Torres (arquero de Sol de Mayo) con buzo de Colón (2019)

El sorteo de la Copa Argentina 2019 determinó que Rosario Central, campeón de la edición anterior, debutara frente a Sol de Mayo, un equipo de Viedma que jugaba en el Federal A.

La siempre polémica neutralidad de la competencia basada en un concepto de intervalo espacio-tiempo bastante particular, hizo que el partido se jugara en la cancha de Colón, a 1.200 kilómetros de la capital de Río Negro y a menos de 200 de Rosario.

Teniendo en cuenta esta particularidad, la cosa se le complicó al modesto club sureño cuando el árbitro Héctor Paletta vio el buzo del arquero Leonardo Torres y entendió que se podía confundir con la camiseta rival. Difícil ir a la utilería a buscar otro.

La solución estuvo en tomar prestado uno del dueño de casa, aunque hubiera que hacerle unos retoques: un poco de cinta para diseñar el número 1 en la espalda y un parche para tapar el escudo del Sabalero. Y a jugar.

La historia terminó de la mejor manera para los patagónicos: tras empatar en los 90 minutos, consiguieron avanzar a la siguiente ronda tras la definición por penales. Torres no detuvo ninguno, pero con su indumentaria ajena encandiló (?) a Germán Herrera y a Pablo Becker, quienes desviaron sus remates.

Rafaela «Atlético es Rafaela» (2017)

¡Qué lindas las camisetas sin publicidades! Aunque esta expresión cargada de nostalgia sea tomada como una verdad incuestionable, no siempre la cosa es así. Y hay motivos para justificarlo.

Primero, porque no todas las publicidades son de una compañía de seguros que usa el violeta y amarillo para estampar su nombre en el pecho de once tipos que irremediablemente se van a ir al descenso: hay casos en las que un “friendly sponsor” ayuda a que una camiseta sea más linda.

Segundo, porque a veces una marca hace más identificable a un equipo (Racing “Rosamonte”, Independiente “Ades” o Boca “Parmalat”, son algunos ejemplos).

Tercero, porque el hecho de que una inscripción aparezca al frente de una prenda no siempre es culpa del vil capitalismo.

En este último concepto se puede incluir lo hecho por Reusch en la presentación de su modelo para Atlético de Rafaela en la temporada 2017/18. La salida de Sancor, histórico auspiciante de la Crema, dejó un espacio vacío en la camiseta del equipo, algo que al parecer les resultó insoportable.

Por eso, se decidió estampar un innecesario “Atlético es Rafaela”. El resultado final daba una prenda tan hermosa como Formosa (?).

La inscripción, que no dejaba en claro si se trataba de una forma de atenuar la ausencia de la empresa láctea, una campaña para captar socios o simplemente una declaración unilateral sobre quién es el capo de la ciudad, duró solo un partido. Fue en la derrota ante Banfield, por Copa Argentina, en la provincia anteriormente mencionada.

Para el siguiente encuentro, el debut en el Nacional B frente a Gimnasia de Jujuy, la leyenda desapareció sin dejar reemplazante, poniendo en duda una vez más aquella relación entre la belleza y la ausencia de publicidades.

Racing camiseta Sportlandia y pantalones Adidas (1980)

La imagen corresponde a la tarde del 26 de octubre de 1980. Aquel día, Racing venció a Vélez por 2 a 0, utilizando camisetas de una marca, pero pantalones de otra. La celeste y blanca, que lucen Scalise, Barbas, Albisbeascoechea, Carlos López y Calderón, había sido confeccionada por Sportlandia. Los shorts, estaban a cargo de Adidas.

¿Otro detalle? Las casacas no tenían un bastón central, por lo que no eran aptas para personas con algún tipo de TOC ligado a la simetría. Igual esa perturbación mental no se había inventado en los 80’s, así que todo bien (?).

Más allá de la combinación de empresas textiles en el mismo equipo, hay otra cosa que se destaca por su rareza: la tribuna llena las pelotas que sostienen los jugadores marca Garcis, una empresa mexicana muy popular en su país en aquella época (vistió a Pumas, Guadalajara, Atlante, Tigres y hasta a la Selección). Esta compañía realizó algunos actos promocionales en Argentina, pero nunca llegó a comercializar sus productos.

San Martín de Tucumán gris con parche (2008)

El equipo tucumano había logrado el ascenso a Primera División en la temporada 2007/08 utilizando una camiseta suplente de color gris, algo bastante lejano de sus tradiciones, pero “permitido” en la era del marketing en el fútbol.

Unos meses después, cuando comenzó el campeonato en la máxima categoría, la pilcha alternativa seguía siendo la misma. Aunque esto no tuviera nada de malo, se presentaba un problema: el contrato de sponsoreo con Refinor, la marca que lucía en el pecho, había finalizado.

En las primeras dos fechas del Torneo Apertura 2008, San Martín no tuvo inconvenientes de vestimenta, ya que presentó una nueva casaca titular, totalmente libre de publicidades.

Sin embargo, para la tercera jornada, cuando recibió a Argentinos Juniors, tuvo que vestirse de gris. Como Kappa no había confeccionado un nuevo diseño, la solución fue el viejo y querido parche. Y aquí no ha pasado nada.

Miño con pechera (2020)

A primera vista, pasa desapercibido. Es que todas las miradas se las lleva esa extraña camiseta de Rosario Central o, en menor medida, los pantalones arremangados de Fabián Rinaudo. Sin embargo, el toque distintivo en la vestimenta del Canalla tuvo como protagonista a Marcelo Miño.

Sucedió el 29 de diciembre de 2020, cuando el equipo rosarino visitó a Aldosivi. A pesar de los colores del Tiburón, la pilcha preparada para los arqueros era completamente verde. Un riesgo.

Aunque desde el club insistían con que la Liga Profesional había aceptado este atuendo, el árbitro Fernando Rapallini determinó que podía confundirse con la habitual casaca del cuadro local, y ordenó modificarla. ¿La solución? Una pechera celeste, sin número y sin el auspicio del Banco Municipal. Un recurso simple, efectivo y horrible.

Huracán verde (2013)

Aunque oficialmente el Club Atlético Huracán fue fundado el 1º de noviembre de 1908, sus orígenes se remontan hasta 1903, cuando un grupo de adolescentes de Nueva Pompeya decidieron constituir un equipo que, tras varios cambios en su denominación, adquirió el nombre de “Verde Esperanza y Nunca Pierde”.

Unos años después, la institución fue formalmente constituida, adoptó su mote definitivo, estableció el color blanco en su divisa y dejó de lado el verde esperanza. Y lo de nunca pierde, también.

Recién en 2013, cuando la empresa Joma vestía al Globo, se le realizó un homenaje a aquel distintivo que Huracán usaba antes de ser Huracán. El diseño, confeccionado a partir de la solicitud de numerosos socios que propusieron esta variante, no parecía una mala idea, aunque su implementación no siempre fue la correcta.

La utilización de una camiseta verde ante equipos como Almirante Brown o Crucero del Norte no se justificaba más allá de una cuestión de marketing. Pero mucho menos había necesidad de repetir su uso ante Ferro.

Aquella tarde del 3 de marzo de 2014, los de Parque Patricios fueron Verdeolagas, mientras que los de Caballito se vistieron de blanco, como si fueran los Quemeros. Una jugada maestra (?) de la marca que vestía a ambos conjuntos. Cosas que un siglo antes no pasaban.

Lugano con pecheras (2019)

Sábado 11 de mayo de 2019. Por la última fecha del torneo de la Primera D se enfrentaban Cambaceres y Lugano. El que estaba en el fondo de la tabla contra el que se ubicaba un lugar arriba. Sin posibilidades de entrar al reducido ni quedarse parados un año (esa temporada no hubo desafiliaciones), el partido tenía todos los números para pasar sin pena ni gloria. Y así fue, salvo por un detalle.

La anécdota rebosante de ascenso fue el tema de la vestimenta. Teniendo en cuenta que a un equipo le dicen el Rojo y al otro el Naranja, se suponía que uno de los dos iba a usar su camiseta alternativa. Sin embargo, el visitante llegó a Ensenada con su pilcha habitual, mientras que el local no disponía de una variante.

¿Cómo se solucionó esto? Apelando a un juego de pecheras sin números, que los jugadores de Lugano lucieron con orgullo, al punto de que sirvieron (?) para ganar 1 a 0 y así decretar la peor campaña en la historia de Cambaceres, en medio de esta nota de color. De color azul.

Aldosivi «Gracias Tandil» (2001)

El viejo Torneo Argentino A reunió, durante dos décadas (1995 a 2014), a muchos de los equipos más populares, y otros no tanto, de las ligas regionales, que intentaban año tras año subir a la Primera B Nacional. El camino era durísimo, con viajes largos, presupuestos cortos, canchas complicadas y muchas veces con un solo ascenso como premio. Y claro, también estaban los obstáculos inéditos.

En enero de 2001, Aldosivi de Mar del Plata arrancaba una nueva ilusión dirigido por Alejandro Giuntini. En sus filas, tenía jugadores como el ex Boca Andrés Bogado, el ex Lanús Claudio Lacosegliaz y el colombiano Graceliano Mosquera, un lateral por izquierda que perdió la vista de un ojo en ese torneo y tuvo que dejar de jugar al fútbol gracias a un artero golpe que le aplicó el delantero Mariano Martínez, de Belgrano de Santa Rosa.

Más allá de los futbolistas de escaso renombre, el principal enemigo del Tiburón en esa oportunidad fue su propia ciudad, que le dio la espalda cuando el club se vio acorralado por la utilización del estadio José María Minella para el Mundial de Seven de Rugby, los excesivos costos de los operativos policiales en plena temporada de verano y las exigencias del organismo de seguridad de la Provincia, el COPROSEDE, comandado por el ex árbitro Javier Castrilli.

Aldosivi tenía que hacer de local, pero no tenía cancha. Y ninguno de los otros estadios de la ciudad eran habilitados. Le buscaron la vuelta y finalmente la encontraron, jugando lejos de Mar del Plata: a 170 kilómetros.

Tandil fue la ciudad que abrió las puertas, prestando el Estadio Municipal General San Martín (ahí jugó Ronaldinho en el Sudamericano sub 20 de 1999), para que el equipo marplatense recibiera a Luján de Cuyo por la 4º fecha del Torneo Argentino A.

Según las crónicas, unos 350 hinchas acompañaron al equipo del Puerto y colocaron una bandera que decía: «MDP, metete el estadio en el culo». Clarito.

Y si bien los mendocinos ganaron 2 a 0, el detalle inolvidable para los de Aldosivi es la camiseta alternativa de la marca Envión que usaron ese día, con la leyenda «Gracias, Tandil».

Mientras tanto, ese mismo 28 de enero por la noche, el Estadio Minella se vio colmado para celebrar la presencia del all black Jonah Lomu y el tercer puesto de Los Pumas en el rugby de 7 jugadores. Algo más marketinero, para la gente bien, que el viejo y querido Torneo Argentino A.


Créditos de la foto: Diario La Capital.