Franco Lanaro
De la misma camada que Nicolás Gaitán y Josué Ayala, este delantero chajariense supo desde siempre que ganarse un espacio en la Primera de Boca Juniors no iba a ser sencillo. Un poco por la cantidad y calidad de los jugadores que tenía por encima y otro poco porque a los 20 años aún boyaba en la cuarta división, junto a otras promesas que no pudieron levantar vuelo, como Carlos Fernández Lucero, Nicolás Villafañe, Lucas Ponfil, Luis Quirulef o Marcelo Krupoviesa. De ese grupo, apenas pudieron asomar la cabecita, aunque sin demasiado éxito, Enzo Ruiz y Sebastián Vidal.
Quizás por eso no dudó mucho a fines de 2008 cuando le propusieron ir a ver qué onda a Bolivia. Lo esperaba Oriente Petrolero. Además, iría acompañado por otros ex Boca, los defensores Joel Barbosa y Federico León. Apenas 15 minutos en un clásico de verano contra Blooming y la confirmación del regreso del goleador histórico José Alfredo Castillo (sí, aquel que pasara con mucha más pena que gloria por Rosario Central en 2006) fueron suficientes para que le bajaran el pulgar.
En 2009, Lanaro recaló en Tigre, donde rápidamente se destacó por su poder ofensivo, que lo ubicó entre los pichichis de las divisiones inferiores, a la par de Maximiliano Quinteros (Racing), Damián Gómez (Quilmes), Brian Nieva (Independiente) y Adrián De León (Rosario Central), entre otras joyas dignas de este sitio. El pibe no tardó mucho en ganarse un lugar en la Reserva de Gustavo Acosta, donde coincidió con Rubén Botta, Joaquín Arzura y Joaquín Laso.
El que le abrió las puertas de la Primera no fue otro que Ricardo Caruso Lombardi, que lo llevó al banco de suplentes contra Independiente por la fecha 7 del Clausura 2010. Fue el Richard quien también le hizo firmar su primer contrato como profesional a mediados de ese año, a la par de Walter Sánchez y Juan Maldonado, otros de olvidable paso por el Matador de Victoria.
Ya con el Vasco Rodolfo Arruabarrena como entrenador, a comienzos de 2011 sonó como posible refuerzo de Gimnasia y Esgrima de Mendoza, pero terminó a prueba en el Grasshopper de Suiza, donde no pasó el filtro. De nuevo en Tigre, entrenó a la par de los marginados. Con el pase en su poder, intentó sumarse sin éxito a Almirante Brown y Gimnasia y Tiro de Salta.
En 2012, después de darse cuenta de que el fútbol no sería lo suyo, colgó los botines y agarró los libros. Y no le fue mal, eh. Graduado en Kinesiología y Fisiatría, trabajó junto al ex Argentinos Juniors Diego Cogliandro. Además, fue gerente de sucursal de una reconocida marca de ropa masculina. Para más información, pueden revisar su Linkedin, que está mucho más completo que su ficha en Transfermarket.