
En septiembre de 2003, el Athletic de Bilbao recibió al Mallorca por la Liga Española de Fútbol. La actuación del equipo local fue brillante en todo sentido y se floreó con un 4 a 0 inapelable. Claro que el último tanto contó con la colaboración de un inexperto portero como Samuel Eto’o, que había ingresado minutos antes por la expulsión del argentino Leo Franco. El delantero de Camerún poco pudo hacer aquél día, tanto en su rol ofensivo como en el defensivo.