente dable en los lejanos ’70) a quien el Bamba le hacía los services más seguido que un taxi,.
Batman Buttice fue el amigo quien lo recomendó en Brasil para ventilarlo. A partir de ese momento, usó guantes de amianto….
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y su partido debut fue en anapolis… sin palabras.
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Adhoc que el Bambino le hiciera un gol al Madrugada….
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Menos mal que Pele en el 76 estaba jugando para el Cosmos en yanquilandia, porque el grone y el bambino se hubiesen convertido en el duo «o terror das crianças» en ese entonces…
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Que de enfiestadas se habrá pegado en Brasil este muchacho!!
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seguramente mas teniendo en cuenta como le gusta la pija argentina a las garotas
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Violador! Todo lo que tiene que ver con este personaje me repugna.
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Respecto a lo que dice Valentín, supongo que don Alfredo, el padre de Carmen Barbieri, hombre del espectáculo y de la noche él mismo, habrá abandonado tempranamente toda intención de guardabosque respecto de su hija, que era un monumento desde péndex. Si así no fuera, de todos modos daba muchas ventajas, porque todos los días, sin falta se iba a conversar con su viejo a Chacarita. El tema es que el padre había sido guitarrista de Gardel y murió con él en Medellín. Y su vástago tenía asistencia perfecta, llueva o truene en la necrópolis.
Respecto a Veira, creo que el punto de inflexión fue Banfield 1974, equipo impresentable, solo salvado del descenso porque no había, al que se sumó ese año, sin siquiera lograr continuidad.
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Quien murió en Medellin en 1935 fue Guillermo Desiderio Barbieri amigo Raúl, el abuelo de Carmen y padre de Alfredo. (¿avance sexual al piloto y «whop whop pull up» en la cabina? Probablemente mito aéreo, qui lo sa…?).-
Es elemental por otra parte; está bien que la deigor se encuentra «muy abollada», pero según tu teoría debió haber sido concebida antes del ’35.
No te creas que estos viejos putañeros de ley tiraban la toalla tan fácil. En esa época Don Alfredo cagó bien a trompadas al gordo Porcel.
El gran Pepe Peña la tenía màs difícil…Andaba con el caño de la spingarda al rojo vivo, pero en este caso ahuyentándole los chongos a su «nene».
«Quevacer»…Es lo que hubo.
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Perdón por la aclaración al pedo, Raúl, pero había entendido mal…
«To Low Terrain» para mí, ya que estamos con las alarmas de cabina, je.-
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Aclarado. Quizás estuve un poco críptico pero está claro que el guitarrista era el abuelo de Carmen.
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La verdad, no me puedo terminar de imaginar a la veinteañera Carmencita cabalgando arriba de la tremenda bola de grasa porceliana, no puedo…
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Carmencita era una bomba atómica de verdad, y encima -según cuenta ella misma -, pocas veces dijo que no. Algo así como el Bambino pero con tetas.
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imaginen lo que debia ser el bamba en esa playas…pobres preteens
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Sera que en tierras cariocas le empezo a tomar el gustito a los bombones garotos????
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En Pato Branco nacio justamente Alexandre Pato !
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