[Go home] Tu nombre en clave es Jay Goppingen

Dura la vida del futbolista recién retirado. Se apagan las luces, se terminan las ovaciones, escasean los reconocimientos, los autógrafos le van dejando cada vez más espacio al dolor de ya no ser y otros lugares comunes sobre los que se ha escrito mil veces, aunque no dejan de ser ciertos.

Para contrarrestar ese vacío y continuar con esa vida de viajes, prácticas y concentraciones, muchos se convierten en entrenadores o cumplen roles secundarios dentro de un cuerpo técnico. Otros, en cambio, no soportan la desolación de estar del otro lado de la línea de cal y vuelven al ruedo con los cortos después de un buen tiempo, sin medir los costos de poner en juego el apellido y regalar prestigio.

Aunque claro, pocos tuvieron en cuenta la gran Klinsmann: seguir jugando con otro nombre.

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No hace falta ahondar demasiado en la carrera de Jürgen Klinsmann. Implacable goleador del Sttutgart alemán, revalidó sus condiciones en equipos del extranjero y también con su Selección. Anotó 11 goles en los Mundiales, repartidos entre Italia ’90, USA ’94 y Francia ’98. Levantó una Copa del Mundo y una Eurocopa, aunque sólo pudo conseguir una liga de clubes, con el Bayern Múnich en 1997, cuando ya divisaba su retiro.

Después de disputar su último partido oficial con el Tottenham, en 1998 jugó su último Mundial con Alemania y entonces sí, al año siguiente lo despidieron con papelitos en el estadio del Sttutgart, entonces denominado Gottlieb-Daimler y antiguamente llamado Adolf-Hitler-Kampfbahn. Pero lo historia no se cerró ahí…

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Con los botines ya colgados, Jürgen tomó una decisión de vida: alejarse del ambiente del fútbol. Quería ser un anónimo, poder caminar por la calle y que nadie lo reconociera. Eso era imposible en su país y en cualquier otro lugar con una fuerte cultura futbolera. Por eso eligió irse a vivir a los Estados Unidos, los pagos de su esposa Debbie.

Ya instalado en la pacífica Huntington Beach (California), Klinsmann logró lo que buscaba: tranquilidad y armonía familiar en un contexto donde no existía el fútbol ni la exposición pública. Parecía una situación ideal, pero después de unos años comenzaría a aburrirse…

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En 2003, el ex atacante del Inter comenzó a dar señales cuando entrenó con Los Angeles Galaxy de la MLS, aunque sólo de manera recreativa. Decía que sólo quería estar en forma, aunque negaba la posibilidad de volver a entrar a una cancha de manera oficial.

Unos meses después, sin embargo, unos amigos con los que jugaba de vez en cuando le propusieron que vistiera la camiseta del Orange County Blue Star de Irvine, un equipo californiano que participaba de la Premier Development League, la cuarta división de los Estados Unidos. Jürgen, con 39 años, aceptó el desafío y puso una condición: no utilizar su verdadero nombre.

Antes de que el goleador se arrepintiera, sus compañeros lo anotaron bajo la identidad de Jay Goppingen, en homenaje a la inicial de su nombre y al pueblito alemán donde nació. Jay, agradecido, devolvió favores con lo que mejor había hecho en su vida pasada.

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Con 5 goles en 8 partidos, colaboró para el equipo se metiera en los playoff por el ascenso. Se divertía y encima nadie lo reconocía. Todo era tan perfecto, que alguien tuvo que arruinarlo: en un partido ante el Southern California Seahorses, un rival se percató de que a ese rubio lo tenía visto de algún lado. Fue entonces que le avisó a un periodista amigo, que investigando googleando llegó a la conclusión: el famosísimo Klinsmann estaba jugando con otra identidad. Suficiente para que el 9 no volviera a aparecer.

Al día de hoy, los pocos simpatizantes del Orange County Blue Star se preguntan: ¿qué habrá sido de la vida de Jay Goppingen?

[Go home] BaldoHero: Paul Caligiuri (1989)

Domingo 19 de noviembre de 1989. Estadio Hasely Crawford, de Puerto España. Última fecha de las eliminatorias de la CONCACAF para Italia 1990. Tras siete presentaciones, Trinidad y Tobago y Estados Unidos cosechaban 9 puntos, producto de tres victorias, tres empates y una derrota. La diferencia de gol, sin embargo, inclinaba la cancha para los Soca Warriors: +3 contra +2 de los Yanks, que estaban obligados a vencer.

A los 30 minutos del primer tiempo, Paul Caligiuri sorprende al arquero Michael Maurice con un remate desde lejos y convierte el tanto que clasifica a los estadounidenses a una Copa del Mundo tras 40 años de ausencias.

[Go home] RePartidos: Bayern Munich 7 – Cosmos 1 (1978)

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Para finales de 1978, el New York Cosmos gozaba del prestigio que le daba saberse bicampeón de la ascendente North American Soccer League (NASL). Todavía con la resaca de los festejos, el cuadro estadounidense arrancó en casa una serie de amistosos previo a su gira por el Viejo Continente.

Tras los empates ante un combinado de Resto del Mundo, Boca Juniors y la derrota ante el Atlético Madrid, el ex equipo de Pelé, que se había retirado el año anterior, emprendió viaje a Europa, donde estaría poco más de un mes, pasando por Alemania Occidental, Inglaterra, España y Yugoslavia.

El primer test fue el 12 de septiembre, en el estadio Olímpico de Munich, ante el Bayern. Y no podría haber sido peor. Poco y nada pudieron hacer los estadounidenses antes los teutones, que dieron una verdadera lección de fútbol. Fue 7 a 1 para los locales con hat-trick de Karl-Heinz Rummenigge y dobletes de Gerd Müller y Norbert Janzon. El tano Giorgio Chinaglia marcó el descuento del Cosmos cuando el encuentro ya estaba 4 a 0.

Muchos años después, otro conjunto alemán ganaría por 7 a 1, pero esa ya es otra historia.

[Go home] La regla «Eddie Gaven»

Aunque ya se había abolido el inolvidable desempate por shootouts, la Major League Soccer todavía mantenía un reglamento propio, que hacía de esta liga algo distinto a lo que se jugaba en el resto del planeta. Una de esas diferencias era la realización de un tiempo suplementario si el partido terminaba empatado: se jugaban dos tiempos de 5 minutos cada uno con Gol de Oro, y si se mantenía la igualdad repartían puntos.

Sin embargo, la norma que permitió la creación de esta polémica regla fue el permiso para realizar un cuarto cambio, aunque únicamente el arquero era el que podía ser reemplazado si ya se habían realizado las tres modificaciones permitidas. Pero así como se hizo la ley, se hizo la trampa.

El culpable de manipular esta disposición para su propio beneficio fue Bob Bradley, quien en 2003 dirigía a New York Metrostars. El momento elegido fue ni más ni menos que un partido frente al DC United, uno de los rivales con los que más pica tienen los neoyorquinos. El 5 de julio de aquel año, los 90 minutos terminaron empatados, por lo que se debió jugar la mencionada prórroga. Semejante adefesio (?) iba a resultar, por lo menos ese día, en una emocionante e inolvidable definición.

Justamente, al inicio del suplementario se produjo la “trampa”. Con todas las sustituciones hechas (menos el cambio extra del arquero), la lesión del defensor Mark Lisi obligaba a los de Nueva York a jugar con uno menos. Pero el DT tenía un as bajo la manga: mandó al maltrecho futbolista a  intercambiar posiciones con Tim Howard, el Nº 1. Así, la modificación del guardameta fue posible. El que ingresó y se puso los guantes fue Eddie Gaven, un joven mediocampista que tuvo que comenzar el overtime bajo los tres palos, mientras el verdadero dueño del arco se ubicaba en algún sitio aleatorio (?) del campo de juego.

Pitazo inicial, mueve el DC United, a los 10 segundos el MetroStars recupera la pelota e inmediatamente se produce un momento mágico: puntinazo absurdo al lateral que en circunstancias normales hubiese sido motivo de insultos como “Donkey son of a bitch, you have round feet” (?). Pero en este caso fue causa de alivio para los de La Gran Manzana: el juego se detuvo, lo que posibilitó que Howard y Gaven intercambiaran posiciones.

Así lo contó el improvisado arquero: “Ellos movían del medio. Yo, la verdad, estaba nervioso: podían intentar un remate  y quién sabe lo que ocurriría después de eso. Por suerte, no lo hicieron. Trataron de dar un pase y la terminaron perdiendo. Alguien del equipo la mandó afuera, e hicimos el cambio: fui muy feliz cuando vi como esa pelota se iba a la tribuna”. La “estafa”, bautizada como Regla Eddie Gaven, había concluido. Para los que piensan que todos los chanchullos (?) se inventaron en Argentina.

Este partido quedó en la historia, ya que fue fundamental para que al término de la temporada la MLS suprimiera el cuarto cambio. Además, por sus pocos segundos con los guantes, Eddie Gaven se convirtió en el arquero más joven de la historia de la Liga (¡16 años y 8 meses!).

Como si esto fuese poco, aquel día el adolescente anotó el Gol de Oro que le dio la victoria a su equipo, en lo que fue su segundo partido como profesional, alcanzando otro record: jugador de menor edad en convertir en la historia de la franquicia neoyorquina. Todo, gracias a una particular lectura del reglamento. God Bless America.

Son Decisiones: Argentina con suplentes vs Estados Unidos en 1995

Los torneos internacionales de selecciones tienen una métrica -al parecer y a Dios gracias- definitiva e imperfectible: grupos de cuatro equipos encabezados por una potencia, donde juegan una vez todos contra todos y pasan los 2 mejores clasificados si es una competencia de 32 o 16 naciones, ó donde pasan de ronda también algunos de los mejores terceros si participan 24 o 12 países. Después partidos a eliminación directa hasta que hay un ganador y a otra cosa. Infalible y apasionante como las matemáticas (?).

Suele suceder que, de tanto pensar en números y en cuentas, a algunos entrenadores se les haga un grumo en el cerebro y utilicen el último encuentro de la zona de grupos y también su previa para introducir improvisadas variantes en los viajes, en los métodos de entrenamientos, en el contacto con la prensa y, lo que es peor, en el once inicial que disputará el puntaje que quedará en los libros.

Si el equipo en cuestión ya está clasificado a la siguiente rueda se puede llegar a entender que los cambios sean en pos de proteger a las estrellas, de recuperar a los lesionados, de darle ritmo a los suplentes, de pensar en el primer encuentro de eliminación directa o hasta para “premiar” a algunos veteranos, como hicieron José Pekerman con Faryd Mondragón en Brasil 2014 ó Carlos Alberto Parreira con Rogelio Ceni en Alemania 2006 y también Marcelo Bielsa con Caniggia en Japón Corea 2002.

Lo ridículo y atemorizante, claro, es cuando estos cambios radicales u homenajes se dan cuando todavía no es definitiva la ubicación en la tabla de posiciones. Y peor si el tercer partido se pierde trastocando los futuros planes que ya se habían visualizado, todo por subestimar el cambiante humor de las matemáticas. El supuestamente metódico Daniel Passarella y el equipo que puso en la cancha contra Estados Unidos en la Copa América de 1995 son el ejemplo más claro de ello.

Paysandú, Provincia de Uruguay, 14 de julio de 1995. La Selección Argentina del Kaiser se preparaba para enfrentar al supuestamente débil Estados Unidos como líder de su grupo, con 6 puntos producto de dos victorias en igual cantidad de presentaciones y con una cómoda diferencia de +5 goles. La descontada victoria, además de eliminar a los yankees, desembocaría en un accesible enfrentamiento contra Ecuador en Cuartos de Final.

Entonces, el relajado trinomio Passarella-Gallego-Sabella dispuso ¡nueve cambios en la formación titular! y mandó a la cancha un rejunte que, si bien eran jugadores internacionales argentinos, en ese momento no tenían mucho rodaje jugando entre ellos ni mucho menos para la Selección. ¿Los que salieron? Cristante, Javier Zanetti, El Negro Cáceres, Chamot, Simeone, Astrada, Juanjo Borrelli, El Burrito Ortega y Balbo. De los que previamente habían vencido a Bolivia y a Chile solo permanecieron en la alineación Roberto Ayala y Gabriel Batistuta.

¿Los que entraron? Chiquito Bossio, Ricardo Altamirano, Néstor Fabbri, Gabriel Schurrer, Marcelo Escudero, Perico Pérez, Marcelo Espina, Marcelo Gallardo y El Beto Acosta. Enfrente, vale destacar, estaba la estable escuadra norteamericana de John Harkes, Eric Wynalda, Alexi Lalas, Cobi Jones, Tab Ramos y Paul Caligiuri, entre otros, que ya contaba con varios años de rodaje. O sea, no era un equipo para subestimar. Podrán haber perdido contra Bolivia, podrán tener poca tradición, podrán decirle “Soccer” al fútbol, podrán ser tontos, inútiles, estúpidos, comunistas… pero jamás estrellas porno (?).

Así las cosas, Argentina pensaba tanto en Ecuador y en los Cuartos de Final, que a la media hora la USMNT ya ganaba por 2 a 0 con un tanto de Frank Klopas y otro del querido Alexi Lalas. Pero lo totalmente desconcertante fue el desmoralizador toqueteo que se comieron los suplentes de Passarella durante aquellos primeros 45 minutos. Así como fueron dos pudieron haber sido cuatro goles en contra…

Durante el entretiempo, por supuesto, el mundo ya se había modificado para siempre (?). Ecuador estaba afuera de la competencia y la Argentina –todavía líder del grupo- ahora debería enfrentar a México en la siguiente ronda. Con intención de lograr la heroica, Passarella quemó los yates y mandó a la cancha a Ortega, a Simeone y un rato más tarde a Abel Balbo.

Por supuesto, esto no sirvió de nada. Estados Unidos se siguió floreando y promediando la etapa cúlmine, Eric Wynalda puso el 3 a 0 definitorio que también acabó con los días del Chiquito Bossio en el arco de la albiceleste. ¿O iba a ser gratuito el hecho de ver a un arquero correr una pelota desde atrás?

Con este último tanto, además de perder un invicto de 16 partidos en la Copa América que había comenzado en 1989, Argentina quedó en la segunda colocación y debería medirse contra Brasil. Por su parte, los yankees se habían adjudicado el grupo y ahora tendrían que enfrentar a su clásico rival, México, en Cuartos.

Tres días después y amén de la mano de Tulio, la Selección titular de Passarella caería por penales ante Brasil y desde ese momento hasta -al menos- mediados de 2016 jamás volvería a ser la actual campeona de nada. Y todo comenzó por subestimar…

[Go home] The Age of Escobillón (?)

“Si Mauricio quiere vender a Guillermo Barros Schelotto que lo haga… total, yo en la reserva tengo a otro Guillermo que es todavía mejor que El Mellizo…”. Aquellas memorables palabras que en medio del Apertura ’98 vociferó Carlos Bianchi, manifestaban la ilusión y el encantamiento que una joven figura Xeneize desataba jugando los preliminares ¿Su nombre? Sergio Adrián Guillermo.

Sin embargo y pese a mantener muchas vinculaciones con el hermano de Gustavo (su padre Juan Rogelio, ex jugador, era conocido como El Mellizo Guillermo ya que nació con esa condición), desde el inició se emparentó al emergente delantero con el atacante estadounidense Cobi Jones por el gusto que ambos jugadores sentían hacía los cortes de pelo aerodinámicos, a la vista de Marcelo Araujo, rabino bautismal del “Escobillón”.

Hoy, haremos un malicioso cuadro comparatorio con la carrera de uno y otro jugador, en pos de hallar similitudes y diferencias en la vida y obra de dos hijos directos de las relaciones carnales: Adrián Guillermo y Cobi Jones. Cobi Jones y El Escobillón…

Carrera en clubes de Cobi Jones

Cobi N´gai Jones nació el 16 de junio de 1970 en Detroit, Michigan. Puntero derecho veloz, habilidoso y carismático, es uno de los mejores y más recordados jugadores de su país en toda la historia. Inducido al Salón de la Fama del Fútbol Estadounidense en 2011, se inició en la Universidad de California y luego pasó por el Coventry de Inglaterra (1994/95), el Vasco da Gama de Brasil  (1995/96) y Los Ángeles Galaxy (1996/2007). Dejó un grato recuerdo en todos los equipos por los que pasó, teniendo las puertas abiertas de todos y cada uno de ellos.

Carrera en clubes del Escobillón

Sergio Adrián Guillermo nació el 15 de marzo de 1980 en Moreno. Proyecto trunco de puntero derecho veloz, habilidoso y carismático, es uno de los mayores fiascos y decepciones de la década de los noventa, de la historia de Boca Juniors y hasta del fútbol argentino. Fue inducido a En Una Baldosa en 2004 y es uno de sus miembros insignes.

Debutó en 1998 y luego pasó con pena por Badajoz de España, Estudiantes de La Plata, Jorge Wilstermann de Bolivia, Estudiantes de Caseros, San Telmo, El Porvenir, Colima de México, Deportivo Morón, Argentino de Merlo, Justo José de Urquiza, Sportivo Luqueño de Paraguay, Rosamonte de Apóstoles y miles de clubes más del inframundo, algunos de ellos conseguidos gracias al poder del Facebook. Entre los hinchas de los clubes por donde pasó, la sola mención de su apellido genera tristeza y hasta vergüenza ajena pero jamás bronca.

Carrera internacional de Cobi Jones

El número que signó su trayectoria a nivel de selecciones es “Tres”, ya que esa es la cantidad de Mundiales que disputó: USA ’94, Francia ’98 y Japón/Corea 2002, en los cuales brilló como una fresca rueda de auxilio que ingresaba cuando los defensores rivales se estaban quedando sin piernas.

También, el norteamericano disputó cinco ediciones de La Copa de Oro de la CONCACAF, los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92, la Copa Rey Fahd ’92 y las Copas América de Ecuador ’93 y Uruguay ’95, donde salió en Cuarta Ubicación y le pegó un baile de novela a Marcelo Espina en el encuentro frente a la Argentina de Primera Ronda.

Carrera Internacional del Escobillón

El número que signó su trayectoria internacional es “Tres”, ya que esa es la cantidad de prestigiosos entrenadores que estuvieron a punto de boxearse por sus correrías. En el verano de 1999 y después que Adrián Guillermo disputase el Sudamericano Sub-20 de Mar del Plata, tanto Carlos Bianchi como José Pekerman y Hugo Tocalli iniciaron una feroz polémica a raíz de las versiones encontradas sobre la grave lesión con la que el delantero regresó a las prácticas de Boca Juniors.

Tras varios cónclaves subidos de tono entre los directores técnicos con sus cuerpos médicos incluídos, se llegó a una inexorable conclusión: el pibe les mintió a todos y se había lesionado jugando en el barrio en los días que tuvo de descanso tras la competición ¿Y entonces? Y entonces el trinomio Bianchi-Pekerman-Tocalli le hizo la cruz al Escobillón

Misceláneas de Cobi Jones

Se casó con la espléndida Kim Reese y constituyó una de las familias más simpáticas de Hollywood. Además, fue modelo de varias marcas de alta gama y participó del prestigioso calendario de trajes de baño de la revista Sports illustrated posando con modelos de lo más apetecibles. Una vida abundante en todos los sentidos.

Misceláneas del Escobillón

Durante sus días de gloria presentó en sociedad a su novia Marina y no hubieron muchas más novedades a nivel botineril (?). No consiguió nunca el tan mentado contrato profesional con Boca Juniors por seguir los consejos de Settimio Aloisio y volverse un rebelde. Tal vez, la peor de todas sus decisiones. El decadente empresario italiano desapareció de los primeros planos por aquella época y de su mano se hundió Adrián Guillermo.

Presente de Cobi Jones

Juega fútbol senior con diferentes equipos de estrellas y trabaja en los medios de comunicación siendo una figura respetada y entrañable. Es un habitué de las fiestas, reuniones y estrenos de Hollywood y pasa sus días rodeado de leyendas, como el ex Boca Luis Arturo Hernández, con quien suele pasear en automóvil.

Presente del Escobillón

Se supo que participó de algunos partidos de los veteranos de Boca Juniors pero no suele asistir con frecuencia. Algunos de sus legendarios ex compañeros aceptaron sacarse alguna que otra foto con él pero, eso sí, de invitarlo a pasear en auto mejor ni hablar…

[Go home] Fuera de Stock: los Shootout

Al recordar aquellos años en los que el soccer desembarcó con fuerza en Estados Unidos, tanto en los 70’s con la llegada de figuras extranjeras, como en los 90’s con el Mundial en ese país y la creación de la MLS, las primeras imágenes que se vienen a la cabeza son canchas pintadas arribas de las de fútbol americano, camisetas de extraños diseños, árbitros usando números como si fueran de la NFL y todo el show que los yanquis pudieran implementar, desde porristas hasta mascotas de cada equipo. Pero, sin dudas, en el aspecto futbolístico, los estadounidenses siempre serán recordados por su método de desempate: el shootout.

El procedimiento era similar al usado en el hockey sobre hielo: consistía en un mano a mano que comenzaba con el jugador atacante a 35 yardas (32 metros) del arco, teniendo 5 segundos para acercarse a la meta e intentar convertir. Este formato favorecía a los jugadores habilidosos, ya que podían intentar amagues frente al guardameta, aunque era más difícil de anotar que un tradicional penal. La final de la North American Soccer League de 1981, por ejemplo, fue definida de esta forma.

Esta no era la única regla que, por lo menos en los inicios de la NASL, pasaba por encima de lo estipulado por FIFA: también se permitía un mayor número de sustituciones, el reloj corría a la inversa (como en el básquet) y el offside era válido únicamente desde la zona de shootout y no desde la mitad de la cancha como en todo el mundo no civilizado (?). ¿Lo más insano? El sistema de puntuación: 6 puntos por la victoria, 3 por el empate y 1 de bonificación por cada gol anotado (con un máximo de tres por partido). Pero esto no iba a durar mucho…

A partir de 1975, los dueños de la Liga se volvieron a cagar en la International FA Board y le demostraron quien la tenía más larga (?): decidieron eliminar los empates. Así, todos los partidos tenían que tener un ganador. Y si el marcador final terminaba igualado, los penales determinarían al ganador del mismo, como ocurriría en Argentina durante la temporada 1988/89. Pero la verdadera revolución llegó en 1977. Ante la ausencia de un marcador victorioso en el tiempo reglamentario, se pasaban a jugar dos tiempos suplementarios de 7’ 30’’ cada uno. Y si no había ningún grito (se aplicaba la regla del Gol de Oro), al shootout.

A pesar de los retos de Havelange y compañía, este sistema se mantuvo hasta que la Liga desapareció en 1984, y tuvo su continuación en la MLS durante 4 temporadas (de 1996 a 1999). A partir de 2000, se dejó de lado esta extraña forma de definir, para amoldarse definitivamente al reglamento convencional.

New York MetroStars 3 – Boca Juniors 2 (2002)

Junio de 2002. Mientras en la Argentina todavía seguíamos lagrimeando por la opaca actuación de la Selección de Bielsa en el Mundial y nos consolábamos con ver como los coreanos eliminaban a los tanos, el Boca Juniors del Maestro Tabárez iniciaba su pretemporada en los Estados Unidos con una sola certeza: el inminente e inexorable alejamiento de Juan Román Riquelme hacia Europa.

Y así, en ese oscuro vórtice paranormal que absorbe a los clubes nacionales mientras se disputa una Copa del Mundo, El Xeneize se dio el lujo de perder contra River en Miami y otorgarle sus 15 minutos de fama a Juan Pablo Raponi. Pero además, El Club de La Ribera también tuvo la voluntad para disputar el primer encuentro en su historia contra un equipo de la Major League Soccer: El New York MetroStars.

Fue el 19 de aquel mes, en el Giants Stadium de New Jersey, que un juvenil Boca Juniors salió a la cancha con: Willy Caballero; Juan Marcos Forchetti, Nicolás Burdisso, Diego Crosa (César González) y Ezequiel Molina; Javier Villarreal (Chaco Jiménez), Gabriel Christovao, y El Pelado Pérez; El Chelo Delgado, Carlos Tévez (Bracamonte) y Ariel Carreño (Cángele).

Los amistosos vecinos del Hombre Araña, por su parte, formaron con: Tim Howard (Grafer); Diop (Chronopoulos), Jolley, Addo y Ziadle; Lisi (Popovich), Moore, Williams (Paule) y Davis (Klinger); Rodrigo Faria y Diallo (Forko); dirigidos por el ecuatoriano, Octavio Zambrano.

A la media hora, el equipo argentino ya ganaba 2 a 0 con goles del Chelo Delgado y de Ariel Carreño. Sin embargo, los yankees lo darían vuelta con un tanto de Moore y dos de Rodrigo Faria, a causa de errores defensivos Xeneizes de lo más insólitos increíbles pelotudos. Un olvidable encuentro que solo sirvió para presentar en sociedad al niño Franco Cángele.

¿Primer intento? Fallido. Una victoria bostera sobre un equipo de la Major League Soccer debería esperar algunos años más…