[Baldosa Olímpica] A saideira

Alfredinho grita, es casi la medianoche y está sentado en una pila de sillas plásticas de su bar, Bip Bip, que reúne artistas locales desde 1968. Alfredinho grita con una voz gastada, lastimada, disfónica. Y no está festejando, está quejándose de algo, como casi siempre. Ahora es por un teléfono que no anda, pero dentro de 5 minutos será por la falta de cambio, por una lapicera que no encuentra o por un cliente que no respeta el silencio. Alfredinho siempre está enojado y eso es lo que lo diferencia de cualquier otro carioca, convirtiéndose en un ejemplar de colección.

La gente de Rio de Janeiro también grita. Y mucho. Levantamiento de voz debe ser el segundo deporte más popular, después del fútbol. Pero, a diferencia de Alfredinho, el resto de los cariocas grita como prueba de alegría, de felicidad, de asombro o simplemente por costumbre.

No hay motivos para estar enojado en esta ciudad. El clima, la playa, la cerveza bien fría, las mujeres lindas, los tipos con buena onda. Podría tratarse de una mirada superficial, típica del turista que sólo conoce lo que ofrece la postal, pero no. El carioca vive de esa manera, relajado, despreocupado. Y eso, incluso, es motivo de burla para brasileños de otras ciudades, como los de San Pablo, que no pueden entender a esta gente que se viste tan mal, que no respeta horarios y que parece estar de vacaciones siempre, incluso cuando está trabajando.

Alfredinho sale disparado de la pila de sillas y camina a toda velocidad por la vereda en dirección a un kiosco vecino que tiene un televisor. Juegan las selecciones femeninas de Brasil y China en vóley. Una jugadora local remata y la pelota da en la red. Alfredinho abre sus ojos de sapo y putea, se queja una vez más. Dice que el partido ya está perdido y vuelve a su bar, donde hace varios días pegó un cartel en contra de Temer y Rio 2016.

Él, como socialista, no puede estar de acuerdo con la manera en la que este hombre llegó a ocupar el cargo de Presidente, ni con la realización de los Juegos en medio de semejante crisis. Y no es el único, claro. Por eso las marchas y protestas en la previa y durante las competencias, aunque eso no impide que los brasileños sigan viendo deporte por TV. Y también en la cancha.

En el Arena Carioca 1 del Parque Olímpico de Barra de Tijuca, juegan Argentina y Lituania al básquet. Los cariocas ahora gritan, pero no por su país, sino por el rival de los nuestros. Y lo harán en cada deporte donde haya una bandera celeste y blanca.

Un argentino encara a un grupito de verde y amarillo y se agarra los huevos, provocándolos a apenas dos metros de distancia. Ellos no reaccionan violentamente, pero tampoco con originalidad: «Mil gols! Mil gols! Mil gols! Mil gols! Mil gols! Só o Pelé! Só o Pelé! Maradona cheirador!”.

Cantan que mil goles solo hizo Pelé y que Maradona es un drogadicto. Una boludez gigante que surgió en respuesta a otra boludez gigante que fue el “Brasil, decime qué se siente” del 2014. Que Romário y hasta Tulio Maravilha también hayan llegado a las 4 cifras, tira abajo una de las canciones. Que desde Italia hasta hoy Brasil haya ganado de todo, incluso 2 mundiales, sepulta la otra, aunque también es cierto que sólo se trata de un duelo de hinchas, no es más que eso.

Hoy es un día de sol, no se lo vaya a perder, Bolt va a correr, la cerveza también. Las pruebas arrancan a las 9 y pico de la mañana en el estadio Engenhão, ex João Havelange, un viejo enemigo del Diego que acaba de dejar el mundo unas horas antes. No hay clima de funeral, más bien todo lo contrario.

Los puestos de Skol ya tienen largas filas de gente dispuesta a tomar y seguir tomando para completar la colección de 42 vasos, uno por cada disciplina. Unos australianos hacen equilibrio entre las butacas, con una pila de 10 o 12 vasos amarillos. Cuesta emborracharse con una cerveza tan liviana, pero de todas maneras hacen el esfuerzo.

Suena un disparo, no es la policía, a pesar de que está en todos lados mostrando sus armas. Es la largada de la clasificación de los 200 metros. Aquellos tipos que se ven chiquitos, dentro de 10 ó 12 segundos pasarán por acá y serán grandes. Gigantes.

De repente, a un australiano se le cae un vaso. Se agacha para agarrarlo y no desarmar su colección. Para cuando se levanta, Usaín Bolt ya pasó, más adelante mira a cámara y está cagándose de risa con el que salió segundo. Lo esperan para festejar.

David Bipso llevó la antorcha el día previo a la inauguración de los Juegos. No es un deportista olímpico y tampoco lo será. Tiene 44 años y es el dueño del Bar do David, elegido como Mejor Boteco de 2016. Acaba de invitar a Bolt a su local. ¿La particularidad? Está ubicado en la favela Chapéu Mangueira del Morro de Babilonia, ahí donde se filmó parte de la película Tropa de élite, protagonizada por Wagner Moura.

Esa favela estuvo dominada por los narcos durante mucho tiempo, pero en 2009 empezó un proceso de pacificación que en la actualidad incluye hoteles, gastronomía…y muchos policías. Demasiados.

Ahora es de noche y no hay tanta cana. El barrio de Lapa es tierra de nadie. O mejor dicho, de los jóvenes. Hay música, hay joda, pero no hay bares para tanta gente. Casi que tampoco alcanzan las calles, todo el mundo afuera. La caipirinha, que en otros lugares está 20 reales, en un puesto callejero te la venden a 7. Y en otro, a 5. Regalado, como cualquier extranjero no demasiado informado caminando entre travestis y pirañas, que algunas veces son las dos cosas.

Quien todavía conserva el celular, alcanza a mirar la hora. Cinco y algo. Es muy tarde. O muy temprano, según cómo se mire. Una combi promete llevarte a tu cama por 5 reales y hay demasiado sueño para no creerle. Leblon, Ipanema, Copacabana, Leme, Botafogo, Flamengo, Catete. Todo parece familiar. Arriba que nos vamos.

Vuelve a salir el sol, siempre después que las nubes. Así como le pasa al brasileño, que encuentra en Neymar la combi salvadora para volver a hablar de fútbol y que no se lo coman las pirañas.

La fiesta final es de ellos, pero estamos invitados. Hay música, hay amigos, hay fútbol, hay gente gritando. Si hasta Alfredinho debe estar contento. Sale una cerveza, otra y otra. Y cuando creés que es la última, llega “A saideira” (la salidera), un fenomenal concepto que oficialmente le pone fin a la noche, aunque muchas veces sea mentira.

Se baja la persiana. El cielo llora por el final de los Juegos, dicen en Rio. Pese a la invitación, Bolt nunca llega a Babilonia. Y seguramente no por miedo a los favelados, sino a los policías. Ya se sabe cómo disparan cuando ven a un negro corriendo.

13 respuestas a “[Baldosa Olímpica] A saideira

  1. Excelente relato, me gustó leer la crónica de la despedida de Brasil, pese a que los Juegos me interesan 2 en la escala de 1 a 10.
    Salvo el fútbol -que encima ganaron ellos, una chotada- , el resto no me interesa, más allá de emocionarme con los Leones por la hazaña.
    Pero está piola saber que pasa desde adentro, contado por gente normal (?) que los vivió mezclados con la gente normal de allá, y no el hecho de ver una crónica demagoga de TN o Fox, con las «notas de color».

    Los felicito por las coberturas de los Juegos, de las dos Copas América, por el Mundial 2014……mmmm, ahora que me pongo a pensarlo bien…no, nada.
    Nada.

    Saludos y los esperamos de nuevo por acá.

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  2. Lindas palabras del CEO, buen resumen. Que lindo leer que el Brasil decime que se siente es una de las boludeces más grandes de los últimos tiempos, así como ellos se pueden meter bien en el orto la de los mil goles del bufarra…

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  3. muy rico todo, Bolt es un showman, el Phelps el lo màs parecido a un tiburòn, las minas del atlètismo se parten en 8, el beach voley te deja màs manija que Bangbros…pero el fulbo es el fulbo, no hay otra, gracias JJOO, pero el deporte rey es el de la número 5.

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  4. Esos estadios estaban vacíos. Como se ve que son un país bananero. Los deportes olímpicos son hermosos pero sólo la gente culta y educada los sabe apreciar. El atletismo se jugó con un estadio semi vacío. Imperdonable. Lamentablemente a los brasileños sólo les gusta el futbol y el carnaval. Si los juegos fueran mulatas de cola grande bailando ahí si se agotaban las entradas al toque. Por eso hay tanta pobreza y desnutrición en esos países bananeros.

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  5. Cantado por nosotros no tiene fundamento, pero por los teutones: «Brrrasil decime que se sieben…» Jejjjj. Les entró toda!!!. Me gustaría haberme pegado la caravana que describe el cronista aquél 2.014 para ver si «com pandeiro ou sem pandeiro, meu amor eu brinco» y tanta onda…

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  6. Gran remate final, felicitaciones.
    Seré de los pocos argentinos al que no le interesa conocer Brasil??? No me atrae su idoma, musica, baile por ejemplo. Las mujeres obvio que si!!
    El futbol de los juegos olimpicos es tan atrayente como la segunda división de futbol de Eslovenia….
    Medalla de ORO para las saltadoras de garrocha papá!!!!!!!!!!!!

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