Tras descender con Talleres al Argentino A, Luis Salmerón buscó cambiar de aire. Cruzó la cordillera, arregló con la Universidad Católica, lo presentaron, comenzó a entrenarse con sus nuevos compañeros y declaró ante la prensa: «Es un paso muy importante en mi vida y en mi currículum. Venir a jugar a la Católica, un club grande de Sudamérica, es un lindo desafío y una apuesta personal». Todo cerrado. ¿Todo cerrado? No. A partir de este momento se desarrollaría la novela del año. O mejor dicho, una comedia de enredos.
Primero, el Pupi terminó su vínculo con Leonardo Outon, su representante, ya que este quería que el jugador se incorporara al Everton, y el delantero rechazó al club de Viña del Mar prefiriendo ir a Santiago. De todas formas, poco duraría en la capital chilena. La aparición en escena de Carlos Ahumada comenzaría torcer la historia. El presidente, dueño y CEO (?) de Ateliers SA, la gerenciadora que manejaba el fútbol de Talleres, anunció la vuelta de Salmerón al club cordobés y, ofendido, señaló que «con la gente de Chile no tengo nada que hablar. Nunca se comunicaron conmigo». Y, como dato no menor, en el medio también estaba metido Ferro, dueño del 100% de los derechos federativos y el 60 % de los derechos económicos (el otro 40% pertenecía a Ateliers SA.).
A todo esto, el Pupi ya no sabía para donde rajar: a los medios cordobeses les decía que quería quedarse en la T y a los diarios chilenos le contaba de sus ganas de jugar en la UC. Para colmo, la casa de sus padres fue atacada con una bomba de nafta, aunque el jugador negó las amenazas. Ah, ese mismo día, Salmerón había sido presentado como nuevo/viejo refuerzo de Talleres y dijo sobre su frustrado paso por Chile: “Nunca me fui. Sólo de vacaciones”. Genio.
Para que la operación sea oficial, restaba que el fideicomiso de Ferro apruebe la compra del 60 por ciento del pase del futbolista y la anhelada firma del contrato. Pero todo lo prometido por Ahumada al club de Caballito no pasó de una simple oferta (que no convenció) y el delantero recaló en Buenos Aires para sumarse a los entrenamientos con el Verdolaga, sin saber donde jugaría la temporada venidera. Finalmente, fue Banfield el club que puso la plata y se lo llevó. Y Salmerón terminó formando parte del campeón del Apertura ’09.
Recuerdo ese novelón… Pide a gritos un «AALG»:
Ferro Carril Oeste
Deportivo Armenio
Atlanta
Tigre
Talleres de Cordoba
Banfield
Independiente Rivadavia
Shanghai Shenhua
Santiago Wanderers
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LA HUBIERA LEVANTADO EN PALA SI JUGABA EN LA CATÓLICA…
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increible como despues de bajar al Argentino A quedo campeon! por otra parte, si termino levantandola en pala en Shanghai, que generoso el futbol.
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Mole Moli + Fernando Ruiz Diaz (Catupecu Machu) = Pupi Salmerón!
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