Delirium Stremiz: La marca del Di Zeo

El mundo suele ser un lugar muy propenso a los cambios, donde el devenir de las cosas hace que personas y productos que están en la cresta de la ola en un determinado momento , después pasen al ostracismo, generando aquellos que fueron fanáticos acérrimos luego nieguen cualquier tipo de contacto con ellos. Estas personas y productos tienen dos caminos: o se adaptan a los tiempos que corren o viven inmersos en una eterna nostalgia por un pasado de absurdo glorioso. En este último supuesto se encuentra el caso del que nos vamos a ocupar.

Durante la década de los 90’s fue fomentada la cultura del aguante en donde la irracionalidad era celebrada como un campeonato del mundo. Un pelotudo que después de un clásico tira “Empatamos 2-2. Nos hicieron 2 goles y nosotros les bajamos a 2” era repetido en cadena nacional como parte del folklore cuando por la cara misma del autor de la frase uno se daba cuenta que no podía destruir ni un grano. Esa espiral de violencia mental –a veces lamentablemente materializada en muertes- potenciada por algunos programas llevó a la aguanterización de la vida. Producto de esa alienación hubo una buena parte de la sociedad probando a ver hasta dónde se podía tirar de la piola. El respeto era cosa de pelotudos, sobre todo si era a la ley. Si no metías una molotov y un scud en un recital eras un forro, si tenías que armar un espectáculo y no metías el triple de la gente de la capacidad del lugar eras un tonto.

Esa carrera ascendente por ver quién era más vivo terminó en una tragedia que obligó a replantearse un montón de cosas y que poco a poco provocó que la sociedad comenzara a tomar conciencia de que ese espiral infradotado no conducía a ningún lado.

La tragedia no sirvió para erradicar a estas bandas organizadas al calor de dirigentes –políticos y deportivos- con complicidad de todas las patas que forman parte del fútbol. Tampoco para aquellos que se transforman en la cancha creyendo que son parte de “la banda” por comerse un chori al lado de El Nunchaku Domínguez, el capo de la barra. De lo que nos vamos a ocupar es de aquellos quijotes que se empeñan en comportarse como si estuvieran en la popular de una cancha de fútbol en cualquier ámbito de la vida cotidiana. Esos que van al choque contra esos molinos de viento que es la sociedad moderna que, conciente de los horrores del pasado, intenta reencauzarse ante este forajido solitario. Esos que parecieran llevar una marca que les impide adaptarse como corderos a este mundo.

Entre los ámbitos que se lo suele encontrar están:

Transporte publico: El barra brava urbano –así lo llamaremos- suele preferir el colectivo. Como el guepardo expectante para ir al acecho de un ciervo que camina por la sabana africana, el barra brava se ubica al fondo a la izquierda del colectivo al lado de la puerta. Se aferra a un caño como si fuera un paravalanchas y se pone a cantar cantitos de cancha y sus deformaciones como “Bondinero, bondinero, que amargado se te ve, cuando vos ponés el SUBE, tu mujer se va a coger”, “Tachero no chamuyés más (x2), vos no te garchás, ni a Jorge Rial” o “Cantemos todos que el bondi está de fiesta, cantemos todos que el bondi va a Paternal, cantemos todos que los taxis están de luto, que son todos negros brutos que dicen que está todo mal” . Siempre al lado de un chico con la boca manchada por un bombón helado o una vieja achacosa que no entiende claramente si está en un bondi o si la está llevando Caronte en su barca por el Río Estigia. Si bien, por lo general, no recibe el apoyo de ninguno de los presentes, en algunas oportunidades despierta al monstruo que se encontraba oculto en algún oficinista y nuestro barra brava se encuentra listo para librar su Termópilas personal contra todo el sistema establecido. Cuando la derrota es inminente se despacha con un “Canten putos, no sean amargos” o “son todos plateístas de la vida

Supermercado: El barra brava urbano siempre va a hacer las compras al supermercado chino para sentirse que está jugando el Mundial de Clubes de la vida en Yokohama para poder chapear con el vecino que el va al mercadito de cabotaje (explicarle que el que te atiende es coreano es más jodido que hacer que Marchetta se clave un agua finamente gasificada). Se cuela en la cola del supermercado. Quiere arreglar con la policía para que lo dejen pasar sin entrada y el cana de turno le informa que es gratis. Le mete una mano y roba a una vieja el changuito con colores del club rival al suyo, después con la vieja hecha mierda en el piso empieza a entonar cantitos avisándole que le afanaron el changuito y que si tienen huevos –explicarle que las mujeres no tienen huevos es mas difícil que Aimar Centeno ganando la Champions League-. Un pibe le choca sin querer el changuito y ya lo quiere matar a trompadas y le revolea piedras para el gato.

Plaza con los hijos: Por esos misterios de esta vida, este energúmeno que no comprende bien que sucede alrededor y para el que todo es un gran paravalancha muchas veces logra procrearse. No importa el sexo, el género o si nace un alien, el barra brava como cualquier futbolero de ley busca contagiar la pasión por el fútbol y lo deja optar libremente por los colores de los cuales va a ser hincha (siempre y cuando entendamos por “libremente” a una amenaza de dejarlo tirado en un volquete al lado de un campamento gitano). Que mejor ámbito para que un chico desarrolle su amor por el fútbol que la plaza. Pero no se contenta con acompañar a su hijo y que juegue con el resto de los presentes. Si el equipo del hijo va perdiendo no se queda como un plateísta sino que interviene directamente, ya sea ofreciéndole pebetes a los rivales para que vayan para atrás o si se niegan a ir para atrás, pasa directamente a la amenaza con pegarle o pincharle las ruedas del triciclo. Mira el partido parado arriba de los pasamanos arrojándole objetos contundentes a los rivales de sus hijos. Finalmente, la victoria se festeja con toda la familia tomándose los testículos y gritándole la victoria en la cara a los rivales. Las derrotas terminan con el barra brava urbano sanfilippeándola toda con el arquerito propio diciéndole “usted pibe, se comió todos los amagues”, haciéndole tragar arena a los niños rivales, acusándolos de doping con Danonino adulterado y cantándole cantitos de cancha para recordar como un coloso de 35 años en inferioridad numérica corrió a 4 chicos de 4 años.

Si llegaste hasta el final de este estudio sociológico tan relevante –tan relevante como la carrera de Michael Díaz– quiere decir que no saliste corriendo como Migliore cuando ve la ruta 2. La idea era decir que: es inevitable que sentir pasión por los colores que elegimos desde chicos y que no cambiamos, es inevitable también que impacte en el humor que tengas durante la semana pero esa irracionalidad que nos podemos permitir adentro de una tribuna mientras no jodamos a nadie, te puede convertir en un payaso (todo era una burda excusa para meter esta foto (?). Seguro pensás que lo que escribí es una boludez como las cubanas de Distasio y me querés fajar como Scorpion y Sub-Zero a Arano, así que mejor me rajo porque me siento la Virgen del estadio de Colón en manos de Garcé. Si llega a gustarles, ya va a aparecer Caruso pidiendo copyright.

Díaz Bruno

Bruno Díaz

En la humanidad estamos quienes nos dejamos llevar por la rutina con el placer de putear a los que están en la televisión mientras picamos algo y aquellos que buscan luchar por un mundo mejor. Dentro de esta última especie, están aquellos que buscan estar en la marquesina de la vida con un cartel luminoso que diga “este tipo pone guita” para que lo idolatren. Pero también hay otros héroes anónimos que hacen un trabajo de hormiga desde las sombras. El fútbol no es la excepción.

Bruno Díaz nació en 1988 en el seno de una familia acomodada de San Antonio de Areco cuyo principal negocio era la maquinaria agrícola, hasta que una fatídica noche después de ir a ver al circo de Carlitos Balá, un payaso pasó la gorra mientras apuntaba a los padres de Bruno con una pistola de agua. Los padres murieron por el olor a chivo que emanaba de las axilas del payaso que era más radioactivo que un Naranjú recalentado en un microondas. Obviamente el golpe caló hondo en la psiquis del joven Bruno quien se juramentó combatir a los hampones. Así es que fue entrenado por los mejores maestros como Randolph McLane y Héctor Echavarría, siempre bajo la atenta tutela de Alfred, su mayordomo. Soñaba con limpiar la sociedad de los malandrines que tanto daño le habían hecho. Un buen día Alfred se jugó un pleno en la ruleta de un casino clandestino y le salió como el culo, se fugó a Luján pero en un descampado lo agarraron los matones del casino y le hicieron poner hasta el último centavo.

Arruinado y forzado a comenzar de cero, se juramentó luchar para que en el mundo no volviera a cometerse ninguna injusticia más. Bruno se vio obligado a llegar a lo más bajo de la dignidad humana, teniendo que trabajar de mimo en los semáforos. Alfred por su parte se convirtió en un reconocido travesti de la zona, según Daredevil si te agarraba te dejaba ciego. En esa época, por las calles de Luján comenzó a circular el rumor de un encapotado que por las noches atormentaba a los malhechores. Desde ladrones, asesinos e imitadores de Arjona todos se vieron atormentados por su figura. Varios fueron los impostores que buscaron sin éxito hacerse pasar por nuestro héroe. Si bien los principales villanos se encontraban en otras ciudades más ricas, Bruno se enfrentó por las noches con imitadores de Guasón, Pingüino y Gatúbela a quienes enfrentó principalmente en los potreros y boliches de la zona.

Pero tras derrotarlos a todos, quiso un desafío que estuviera a la altura de las circunstancias y se dio cuenta que había un villano que hacía mas de 30 años comandaba con mano de hierro la AFA e incrementaba su fortuna personal y la de ciertos amigos ocasionales en desmedro de las economías de los clubes cada vez más empobrecidos. Acomodaticio ante los cambios de gobierno y creador de nefandas prácticas como el promedio o los campeonatos cortos, el poder de ese villano residía en su anillo que decía “Todo Pasa”, el cual le daba poder para cometer todo tipo de tropelías sin ningún tipo de escarmiento. Bajo una supuesta desidia designó siempre a los más inútiles y corruptos del condado en puestos claves. Bruno veía como estos alguaciles del mandamás de turno negociaban día a día con lúmpenes vinculados a lo más rancio de la política que adjudicándose el carácter de centinelas del aguante no paraban de producir desmanes, empañar el fútbol e incluso a veces en colaboración con ineficientes operativos policiales solían «obsequiar» algún muerto. Ese muerto que cambiaba su identidad en reiteradas oportunidades siempre fue adjudicado al futbol con la impunidad que tiene un pedo en un ascensor.

Así es que el joven Bruno decidió infiltrarse en las inferiores del Club Luján, por tratarse de un club del ascenso al cual el hombre del anillo no le iba a poner tanta atención e iba a permitir minar su poder desde adentro y cuando Don Julio (así lo llamaban los lambiscones de turno) menos lo esperara daría la estocada definitiva para liberar al fútbol argentino de su karma. Debutó en Luján donde se destacó como un delantero barullero que sacaba ventaja del caos, porque Bruno en el batifondo es muy bueno. Goles de toda factura hicieron que se fije un grande de la categoría como Dálmine. En Dálmine también descolló con sus asistencias y sus goles.

Por las noches Bruno se dedicaba a atormentar a dirigentes corruptos quienes abandonaban repentinamente su cargo, entregaba pruebas al Comisionado para llevar a juicio al pope y cada vez la situación de Grondona se hacía más complicada. Hasta que de repente Ramón Díaz después del crédito que le había abierto salir campeón con San Lorenzo, se fijó en Bruno Díaz para jugar en el Cuervo. La vida que le había arrebatado a sus padres, le daba una nueva oportunidad después de lucharla entre las sombras durante años, de tragar saliva, de recibir las risas socarronas y algún piedrazo de los transeúntes cuando trabajaba de mimo. Empezó matándose en el entrenamiento pero era difícil cuajar en el equipo campeón. Sus compañeros no le hacían las cosas fáciles porque él intentaba educar a los más pibes desenchufándole la play y hablándoles de religión. Como entrenaba pero no jugaba con el primer equipo decidió entregarse a todos los vicios que le habían estado prohibidos hasta ahora como la colonia Paco o tomar Suin de naranja sin diluir. Iba a hacer facha a Esperanto chapeando con que jugaba en la Primera de un grande y hubo varias advenedizas que hicieron que gaste la prima y los premios a futuro por salir campeón. Después de no salir campeón y el estado calamitoso de sus cuestas, un acreedor lo metió en el Veraz.

Para colmo de males, Michael y Emiliano, los hijos del entrenador le contaron a su padre que Bruno se había entregado a los Vizzios y eso fue la gota que rebalsó el vaso. Desahuciado tanto económica como deportivamente, con Alfred en una mala temporada, tuvo la suerte de conseguir una nueva oportunidad en Los Andes donde volvió su autoestima y sus ganas por terminar con las injusticias de este mundo. Decidió que su carrera debía volver al más oscuro ostracismo y así fue que pasó a Rivadavia de Baradero donde se comportaba como el profesional que siempre había sido y la menor exigencia le permitían seguir cercando al ferretero más poderoso del mundo.

Pero necesitaba asestar el golpe final y para eso necesitaba mucho tiempo libre, así que estuvo un tiempo sin jugar e hizo que una verdadera revolución en el Seleccionado contándole al Camilo Cienfuegos del fútbol, el hermano de Lalo que actualmente era el técnico, que Grondona y sus hijos estaban esperando que no triunfara para ubicar a un doctor con ciertos desequilibrios en su lugar. Esto provocó discordia entre las partes, generando una serie de resultados adversos que en algún momento amenazaron la clasificación al Mundial. Pero como Bruno es más argentino que Jazzy Mel decidió recomponer la relación entre ellos antes del partido con Uruguay. Así fue que se los vio abrazados llorando durante los festejos y profiriendo improperios al aire.

Viajó durante unos meses a Puerto Rico sin éxito y finalmente volvió a Rivadavia de Baradero, en donde sigue elucubrando planes para terminar con el hambre, hacer que Hernán Caire le devuelva las cejas a Bruno Gelber y derrocar desde las sombras a su archienémigo, Julio Humberto Grondona.

Disclaimer: Salvo por que hay un jugador llamado Bruno Díaz y los equipos de fútbol en los cuales se desempeñó, del resto cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia (?).

Delirium Stremiz: Hasta la victoria siempre

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Ese deporte que tanto apasiona a multitudes como es el fútbol desde hace un largo rato fue cooptado por una gran cantidad de mercaderes y advenedizos que lo único que buscan es lucrar con la pasión que genera y es caldo de cultivo para los peores negociados. Allá donde el fútbol se  hiperprofesionaliza (sic), donde se asaltan maternidades en pos del nuevo crack, donde la victoria es un fin que habilita incluso a ponerle precio de remate a identidad, valores y orígenes,  se alzan algunas voces diferentes como las del St. Pauli, el Livorno y el Rayo Vallecano.

Sin embargo, en nuestro país existe una organización que desde hace años pelea desde las sombras casi desde la clandestinidad reivindicando las consignas revolucionarias setentistas. Bajo la fachada de un centro de alto rendimiento deportivo que cobija a aquellos futbolistas que han tenido la desgracia de no conseguir un club ni en Argentina ni en Kamchatka donde ejercer su actividad, sea de la categoría que fuere. Ahí aparecen los Libres del C.E.F.A.R. cuyo significado es Comando Especial de Futbolistas Armados Revolucionarios con Jorge «Coqui» Raffo erigido en una suerte de Camilo Cienfuegos del fútbol, conocido como el Subcomandante Coqui.

Este comando revolucionario se encarga siempre de proteger los intereses de los más humildes así siempre se expondrá a goleadas de equipos que vienen de capa caída y hará pata ancha frente a los equipos que lleguen con ansias de hacer tierra arrasada. Así mismo la conformación del C.E.F.A.R. es variable para que sea difícil desarticularlo por lo que es común que algunos de sus miembros cumplan misiones desperdigando la prédica del Subcomandante Coqui por países como Eslovaquia, Maldivas, el ascenso italiano y combatan el capitalismo salvaje como alguna vez las fuerzas revolucionarias setentistas colaboraron en combatir al dictador nicaragüense Anastasio Somoza.  Entre los cuadros actuales tenemos a Andrés San Martín, Ariel De la Fuente, Cálgaro, Livio Prieto (hace pasantía en las Brigadas Rojas del Sportivo Italiano) y algunos que siempre estuvieron en la clandestinidad como Emmanuel Francés más conocido como el Mariscal Robespierre.

El Subcomandante Coqui es un motivador nato y arenga a sus muchachos para que sean verdaderos prohombres dispuestos a entregar la vida por la causa. Así parafraseando a Bretch tira «El que no sabe jugar simplemente es un limitado. Pero el que sabiendo reniega de ello, es un hijo de puta» (Bertolt Bretch: «El que no conoce la verdad simplemente es un ignorante. Pero el que la conoce y la llama mentira, ese es un criminal«.). O contra toda la parafernalia vaciadora de contenidos del capitalismo salvaje se atreve a citar a  John William Cooke tirando «Con la resistencia no alcanza, sin contraataque no hay victoria» cuando a los camaradas les cascotean el rancho y quiere que salgan. Hubo un partido que enfrentando al Sportivo Patria, reducto de células muertas del grupo fundacional y más rancio de Tacuara, vio como Livio Prieto pecaba de individualista y lo reprendió con una enseñanza de Oesterheld  «El único héroe válido, es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo!!!». De más está decir que San Martín y Cálgaro juegan con la hoz y el martillo entre los dientes. El Subcomandante Coqui es muy severo, si ve que los camaradas están aburguesados arma una purga en el equipo en la búsqueda del hombre nuevo.

En el vestuario no suena cumbia o rock barrial sino Pablo Milanés y Víctor Jara. En vez de rezarle a la Virgen María pidiéndole la paz del mundo alaban una estatuita de León Trotsky implorándole la revolución permanente, en vez de masajear músculos se leen pasajes de la obra de Noam Chomsky. En los picados cuando es cuero vs. camiseta todos eligen y se pelean por ser Descamisados.

Los muchachos del Subcomandante Coqui no se quedan solamente en la banalidad de la estupidización de clases proletarias con 22 tipos pateando una pelota sino que prestan servicios a la comunidad como ayudar a ancianos a cruzar la calle o llevarle pan dulce en año nuevo al pobre muchacho que quedó afincado en una cabina de peaje. También se entrenan desde la clandestinidad en tácticas insurgentes armando sublevaciones contra guardias urbanos, echándose buenos garcos en los baños de cadenas multinacionales de comidas rápidas como protesta por la explotación laboral, cruzando en rojo con el auto desafiando a la autoridad policial y escuchando los discos de Xuxa al revés. No entienden tanta persecución a la minería a cielo abierto reivindican la setentista ingesta de cianuro (?)

Porque, como les inculca el Subcomandante Coqui, «es preferible perder de pie, a ganar arrodillado«. ¡Venceremos!

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¡Por el poder de Groothuis!

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En este fútbol moderno los jugadores se convirtieron en verdaderas mercancías ambulantes y se pasean exhibiéndose por la vida -muchas veces sin comprenderlo- como transmisores de una idea que privilegia el invidualismo y lo banal. Es ahí donde la urgencia exacerbada por el fútbol como show más que como deporte hace que la pelota por momentos quede relegada a un segundo plano y que se le dé mayor importancia a todo aquello que es periférico y decorativo como elogiar el aguante de una hinchada al límite de que algún día vamos a llegar al paroxismo de dos hinchadas insultándose por los avatares de un partido que no tiene protagonistas en el verde césped.

En ese contexto son fundamentales algunos periodistas deportivos que se creen centinelas de una verdad que sólo puede ser revelada al resto de los mortales por ellos mismos, que hace que se elogien jugadores que no están participando del juego o se elogie la entrega de un jugador con graves nociones conceptuales del juego o que pasó de largo 10 veces antes de recuperar una pelota, que hace dudar al espectador que no haya amiguismo, o lo que es peor, acuerdos espurios con el advenedizo representante de turno. Algún día vamos a llegar al absurdo de que se nombre figura a alguien que ni siquiera jugó el partido. Como vemos en la foto, a Maranga se lo comparaba con la fina estampa de un Power Ranger que defendían a la humanidad privilegiando los golpes estéticamente bonitos (?) al rival en vez de pelar una bazuca y volar a la mierda después de simular estar muerto.

Algunas otras comparaciones realizadas por periodistas respecto de protagonistas:

Verón tiene cosas de Mr. Satan se cree un grosso y los medios lo inflan por su depurada técnica pero en realidad no existe. Otros lo comparan con Clark Kent porque siempre se borra en las difíciles.

– El Ogro Fabbiani se parece a Alf porque vive en la cocina y no para de comer gatos. Otros lo comparan con el Boxitracio porque se resalta la panza y sus golpes.

Tuzzio es Aldebaran.

– La AFA está llena de esclavos que le dicen «chi chi amo» a un viejo decrépito como Monstar claro que en vez de la estrella lunar del Limbo, Don Julio recita «Anillo en Anular del Limbo dáme la fuerza, la impunidad de ser invencible » (?) convirtiéndose en el vicepresidente y azote del mundo.

– A Mario Gómez lo comparan con Super Ratón.

Migliore es Chittara por cómo corre por ruta 2.

Bianchi es como McGyver es capaz de juntar varios fiambres y hacer un arma infalible contra cualquier adversario.

Giuntini tiene cosas de Sledge Hammer porque en un momento andaba con «Magnum» Magnín al lado pero la diferencia es que uno entraba en accion con Duró y el otro duro.

– Al Cholo Simeone con Skeletor por su odio a He-Man.

– Los D’Amico son como los Gemelos Fantásticos: cuando se juntan uno tiene agua en las venas y el otro es un burro.

Baldassi es el Comediante de Watchmen porque atrás de la sonrisa de bromista y hacerse el que imparte justicia hay un sádico hijo de puta.

– A Caruso Lombardi lo comparan con Scooby Doo porque no sale a buscar la victoria, se mete atrás, se esconde y casi sin querer termina ganando siempre.

– Al Gato Andrada se lo compara con Dos Caras primero uno se hizo conocido por brillar como arquero y el otro como un implacable alcalde de Ciudad Gótica, después las cosas se fueron a la mierda y se transformaron en dos criminales despiadados.

Pelé tiene algo de Bebop y Rocoso porque se le vive escapando la tortuga.

Cubito Cáceres tiene cosas de Popeye: es pelado y si consume cosas verdes puede hasta resistir un puesto de panchos por la cabeza.

– El plantel de Quilmes es como los Pokemon: tenés animalitos de todos los colores pero si los ves un rato te pueden agarrar convulsiones (?)

Delirium Stremiz: El animé de Damonte

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Para combatir las ideas extranjerizantes que tanto mal le han hecho a este país, la verdad que leí complacido una nota sobre la creación de un dibujo animado que haga que los chicos empiecen a valorar el país que tenemos y tomen conciencia de que tanto los Teletubbies como el dinosaurio Barney son agentes de la CIA y están viniendo por el agua.

Con ese espíritu es que se creó una serie de animé onda los Supercampeones (Captain Tsubasa) en el cual el personaje principal en vez de un hábil número 10 que define de chilena todos los partidos en el último minuto, es un rústico número 5 de escasas condiciones como Israel Damonte de un equipo regional llamado el Búrpi, que se mete descaradamente atrás todos los partidos. En el último minuto, el héroe muestra su técnica especial que es un rechazo a la segunda bandeja de puntín para mantener el empate y cumplir con la media inglesa.  Mario Gómez haría las veces de Roberto Zedinho que le promete un pase a un club del ascenso europeo al joven Israel (nunca le aclara que va a tener que ir en bondi combinando desde acá cruzando a Europa a través de Groenlandia y con una balsa llega a Islandia para robarla en algún equipo de Reykjavik en el capítulo final). La habilidad especial de Mario Gómez es esconder las pelotas desde el primer minuto incluso en los partidos de entrenamiento o meterse atrás contra los conos.

Obviamente que la barra del equipo de Damonte, el Búrpi  en vez de alentar con banderas y cantar (con excepción de los plateístas que cantan «Búrpi, Búrpi ganará, revéntala al lateral«)… persiguen al juez de línea le hacen señas amenazantes y le revolean encendedores. O lo mean para educar a los jóvenes del semillero.

Sus principales rivales todos rustiquísimos volantes centrales o recios zagueros que definen los partidos con sus técnicas especiales.  Entre los personajes de este animé están:

Rodolfo Graieb con su técnica especial: los laterales

Rodolfo Aquino que pone una escuela de fútbol en donde enseña a autoagarrarse la camiseta para ganar faltas en ataque

Bottinelli es como Aoi Shingo. Un diamante en bruto que no termina de explotar. Su técnica especial son los codazos innecesarios pasa que lo pescan siempre in fraganti.

Patota Morquio es él que tiene más enjundia de todos para ir a defender, claro que se le sale cadena y aplica su técnica especial: codazo a las costillas en los córners.

– El Karateca Vallejos es el Bruce del equipo de Damonte (o sea rústico entre rústicos) cuya técnica especial es realizar tratamientos de conducto a los rivales con total impunidad.

– Si de técnicos complicados hablamos, Ramaciotti cuando se ve complicado arenga a las masas rogando por una matanza y amenaza a los delanteros rivales a que si hacen un gol no salen vivos de ahí. No se da cuenta que arriba está Stracqualursi.

Brusco que tiene como técnica especial mostrar golpes inexistentes para que le cobren foul en ataque (?)

Ramasco tiene una habilidad que es observada por varios ojeadores (?) del fútbol europeo: putearse con los plateístas y devolverles los objetos contundentes que le arrojan (?)

– Al arco tenés a Vivaldo con su ajusticiamiento deslizante al delantero rival o Sessa que cuenta con múltiples técnicas especiales como el ajusticiamiento de camarógrafos, taponazo descendente a la sien o la exhibición del resumen de cuenta a un alcanzapelotas.

Pedrito Aguírrez tiene como técnica especial que es la plancha a destiempo directo a la pantorrilla con posterior gesto pidiendo amarilla por simular.

– El mediocampo Matías Escobar-Germán Basualdo-Semino que tantas alegrías le dio a Gimnasia son como los hermanos Korioto del animé y hacen jugadas combinadas, claro que en vez de tirar «El Huracán en el Cielo» o «La Catapulta Infernal» tiene una técnica especial que rebotan uno en un palo, el otro en el otro y uno en el travesaño y después van a cargar directo al arquero mostrándole los tapones de aluminio o le hacen una ronda al lado del jugador rival y mientras 2 tapan el otro le muerde los testículos.

– Uno de los jugadores es un falso Giunta que para hacerlo parecido a los Supercampeones tiene problemas del corazón y una barra de travucos liderados por Manotazo Fernández que le quieren tirar la piola. Su técnica especial: el tackle deslizante de cabeza.

Césaro tiene como técnica principal la barrida con dos piernas para adelante en plancha y posterior levantada de brazos alegando simulación de fractura de fémur.

Tras la creación de este animé cierto embajador de la UNICEF tendrá que aguzar el ingenio y recurrir a un sinnúmero de técnicas para aprontar a esta nueva camada de chicos nacionales y populares.

Delirium Stremiz: Combatiendo el ostracismo

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No hay peor sufrimiento para los técnicos que no laburar. Y hay momentos en que el técnico al que echaron del sistema, está esperando un puesto que cree merecer y no merece, o en su defecto algún destino exótico donde robar. En ese momento que puede durar largos años, es importante que el entrenador no se desespere y consiga un microemprendimiento para llegar a fin de mes porque, lamentablemente, Niembro no tiene más vacantes en La Última Palabra, producto de la competencia de árbitros mediocres y corruptos, ex jugadores peseteros y técnicos más impresentables y chantas.

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Como el Patón Bauza, que se animó a meter clases de tenis para ganarse el mango, hay otros técnicos o ex jugadores que aspiran a serlo, que también se animaron:

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Delirium Stremiz: Lucha de clases

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En un fútbol hiperprofesionalizado en donde la integridad moral se vende por migajas a los buitres de carroña de turno, en donde existen jugadores que se miran por las pantallas gigantes de los estadios a ver si salieron bien peinados y en donde uno vale lo que su cuenta bancaria dice, nos olvidamos que la guerra se perdió hace unos años ante el silencio y el caudillo de la rebelión pasó al ostracismo sin pena ni gloria.

El foco de la resistencia contra el metrosexualismo que avanzaba a manos de Mohamed o Gamboa o el peseterismo incipiente de un Tweety Carrario, el Obi Wan Kenobi del balompié, se hacía llamar Hugo Leonardo «Perico» Pérez que después lucharía por los derechos de los caceroleros. Desde chico Perico -con un pasado no revelado en la Facultad de Filosofía y Letras- pese a la calma habitual que lo caracterizaba para jugar mostró siempre temperamento frente a los poderosos así es que se fue de Racing por los manejos de Juan Destéfano – además no le convencía que de marcador de punta anduviera su vástago (?) -, de Ferro porque el Gordo Cordon se negaba a pelear por la ley de obesidad como lo hiciera Politti en un futuro, hasta finalmente recalar en Independiente, club al cual eligió -pese a ser tildado de menchevique por los latifundistas de la Guardia Imperial- por su directa relación con los autores que los cautivaron en sus épocas de Puán como Marx, Feuerbach, Lenin o el Caballero Rojo.

Desde ese mediocampo del Rojo combatió a los cipayos y la patria financiera lo cual lo llevó a la Selección de Basile y por momentos se pensó que la anunciada revolución del proletariado había llegado al verde césped. Entre los rivales que tenía que enfrentar Perico había uno que se destacaba por reunir todas las características del conservadurismo futbolero, Darío Cavallo.

Cavallo era un defensor de los valores de cantar el himno antes de los partidos para defender la patria, la vuelta de la familia a las canchas y la propiedad al hablar de sus compañeros (?). Darío Cavallo generaba resquemores entre sus compañeros del Lobo en parte por ser yerno del D.T. que los intimaba a llevar a los gatos a sus casas y que los inviten a desayunar con la familia en vez de aventuras amorosas en el auto para no derrochar batería, bajo pena de no percibir el salario. Pero la situación con sus compañeros hizo eclosión cuando lo mandó a cortarse el pelo al «Rata Blanca» Ortíz y le sacó el cassette de Sepultura poniendo en su lugar los cantos gregorianos para que los pibes de inferiores -a quienes les encanutó y quemó las Eroticón- cultiven su alma o cuando le dijo a Gustavo Dueña porque con ese apellido parecía un afeminado. Cuando Cavallo pasó a Banfield declaró orgulloso «me gustan sus colores porque simbolizan la blancura de alma por la cual peleamos todas las personas de bien y el ‘in God we trust’ de los dólares».

En aquella tarde del 25 de junio de 1995, el Lobo podía consagrarse por primera vez como campeón en el profesionalismo, Independiente iba a ser el árbitro de la contienda. El ambiente ya venía caldeado en la semana previa por la prédica de Perico para que paren las matanzas en los Balcanes y Cavallo no se la bancó y saltó en defensa Milosevic al grito de «Pérez no existe, en Esparta lo hubiéramos tirado al Monte Taigeto. No se puede permitir decir cualquier cosa en los medios: más que libertad esto ya es libertinaje«. Al final Timoteo dispuso que Cavallo arranque desde el banco y allí se quedó todo el partido defendiendo el capital con una remera que decía «Join the U.S. Navy» y mostrando para las cámaras un flamante tatuaje de Fernando Siro. Sin embargo, Perico fue titular y cuando Javier Mazzoni puso el 1-0 que le aguaba la fiesta al equipo platense lo fue a buscar directo -sin que lo vea el árbitro- a Cavallo y le dijo al pasar «Perón, Evita, la Patria Socialista» mientras revoleaba la camiseta lo que Darío interpretó claramente como un homenaje a la organización «Descamisados». Se tomaron a golpes de puño inmediatamente pero no fue registrado por las cámaras de TV porque Perico Pérez le dijo a Tití «gordito bigote traficante de capitán del espacio te la voy a hacer caber» mientras los sobornaba con una bolsa de caramelos mumu.

Al final de ese campeonato, Perico consiguió el tan ansiado pase al Sporting de Gijón para hacer la diferencia económica pero en realidad era para financiar al ejército de liberación de Logroño que proponía al comandante Ablanedo II como su líder. Cavallo se quedó caliente por el duelo y antes de que parta le colgó enfrente a la casa un pasacalles en donde se leía «No contamines el país del Generalísimo Franco con tus ideas extranjerizantes».

El desenlace de esta rivalidad la conocemos todos: el establishment venció y por intermedio del tío de su némesis, Domingo, le birlaron los ahorros a Perico que para colmo de males no pudo convencer a Nito Artaza de que lo deje hacer temporada en Mar del Plata con Juddith Gabbani y terminó haciendo publicidades de Essen

*Disclaimer: los hechos relatados pueden no ser del todo ciertos y ser producto de la imaginación del autor, que a su vez no se hace responsable de la veracidad del relato. De hecho creo que ninguno de los dos jugó el partido pero son detalles menores (?).