Boca Juniors 2 – New York Red Bulls 1 (2009)

En febrero de 2009 el New York Red Bulls inició una gira por la Argentina que lo llevaría a enfrentar, de manera extraoficial, a varios conjuntos de nuestra Primera División. La última posta de aquella pretemporada de los norteamericanos por la Capital Federal fue en La Bombonera, donde se medirían contra la reserva de Boca Juniors ya que -frente a la gran cantidad de compromisos- Carlos Ischia no quiso arriesgar a ni a sus titulares ni a sus suplentes; pese a que previamente había dado su palabra para hacerlo…

Como sea, el 6 de marzo de 2009 un adolescente Boca Juniors saltó al campo de juego del Alberto J. Armando con: Maximiliano Scapparoni; Alejandro Alfonso, Alan Pérez, Alan Ruiz y Juan Sanchez Miño, Leandro Kuszco, Moreira, el Sebastián Battaglia trucho y Joel Acosta, Cabrera y Nicolás Blandi.

Por su parte, el conjunto estadounidense alistó a: Danny Cepero; Carlos Johnson, Carlos Mendes, Kevin Goldthwaite y Traynor; Luke Sassano, Sinisa Ubiparipovic, Khano Smith y Dane Richards; Jorge Rojas y el colombiano Juan Pablo Ángel.

¿El resultado? Victoria Xeneize por 2 a 1 con un tanto de Blandi y otro de Kuszko, descontando Jorge Rojas para los yankees. La cereza del postre, claro, fue que durante el segundo tiempo el Red Bulls mandó a la cancha a dos jugadores nacionales a prueba: Juan Pietravallo y el juvenil de Boca, Nicolás Villafañe.

Ah ¿y eso solo? No, por supuesto que no. También intentó seducir al cuerpo técnico visitante el baldosero deluxe Emiliano Ramón Díaz, quien seguía insistiendo hasta la falta de piedad ajena con su hastiante anhelo de “ser jugador profesional” y vivía rebotando desde aquí para allá tras la traumática salida de su núcleo familiar y laboral del Club Atlético San Lorenzo.

Tras este encuentro informal, el New York Red Bulls se volvió a La Gran Manzana con Juan Pietravallo y con Nicolás Villafañe entre sus pasajeros… y sin Emiliano Díaz, como todos podíamos imaginar.

[Go home] RePartidos: Estados Unidos 2 – Olimpia 0 (1991)

En marzo de 1991, la selección de Estados Unidos estaba lejos de pasar su mejor momento. Había quedado eliminada rápidamente en el Mundial de Italia 1990 y llevaba un buen rato (siete partidos, más precisamente) sin marcar goles. Ni hablar de ganar.

Tras la salida de Bob Gansler, la USMNT era dirigida interinamente por John Kowalski, que venía del futsal. Ese equipo no suponía mayores riesgos para Olimpia de Paraguay, el campeón vigente de la Copa Libertadores, que se encontraba de gira por el país del norte.

En el Tampa Stadium de Florida, Marcelo Balboa, tras un delicioso pase de pecho, puso el 1 a 0 para los yanquis. En el segundo tiempo, Peter Vermes aprovechó todos los horrores defensivos del cuadro guaraní y convirtió el 2 a 0 definitivo.

Un puñadito de meses más tarde, en casa, y ya con el inmenso Bora Milutinović como entrenador, Estados Unidos sería el campeón de la primera edición de la Copa de Oro de la Concacaf al derrotar en la final, por penales, a Honduras.

[Go home] Segurola y Habana: Baldoseros vs David Beckham

¿A quien no le pasó que alguien a quien sentías totalmente opuesto y que además te irritaba terminó siendo un querido amigo con el pasar del tiempo? Y encima, hasta todavía más fraternal que tipos a los que conocías desde tus primeros años. Este posteo, obviamente, gira en torno a la bella figura de David Robert Joseph Beckham, un flaco sobre el que vos mismo -pensálo bien- tenés que ser bastante antipibe para que hoy en día te caiga como el traste.

Por que puede que no haya sido una dotada superestrella y que el exacerbado marketing hay generado anticuerpos. Puede que sí. Pero también tenemos que decir que le pegaba a la pelota como pocos, que nunca le escapó ni a la capitanía ni a las obligaciones, que todos sus cosmopolitas compañeros siempre hablaron maravillas sobre su humildad y solidaridad, y también -mal que nos pese o no- que su fama de sex simbol mundial le hace honor a los dotes que le proporcionó la naturaleza. ¿Si no es él, quien? ¡Hasta fue a jugar a la pelota a la Villa 1-11-14 y nadie lo hizo su meretriz!

Pero claro, argentinos al fin, estimarlo no estuvo siempre en la baraja. Para ninguno de nosotros. Es que, ni bien asomó su cabeza por el profesionalismo, todos vimos a David Beckham como un invento de la prensa que solo tenía relevancia por moverse a la más linda de las Spice Girls. Por que encima de pirata, pollera…

Llegó el Mundial ‘98, Beckham mariconeó con Simeone, se fue expulsado y todos lo reconocimos instintivamente como a un enemigo, además de festejar y menospreciarlo.  Y así, como un código nacional, durante mucho tiempo celebramos cada una de sus derrotas, más aún si había un jugador nacional de por medio. Y ni hablar cuando Aldo Pedro Duscher lo lesionó y casi lo deja afuera del Mundial de Japón y Corea. Hubiera sido glorioso. Pero, por supuesto, todo eso nos salió como el ano.

El tiempo pasó y el Real Madrid lo hizo a Beckham todavía más querido y apreciado que cuando estaba en el Manchester United. Eso, claro, para todo el planeta excepto para el público y los jugadores argentinos, quienes siempre tuvieron como premisa hacerle bullyng al inglés con tal de ganarse el cariño y el apoyo del populacho. Ese fue el caso de los baldoseros Carlos Arturo Marinelli y Eloy Colombano.

Viajamos hasta mayo de 2008. El equipo de David Beckham, Los Angeles Galaxy, había arrancado de manera horripilante la temporada y veía casi como un imposible su participación en los Play Offs. En ese punto de “no retorno” les tocó enfrentarse al poderoso Kansas City Wizards, quienes recientemente se habían reforzado, nada más y nada menos, con Claudio Javier López.

Y fue precisamente El Piojo quien puso -con un zarpado zurdazo- el 1 a 0 para Kansas haciendo morder el polvo a la escuadra de David Beckham quien, ante el clamor popular, en la previa al partido tuvo que salir obligado a firmarle autógrafos a los muchachotes que le daban consejos sobre fútbol y a las muchachitas que querían hacer abdominales arriba de él, sin (?).

Durante el segundo tiempo y obligados por las circunstancias y los contratos, Landon Donovan anotó el 1 a 1 a los 56 minutos y Edson Buddle marcó el 2 a 1 para los angelinos a los ´76. Herido en su amor propio y pensando en la cuota de humo que iba a poder ostentar en el país, Eloy Colombano le metió una regia e inolvidable patada al inglés de la que solo lo salvó la intervención providencial del Piojo López ¡Y encima el árbitro no cobró nada!

Pero la cosa no quedó ahí nomás. Sobre los noventa minutos y por la disputa de un corner que era a favor del Spice Boy, Carlos Marinelli se quiso convertir en héroe y le metió un par de pechazos al inglés sin importarle la vergüenza ajena de propios y extraños ¡Eso eso es un argentino, hermano!

La pelea, por supuesto, quedó ahí por la mediación del Piojo López. Encima, sobre el final. a Beckham le quedó una pelota con la cual hizo historia en la Major League Soccer. Pero, eso sí -todos lo vimos- aquel día arrugó de lo lindo frente a dos baldoseros… así que solo queda preguntarle al soberano…

¿Ganador?

[Go home] Fuera de Stock: Valderrama´s Day

Ah, los americanos… siempre los viejos y queridos americanos. Si no tienen algo lo inventan. Y si alguien ya lo inventó, se lo compran. Y si no se los venden lo roban. En los albores de la Major League Soccer y con el afán de popularizar el fútbol entre los gringos, los dirigentes de la asociación yankee quisieron imponer, para ellos y también para el resto del planeta Tierra, El Día de Carlos Alberto Valderrama.

Todos conocemos bien a los estadounidenses y sus inventos, costumbres y celebraciones de exportación. Son esas mismas que hicieron que, por caso, en Coronel Rauch se celebre El Día de San Valentín. Ó que los pibes de La Puna se pregunten por que en Navidad no se usan pulloveres y no hay muñecos de nieve. Ó hasta que en Tucumán ya se mire con simpatía El Día de Acción de Gracias. Ó que los rosarinos estén atentos al Súper Tazón. Ó que los chaqueños pregunten «Dulce o Truco» en Halloween. Y así hasta llegar a la ridiculez que a comienzos de los noventa los niños marplatenses supiesen más de David Crockett que de Don José de San Martín, por obra y gracia de ese criogenizado ser llamado Walt Disney.

“Fuimos a ver a Maradona y terminamos viendo al Pibe Valderrama” de esa manera tituló el diario Clarín tras la victoria de Colombia sobre la Argentina en la Copa América de 1987 dando -además de un mote totalmente criollo que rebotó en la patria cafetera y de allí se extendió al resto del universo- las claras que a ese talentoso volante ruliento jamás lo íbamos a poder olvidar. Más aún, después de esa vejación carnal inmortalizada universalemente como “El 5 a 0”…

Pues bien (?), allá por 1996 estos dos íconos –El Pibe Carlos Alberto y los Estados Unidos– se cruzaron y de allí nació esta abominación: «The Valderrama´s Day».

La añorada liga estadounidense tenía tan solo dos meses de vida. La emoción inicial y la feroz campaña de marketing apenas habían despertado el interés de algunos pocos latinos. Además, la señal ESPN estaba empezando a ir a pérdida. Caos. El sueño se estaba desmoronando cuando todavía nadie siquiera sabía bien los nombres de los equipos ni los colores de las camisetas.

Entonces, para atraer a los norteamericanos de pura cepa -esos colorados regordetes con apellido británico que mueven la economía yankee– se dispuso llevar a cabo desesperados artilugios publicitarios. En uno de ellos, claro, se tomó la icónica imagen del Pibe y se decidió celebrar su vida y obra. ¿Merecido? Si, claro. Aunque el modo fue medio extraño…

El día elegido para esta celebración que pretendía extenderse en el tiempo fue el 18 de julio de aquel lejano 1996 ¿por qué esa fecha? Por que la vanguardia es así (?). Y entonces en el estadio del Tampa Bay Mutiny -franquicia donde recientemente jugaba Valderrama- las entradas se cobraron a mitad de precio y se regalaron pelucas más comida chatarra para los primeros mil asistentes en llegar al lugar. Ah, además podrían ver jugar a la pelota a ese colombiano.

El tema es que, además de una gran comilona, ese día también había un partido por el campeonato contra el Kansas City Wizards. Esta nimiedad, claro, poco les importó a los organizadores, quienes también obligaron a los jugadores rivales (incluido el legendario escocés Mo Johnston) a lucir la peluca durante la salida al campo de juego, el Himno de los Estados Unidos y la ceremonia de los capitanes. Además, los suplentes de ambos equipos tuvieron que usar la prótesis durante todo el tiempo reglamentario. ¡Divino!

Pero eso no es todo. El entrenador rival, Ron Newman, también se puso la capelu y le metió toda la onda al encuentro que terminó 3 a 2 a favor del Tampa Bay Mutiny ¡Y algunos le dicen payaso a Caruso Lombardi!

Por supuesto “El Día de Valderrama” nunca más se volvió a conmemorar y la Major League Soccer superó sus primeros años de existencia a los ponchazos. Además, el fútbol -el del Pibe, el nuestro- tardó más de una década en volverse popular y solvente en ese país. Al menos, hicieron lo imposible para mantenerlo con vida. Hasta celebrar los míticos pelos de Carlos Alberto Valderrama.

“No preguntes que puede hacer tu país por ti, pregunta que puedes hacer tú por tu patria” (John Fitzgerald Kennedy, 1961)

[Go home] Especiales: del Soccer al Football

toni meola

No fueron pocas las veces que el deporte más popular del planeta se cruzó en el camino de su colega (?) norteamericano. Por ejemplo, los estadios (y los campos de juego) compartidos fueron habituales en Estados Unidos hasta los primeros años del siglo XXI, pero la mezcla no empezó ni terminó ahí.

Antes y después de la popularización del balompié en el país del norte, muchos futbolistas de los nuestros fueron transformados en futbolistas de los de ellos (?). He aquí un breve resumen en orden cronológico de los casos más importantes:

Pete Gogolak

De todos los traidores a la Nº 5 (?) fue el que menos trascendió con la redonda, pero el que más influencia tuvo con la ovalada. Nacido en Hungría, escapó siendo un adolescente junto a su familia de la Revolución Húngara para radicarse en los Estados Unidos.

Paradojas de la vida: la revolución en el fútbol americano lo tendría como protagonista. Fue en los 60’s, cuando se destacó no solo por su efectividad, sino por introducir el “soccer style”, lo que cambió la manera de ejecutar las patadas. Hasta hoy en día, se mantiene como el máximo anotador de los New York Giants.

Toni Fritsch

Tras el éxito de Gogolak como pateador, en 1971 los Dallas Cowboys buscaron causar un impacto similar, y pusieron el ojo en este asutríaco, que al momento de su llegada a los EE.UU. acumulaba más de 100 partidos en el Rapid Viena y hasta había disputado varios juegos con su selección.

Después de someterlo a una prueba (que pasó con suficiencia) y de ofrecerle una pila de dólares, los Vaqueros se aseguraron al primer jugador en saltar del fútbol profesional al ídem (?). Este ex delantero festejaría el Super Bowl VI y jugaría en cuatro franquicias más hasta su retiro definitivo del deporte en 1985.seemannn

El noruego Seemann y sus dos facetas

Finn Seemann

Houston Oilers, otro equipo de Texas, se sumó a la moda de traer un europeo para el puesto de pateador. En este caso, se trataba de un noruego que jugaba en el FC Utrecht de Holanda. Sin embargo, ya había estado en Norteamérica: en 1967 jugó algunos partidos en Dallas Tornado, por el campeonato de la Asociación de Fútbol de Estados Unidos, el torneo antecesor de la NASL.

En 1973 fue invitado, gracias a su potencia para ejecutar las pelotas paradas, a realizar un entrenamiento con los engrasadores (?): de 10 intentos de goles de campo, anotó 9. «Me resulta fácil», dijo Seemann tras la práctica. «Es sí: lo que me cuesta es mantener el casco en mi cabeza.» No obstante, vio poca acción en los partidos oficiales, ya que el equipo contaba con otro pateador, y al poco tiempo regresó a su continente.Derek Smethurst

El «two-sport man» sudafricano

Derek Smethurst

Después de varios años en el fútbol inglés (ganó la FA Cup con Chelsea en 1971) este delantero sudafricano fue uno de los tantos extranjeros que llegaron para jugar en la NASL. La rompió en Tampa Bay Rowdies (fue campeón, goleador, formó parte del Juego de las Estrellas) y en 1977 firmó un contrato para jugar en simultaneo con los Buccaneers, el equipo de NFL de la ciudad. «Me he estado preguntando durante mucho tiempo si puedo hacerlo», comentó al momento de su presentación. Apenas pudo: solo disputó algunos partidos de pretemporada antes de volver al soccer.

Neil O’Donoghue

Antes de cumplir 20 años, este irlandés llegó a los Estados Unidos, becado para jugar en el fútbol que no causa conmoción cerebral (?). En su país, era la gran promesa del Shamrock Rovers F.C. En su nueva casa poco pudo demostrar: el programa de becas fue cancelado al poco tiempo, aunque supo aprovechar la fuerza de sus piernas: se convirtió en el kicker de Buffalo Bills, Tampa Bay Buccaneers y St. Louis Cardinals, entre 1977 y 1985

tony meola

El 1

Tony Meola

Tras el Mundial 1994, y en su punto más alto de popularidad, el capitán de la Selección de Estados Unidos decidió probar suerte con los New York Jets. Con la esperanza de que su experiencia como futbolista le ayudara para ser el pateador del equipo, el arquero realizó la pretemporada con la franquicia neoyorquina hasta que el coach lo cortó por no alcanzar el rendimiento esperado.

Para colmo, la frustrada aventura de Meola en la NFL le costó para siempre el puesto como portero titular de la selección, perdiéndose así la oportunidad de disputar la Copa América 1995 y el Mundial 1998, aunque formó parte del conjunto que disputó el Mundial 2002.

Martín Gramática

El argentino logró algo que no pudieron otros sudamericanos que practicaron con la ovalada, como el brasileño Adhemar y el paraguayo José Luis Chilavert. No solo jugó en la NFL (defendió los colores de Tampa Bay Buccaneers, Indianapolis Colts, New England Patriots, Dallas Cowboys y New Orleans Saints), sino que además disputó un Juego de las Estrellas y ganó el Super Bowl XXXVII. La vida de este hincha de Boca cambió cuando se mudó con su familia a EE.UU. “No entendía nada de fútbol americano cuando llegamos, ni siquiera había visto un partido». Con la redonda, no pasó de las fuerzas básicas del Necaxa y de los picaditos en los campos de La Belle, Florida. Justamente allí, un entrenador vio como le pegaba a la pelota y lo invitó a una prueba. El resto, historia conocida.

Barclay

Amagó con la 13, explotó con la 23

Devin Barclay

Juventud, talento, habilidad: esta promesa de la MLS tenía todo para ser el nuevo Freddy Adu (?). Firmó su primer contrato a los 17 años, y formó parte de tres equipos juveniles diferentes (Sub 18, Sub 20 y Sub 23). Sin embargo, las lesiones fueron minando poco a poco su carrera y, después de pasar por 4 equipos diferentes, largó todo a los 22 años.

No todo, en realidad: a pesar de sus habituales visitas a los doctores, el Bardaro yanqui (?) no perdió potencia en sus remates, por lo que se convirtió en pateador de Ohio State, equipo con el que vivió su día de gloria. Fue el 14 de noviembre de 2009, cuando ingresó para clavar este gol de campo que mandó a su equipo al Rose Bowl, que vendría a ser algo así como el Super Bowl en versión universitaria. «No hay nada que se pueda comparar con esto», dijo Barclay al término del partido. Así dejó en claro que el soccer siempre da revancha. Y el football, también.

[Go home] Fuera de stock: Tony Meola’s Sidekicks Soccer

Si hubo un mercado inescrupuloso que se encargó de chafarle los ahorros a los púberes durante la década de los noventa, ese fue el de los videojuegos. Y así millones de títulos, tanto de la consola Sega como de la querida Family Game, hicieron las delicias de los niños en el preciado tiempo de ocio, que afortunadamente era casi todo.

Hubo, por supuesto, títulos memorables sobre los cuales ya nos hemos explayado. Pero también proliferaron experimentos de empresas de poco renombre que llegaron a nuestras manos solo por tratarse de un jueguito de fútbol. El engaño perfecto. Y así, muchos perdimos valiosas horas de puñeta intentando descifrar al impresentable Tony Meola´s Sidekicks Soccer.

Nos situamos en los primeros noventas. El fresco recuerdo del íntegramente televisado Mundial de Italia más el álbum de figuritas de Panani mantenían vigente, en la Argentina, la figura del mítico arquero estadounidense Tony Meola; a quien los infantes (y no tanto) solían interpretar en las canchitas nacionales tanto por sus atajadas como por la musicalidad de su nombre y también por su inolvidable corte comitas. La globalización antes de la globalización…

Uno puede llegar a suponer que en gran parte de Occidente pasaba lo mismo, sino no se puede entender como las emergentes empresas Sculptured Software, Pack In Video y Electro Brain unieron sus fuerzas para terminar nombrando a su experimental Frankestein con el nombre del portero yankee..

El videojuego, en sí, parecía como una tesis reprobada de un grupo de estudiantes de programación adictos a los psicotrópicos, que daba las claras de por que el Soccer nunca va a ser popular entre el piberío estadounidense.

Naufragando en una interfaz inentendible y poco seductora, uno terminaba jugando campeonatos con más de 30 selecciones o disputando torneos con equipos con nombres de ciudades. Y así se podía jugar con algunas tradicionales como: Madrid, Milán, Manchester o Glasgow; ó hasta se podía defender a otras insólitas como Pittsbourgh, Cincinnati, Nueva Orleáns o La Habana. Por que, claro, nunca hubo bloqueos para la fafafa…

Lo peor de todo, por supuesto, era que los partidos apenas se parecían al fútbol. Y encima que las camisetas de todos los equipos eran casi idénticas, la oscilante y volátil cámara provocaba vómitos y mareos premonitorios de las borracheras que arrancarían poco tiempo después en nuestras vidas.

Al día de hoy, este título, Tony Meola´s Sideckicks Soccer, está ubicado en el Top Five de los peores videojuegos deportivos de la historia en varios rankings prestigiosos del universo de los fichines. Eso si, funcionó muy bien en Japón, donde llevaba el nombre del recordado jugador japobrasuca Rui Ramos y donde, además, obtuvo el galardón al mejor soundtrack de un juego deportivo de los noventa.

¿No lo crees? Tomate una pastilla de Superman y a disfrutar…

[Go home] Fuera de Stock: El Torneo Bicentenario 1976

Soccer - American Bicentennial Cup - Team America v England

Para celebrar los 200 años de su Independencia, los Estados Unidos tiraron la casa por la ventana. Vistas ilustres, espectáculos únicos, eventos especiales, símbolos conmemorativos, productos inéditos y también competencias deportivas formaron parte de los festejos organizados por el gobierno. Entre estos últimos, se destacó un cuadrangular de fútbol entre tres de las selecciones nacionales más importantes del mundo y un combinado local.

El hecho de haber quedado afuera de la Fase Final de la Eurocopa 1976, les dejó un hueco en el calendario a Italia y a Inglaterra. La otra potencia invitada fue Brasil. Y a estos experimentados conjuntos nacionales se les sumó una formación conformada por jugadores de la NALS, denominada Team America. Esta suerte de equipo de las estrellas serviría además como  inspiración para la creación de una franquicia algunos años después.

La Canarinha se quedó con el primer puesto, al ganar sus tres partidos. Además, tuvo al goleador de la competencia, Gilberto Alves. El segundo lugar fue para los ingleses, que contaban con Kevin Keegan y Trevor Francis entre sus nombres más destacados. Los tanos concluyeron en un decepcionante tercer puesto a pesar de contar con Dino Zoff, Marco Tardelli, Roberto Bettega y Fabio Capello. Y el último lugar fue para los locales y su equipo constituido por jugadores estadounidenses y  figuras extrajeras como Mike England, Ramon Mifflin, Giorgio Chinaglia y Dave Clements.

Con un promedio de asistencia de alrededor de 25.000 espectadores por partido, el torneo dejó algunas curiosidades. Por ejemplo, en el tema vestimenta, no se puede dejar pasar a la Selección de Inglaterra vestida de amarillo, ni las diferencias entre las camisetas de Bobby Moore (con el templete de Adidas) y la de Pelé (llevaba el diseño de Puma). Sin embargo, el pico de “You can not be serious” se produjo en el enfrentamiento entre Inglaterra e Italia, jugado en el legendario Yankee Stadium, un estadio ¡de beisbol!

Ante unas 40.000 personas (la mejor concurrencia del certamen) los ingleses se impusieron por 3 a 2. Casualidad, o no, todos los goles se marcaron en la portería que tenía césped, donde no había que superar los obstáculos compuestos por el montículo del pitcher, las tres bases y la zona de arena alrededor del denominado infield. Cosas que solo pasan en Yanquilandia.