Rivas Nelson


Nelson Enrique Rivas López (Tyson)

Hubo una época, ya bastante lejana en el tiempo, en la que los hinchas de River pregonaban el buen juego por sobre todas las cosas. No servía solo ganar. Había que jugar bien al fútbol, mantener una identidad. El resultado llegaría solo. La garra, el triunfo a cualquier precio, incluso con trampa, era para los de la vereda de enfrente, los bosteros. El estilo que impuso «La Máquina» en la década del ’40 marcó una forma de sentir el fútbol, el denominado paladar negro (tan venerado en la tribuna San Martín baja), que el equipo de Núñez intentó replicar, con más aciertos que errores, a lo largo de las décadas siguientes.

En los últimos años, los malos resultados del Millonario (incluso cuando nadie sospechaba que se podía ir al descenso) hicieron que esa idea de jogo bonito quedara, al menos por un rato, marginada en segundo plano. Y así aparecieron con fuerza los ídolos de cartón y los vendehumo, esos que con dos o tres partidos buenos en el verano o declaraciones llenas de monóxido de carbono dignas de Ricardo Caruso Lombardi tuvieron su nombre ovacionado por los hinchas de uno de los equipos más exigentes del mundo. En ese último grupo, por ejemplo, entran Cristian Fabbiani y el homenajeado del día, el colombiano Nelson Rivas.

Nacido en el Valle de Cauca en marzo de 1983, el morocho en su país había construido una carrera interesante desde sus orígenes en el Deportivo Pasto (2002), luego el Deportes Tolima (2003), donde no tardó mucho en recalar en un equipo grande: el Deportivo Cali (2004 a 2006), que lo catapultó a la selección mayor, de la que se automarginó poco después.

En la tierra del vallenato forjó la estampa de defensor duro, recio, aunque sin mala intención, más bien burro bruto, de esos que seguramente hubiese buscado Boca a principios de la década pasada. Pero por esas vueltas del destino, Nelson Rivas apareció en nuestro país para jugar en River Plate (2007), dirigido por Daniel Passarella, y recomendado por Omar Labruna, que lo había entrenado en el Cali. «Soy una mezcla entre Mario Yepes e Iván Córdoba», tiró Nelson (al que en su país apodaban Yepesito) cuando lo presentaron y cerró con un «Vengo para ser campeón». Así, sin más preámbulos, se metió a la gente en el bolsillo. Mucho humo.

Sus primeros minutos (tres, cronometrados) con la banda roja en el pecho fueron ante Racing en la pretemporada. Días más tarde, también por el Pentagonal –del que River saldría campeón-, fue de la partida ante San Lorenzo y Boca. Allí escuchó los primeros «Olé, olé, olé, olé, Negro, Negro» que bajaron de una hinchada necesitada de títulos que para ese entonces ya aplaudía a cualquier monigote que pudiera frenar a un rival, aunque fuera de una patada. Símbolo inequívoco del fin de una era.

En esos pocos partidos de pretemporada, su velocidad, el buen cabezazo y su aspecto intimidante (para colmo Olé lo bautizó Tyson y al él le gustó) hicieron ilusionar a los simpatizantes, que lo aplaudieron a rabiar cuando se hizo expulsar por doble amonestación en la revancha contra Boca tras un duro cruce con Martín Palermo. El amor veraniego estaba en su punto más alto y algunos descerebrados lo pedían para la selección argentina (?).

No sorprendió que fuera titular en la primera fecha del torneo Clausura, el 11 de febrero de 2007, ante Lanús. Esa tarde (con la camiseta número 23, que años más tarde usaría el twittero Cristian Ogro Fabbiani) como zaguero central compartió la defensa con Danilo Gerlo, Eduardo Tuzzio y Paulo Ferrari y fue una garantía en el fondo. Sacó todo.

Se mantuvo en el once inicial con altibajos hasta la quinta fecha, cuando lo reemplazó el Colorado Federico Lussenhoff. Ingresó desde el banco en la séptima ante Gimnasia de Jujuy y apenas tres minutos después corrió ¡30 metros! desde atrás a Mario Turdó (que no se caracterizaba precisamente por su velocidad) que convirtió el gol que le dio la victoria al Lobo. Luego, el Kaiser lo mandó al freezer. Reapareció en la decimocuarta jornada, ante San Lorenzo, como lateral izquierdo, puesto en el que jugó dos partidos. Ante Vélez, por la última fecha, disputó sus últimos segundos (entró a los 89′) en Argentina.

En el medio, sumó cinco presentaciones a su currículum por la Copa Libertadores, pero el Millonario quedó eliminado en primera ronda (se le recuerda un duelo nefasto ante el Caracas en Cúcuta) y el fuego sagrado de la pasión por Tyson, cuyo rendimiento fue de mayor a menor, se apagó tan rápido que nadie se dio cuenta.

De un día para el otro, y cuando parecía que se iba al Bologna, su representante, Fernando Hidalgo (lento para los mandados), lo ubicó nada menos que en el Internazionale de Milán (2007 a 2009). Rivas, que había sido marginado por Passarella por bajo rendimiento, no lo podía creer.

En una de las primeras prácticas con el equipo italiano se desmayó y hasta se especuló con su retiro por un problema cardíaco. «Estábamos en una práctica, ahí, con el balón, y, según cuentan, me desplomé. Me dijeron que me fui al suelo nomás, y que algunos se me acercaron a hablarme, y nada, yo nada, desmayado. Cuando abrí un poco los ojos ya estaba en la ambulancia. Me internaron, me hicieron estudios en el corazón, el cerebro, de todo. Tuve un problema con el azúcar, me explicaron, pero no entendí muy bien. Estuve dos meses y medio sin jugar, y recién había llegado», esgrimió más tarde.

Para sorpresa de todos, el técnico portugués José Mourinho lo utilizó bastante en la temporada 2008/09, pero se rompió los ligamentos y al año siguiente perdió continuidad y se fue cedido al Livorno (2009/10), donde alcanzó cierta regularidad. Tras rescindir su contrato con el Inter (2010), pasó un tiempo en el FC Dnipro Dnipropetrovsk ucraniano (2011), pero casi no tuvo acción.

Con varios euros en su cuenta bancaria decidió cruzar nuevamente el océano en 2012 para jugar en América, tentado por una oferta del Montreal Impact, equipo canadiense que participa de la MLS, el torneo de fútbol de Estados Unidos. Allí se mantiene hasta estos días, jerarquizando (?) la liga al lado del interminable tano Alessandro Nesta y David Beckham.

Hace algunos meses fue noticia cuando, emulando a Zinedine Zidane en la final de Alemania 2006, perdió la chaveta (?) y le metió un terrible cabezazo a Antoine Hoppenot, de los Philadelphia Union, por lo que recibió una sanción de tres partidos.

Hay quienes dicen que el tiempo es sabio y pone las cosas en su lugar. Solo basta mirar un ejemplo, al ladrón de Rivas el tiempo, sabio como pocos, lo puso en Cana-dá.

La gira de Huracán por Corea (1985)

Cinco amistosos del Globo podría ser el título de una novela de Julio Verne (?), pero no. La frase resume la participación de Huracán de Parque Patricios en la Copa Presidente de Corea, ese singular torneo internacional del que también formaron parte, en otras ediciones, equipos argentinos como Racing de Córdoba, Deportivo Español y Gimnasia y Esgrima La Plata.

Invitado a participar de la copa en 1985, la delegación del Globo se empilchó con lo mejor que tenía y partió hacia Corea del Sur, donde lo esperaba un fascinante mundo, muy distinto al que le tocaba vivir fin de semana tras fin de semana.

Para empezar, los quemeros tuvieron que seguir al pie de la letra el protocolo de la competición, que incluía, entre otras cosas, un desfile por el estadio de Seúl. Como en los Juegos Olímpicos, sí, pero en un torneo amistoso.

Lo que parecía estar dentro del protocolo, también, era que Huracán cumpliera el rol de partenaire de casi todos los equipos invitados, ya que la mayoría lo sacó a pasear un rato (?). Aunque, hay que decirlo, arrancó bastante bien.

En su primer partido, el 2 de junio de 1985, el cuadro argentino le ganó 1 a 0 a la selección de Tailandia. Y tres días más tarde, lograría un empate ante la selección local. Clasificó segundo en su zona y avanzó a la segunda fase. Hasta ahí todo bien, pero faltaba lo peor.

El 9 de junio Huracán enfrentó a la selección olímpica de Corea del Sur, que años mas tarde sería anfitriona de los Juegos de Seúl 88. El resultado fue lapidario: 4 a 1 para los coreanos.

A partir de ese momento, el Globo se derrumbó. En el cuarto partido, cayó 5 a 2 con la selección B de Irak. Y para rematarla, perdió 2 a 1 con Canadá. Hay que perder con Canadá, eh.

El mito cuenta que, de regreso a Sudamérica, algunos jugadores de aquel Huracán, como el Turco García y Claudio Morresi, se tomaron absolutamente todo lo que había para tomar en el avión, junto a algunos hombres de Central Español de Uruguay, entre los que se encontraba el padre de un integrante de #UnMundialParaEnUnaBaldosa. Pero son cosas que cuenta la gilada, no vayan a creer (?).

Gracias a Casacas Quemeras por las fotos.

Fuera de Stock: el desempate clasificatorio a la Libertadores

El primer bicampeonato de Vélez Sársfield -aquel de la temporada 1995/96- dejó a la vista un vacío legal en el reglamento en el cuál nadie había reparado hasta entonces: «Uia (?) ¿Y ahora? ¿Cuál es el otro equipo que va a la Libertadores?». Recordemos que por aquellos días, en los que agonizaba el menemism*, sólo los campeones de cada torneo ocupaban las dos plazas asignadas a nuestro país.

Por suerte, Los Caballeros de la Mesa Redonda del Rey Julio encontraron rápido la solución: partido único en cancha neutral entre ambos subcampeones y en caso de empate, primero alargue y después penales. Y todos contentos (?).

Racing Club 1 – 0 Gimnasia de La Plata (1996)

El 22 de agosto en el estadio Monumental de River, se enfrentaron Racing Club (segundo en el Apertura ’95) y Gimnasia de La Plata (subcampeón del Clausura ’96) en un buen partido que tuvo chances claras para ambos equipos y que finalizó empatado 0 a 0 en los noventa minutos reglamentarios.

Después de hacer la pantomima de tirarse al piso y agarrarse la cabeza mientras un compañero los ayuda a elongar, ambos equipos volvieron a la cancha con más ganas de irse a mirar Poliladron que de jugar al fútbol. Por suerte, El Chelo Delgado se mantuvo despierto y marcó el único gol con un tiro desde afuera del área a los 5 minutos del primer tiempo suplementario.

Si bien festejó aquella noche, Miguel Brindisi fue despedido 5 días después y Racing, con Coco Basile a la cabeza, llegó hasta las semifinales de la Libertadores ’97, donde fue barrido sin piedad por Sporting Cristal de Perú.

Por su parte, el Gimnasia de Timoteo siguió con la tradición de salir segundo en cuanto torneo tuviera enfrente (?).

Colón de Santa Fe 1 – 0 Independiente (1997)

El imparable River de Ramón de la temporada 1996-97 obligó a que el segundo cupo para la Libertadores ’98 se dirima en un duelo entre ambos subcampeones en la cancha de Lanús.

De esta manera, llegó un Independiente de Avellaneda que no se parecía en nada al que había salido segundo un año antes de la mano del Flaco Menotti: había perdido a Calderón, Matute Morales y Roberto Acuña; tenía suspendido a Arzeno por ingesta de té; había llevado a la renuncia al Tigre Gareca y, para colmo, era dirigido interinamente por El Tapón Gordillo.

Por el otro lado venía un Colón de Santa Fe, dirigido por Orlando Medina, que era una sombra del equipo que había vapuleado a River por 5 a 1 en el semestre anterior y que había perdido la impronta de Pancho Ferraro, quien se había marchado estresado tras dirigir a tanta oveja descarriada.

El encuentro lo ganó El Sabalero con gol de Marcelo Saralegui, lo cual le permitió debutar en la Copa Libertadores y presentar una listade buena fe con Burtovoy, Azoge, Gustavo Sandoval y Juan Manuel Suligoy, entre otros, dirigidos por El Profe Córdoba. Y bue, a un principiante nadie le exige nada… Mucho menos dignidad.

River Plate 3 – 2 Gimnasia de La Plata (1999)

Los dos torneos de la  temporada 1998/99 fueron ganados, de punta a punta, por el aquel primer Boca de Carlos Bianchi que ostentaba los goles de Palermo, el equilibrio de los colombianos y la explosión de Adrián Guillermo (?).

En ese contexto y para dirimir el segundo cupo a la Libertadores de 2000, el 24 de junio se enfrentaron el River Plate de Ramón (subcampeón del Clausura ’99) ante el Gimnasia de Gregorio Pérez (subcampeón del Apertura ’98) en el estadio José Amalfitani.

En un partido épico, Chirola Romero abrió el marcador para El Tripero con una chilena inolvidable. El Millonario lo dio vuelta con un tiro libre magistral de Aimar y con un gol de papi fútbol de Juan Pablo Ángel tras 12 toques. Facundo Sava empató con un cabezazo ordinario (?) y faltando 10 minutos Saviola marcó el 3 a 2 final con un tiro al ángulo tras una triangulación con Aimar y Ángel. Tremendo.

Los hinchas de River se fueron festejando la clasificación a su sexta Copa en forma consecutiva mientras que los de Gimnasia lamentaron otro intento fallido por debutar en la Libertadores.

Para colmo, el partido fue declarado obsoleto ya que la Conmebol modificó el torneo, sumó varios equipos y le otorgó dos plazas más al país. Ah ¡Entonces le dieron una al Lobo!. Bajo ningún punto de vista (?). Los dos cupos restantes a la Copa de 2000 fueron para Rosario Central y San Lorenzo, quienes sumaron más puntos que El Lobo en la tabla acumulada del año 1999. Y si, la suerte de Gimnasia

Kily González al Real Madrid 1995

Antes de dedicarse a aportar su granito de arena para descender equipos a diestra y siniestra, hubo una época en la que Ángel Cappa era considerado el director técnico del Real Madrid. Y ante tamaña responsabilidad, El Mourinho de Valdano le pegaba a los dirigentes, hablaba de contrataciones y hasta firmaba autógrafos cuando el equipo se iba de gira.

Obviamente, esto ocurría por que Jorge Valdano alargaba sus vacaciones, se iba a conferencias fuera de España o hasta, en ocasiones, simplemente se ausentaba en lo que el oriundo de Las Parejas denominaba: “jornadas de reflexión y meditación”. Y como es sabido, cuando el gato no está los ratones bailan.

Y fue así que a mediados de 1995, El Bigotudo hizo mención a la reciente contratación de Cristian Alberto González, El Kily, por parte del Merengue: “Es un extremo izquierdo con grandes condiciones. El primer año va a jugar en el filial y su pase se hizo en 150 millones de pesetas. Afortunadamente (?), no ha jugado nunca en la Selección Argentina y en dos años podrá ser español”.

Claro, lo que no sabía Angelito era la historia que se estaba tejiendo de este lado del Atlántico: dos emisarios del Real Madrid llegaron a Rosario, hablaron con los capos de Central, con el representante del Kily, arreglaron los números y le ordenaron al jugador que se encierre en un hotel de Buenos Aires a la espera de nuevas novedades.

El rosarino viajó a Capital con su padre y se encerró, tal cual lo ordenado, en un hotel del barrio de Retiro. Pasó un día. Pasaron dos. Pasaron tres, cuatro, cinco y nada. Ni señales de los españoles. Nadie llamaba a la puerta, el teléfono no sonaba, la mucama no iba a cambiar las sábanas (?). Cuando el Kily estaba por enloquecer escuchó tres sonidos que le devolvieron el alma al cuerpo: “toc, toc, toc”.

Enorme fue su sorpresa cuando del otro lado de la puerta divisó una figura petisa, regordeta, con una camisa floreada y un reloj en cada una de sus muñecas. Si, el mismísimo Diego Armando Maradona había ido a verlo para convencerlo que rechace la oferta del Real Madrid y sea de la partida en el mágico tercer regreso al fútbol del Pelusa.

Y así, El Kily González abandonó el cautiverio y a los tres días apareció en La Candela junto a Caniggia, Scotto, Giunta y el mismo Diego, en la presentación de las nuevas caras de Boca Juniors para el Apertura ´95. Aunque suene increíble y trillado: a veces la realidad supera a la ficción. Y también al chamuyo.

Chivo Peinado: Robert Kidiaba

Conexión permanente y gestión de las inversiones

M. López

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