Bardo Isaac Fierros Ruiz (El Fenómeno)
Talleres de Córdoba gerenciado por el empresario Carlos Ahumada, ese hermoso experimento colectivo que nos dio una Deformación que se fue al descenso y una camiseta verde digna de Placard, también nos honró con la aparición de perfectos desconocidos para el medio local, como el caso del delantero mexicano Bardo Fierros. Sí, hasta nombre de facción de barra brava tenía. No podía más de baldosero.
A La T llegó a comienzos de 2009, para ponerse a las órdenes de Juan Amador Sánchez y tratar de sumar en pos del ascenso. Recién ahí supimos de su currículum: acreditaba pasos por Lagartos de Tabasco (2004), Delfines de Coatzacoalcos (2004), Atlante (2005/06), León (2006/07), Atlético Mexiquense (2007) y Dorados de Sinaloa (2008). ¿Características? Un delantero luchador, poco dúctil, pero goleador, al menos eso decían los hinchas del León. De hecho, dicen que Ahumada quería volver a verlo con la camiseta verde esmeralda y por eso lo llevó a Talleres, que por aquel entonces vestía de ese color.
«Muchos equipos de México querían que me quedara allá, pero vine a Talleres y no sólo por seis meses, sino con la idea de quedarme. Soy un centrodelantero neto y ojalá pueda gritar muchos goles», dijo Bardo ni bien pisó La Docta, rodeado de periodistas. El tema es que, por delante, el mexicano tenía al Pupi Salmerón, a Sebastián Cobelli y a Emanuel Fernandes Francou. Complicado.
Su participación en esa campaña fue prácticamente nula. Entrenaba y entrenaba, pero no lo ponían nunca. Un día el DT Raúl Peralta lo mandó a la cancha en un partido clave: contra Almagro, rival directo en la tabla de los promedios. Fierros entró por Cobelli, que re caliente le pegó una patada al banco de suplentes. Un rato más tarde, el mexicano se comió un gol increíble y al toque el Tricolor lo dio vuelta. Suficiente para que el Gordo estallara ante los micrófonos.
“De última era un partido que teníamos que ir a buscar y todo el mundo sabe de que Bardo (Fierros) hacía un año y medio que no jugaba. No tengo nada contra el chico y ojalá sea la figura del campeonato. Pero me pareció que el cambio no era delantero por delantero. Había que buscar el resultado y porque justo nos habían metido el gol”, dijo Cobelli, re buen compañero (?).
Bardo siguió estando en el banco, hasta que en mayo de ese año, cuando Talleres seguía de mal en peor y la temporada se terminaba, por fin tuvo la chance de jugar como titular. Entonces, reflexionó: «La verdad, este es el momento para que yo pueda jugar. Hoy en día me siento mejor que cuando llegué a principios del año. Siento que puedo estar porque puedo ayudar al equipo pero, más que nada, porque soy el único delantero que queda» (?). Sincero.
Ese match desde el arranque fue ante Los Andes, en Córdoba. Lo sacaron ni bien arrancó el segundo tiempo, con Talleres perdiendo. Ah, como si fuera poco, el que entró por él terminó haciendo el gol del descuento. Chau, manito.
Con el descenso al Argentino A consumado, el mexicano huyó y retornó a su país con la ilusión de jugar nuevamente en Dorados de Sinaloa. El tema es que una vieja pelea con el presidente del Atlante lo hizo preso de convenio no escrito llamado Pacto de Caballeros, por el cual los equipos mexicanos se comprometían a no volver a contratar a Bardo Fierros. Una hijaputez tremenda de la que le costó salir.
Proscripto, finalmente pasó al Atlético Bucaramanga de Colombia (2010), donde hizo algunos goles y tomó valor para seguir experimentado ligas aún más exóticas. Bien lejos de su tierra.
En 2011, se incorporó al Hanoi, de la Primera División de Vietnam. ¿Y cómo le fue? Tranqui, se rompió la rodilla en el primer partido. Mucha mala leche.
A comienzos de 2012, los clubes de Primera y del ascenso le seguían cerrando las puertas. Por eso terminó jugando en la selección mexicana…de fútbol playa. Algo es algo.
Después de tres años de estar prohibido, en 2013 firmó con el Mérida FC, equipo del ascenso de México donde jugó un tiempito antes de ponerse a tirar bombas.
El verdadero ruido, de todos modos, lo sentiría en junio de este año, cuando sufrió un accidente en la calle: «Terminaba mi rutina de ejercicios en la Ciudad Deportiva cuando cruzaba el velódromo, me fijé si no venía algún coche, y así fue, crucé inmediatamente, cuando de pronto salió un coche y me arrolló, me impacté en la parte de la espalda, salí volando por lo menos dos carriles. El impacto fue tal que me pegué en la frente, después me paré de manera rápida porque tenía miedo que viniera otro automóvil, y llegué hasta la banqueta, después caminé unos 10 metros y me quedé ahí, luego la gente me reconoció y me auxilió”. Y agregó: “La verdad este accidente llega en un mal momento para mí, no estoy bien anímicamente, ni sentimentalmente, y ahorita esto que me está pasando, sin lugar a dudas podría ser una de las peores etapas de mi vida, no como futbolista, sino como ser humano”.
Hoy, que lo vemos publicando tuits en clave emo, le deseamos una pronta recuperación y que se ponga bien de ánimo, porque la vida puede ser un bardo, pero el fierro siempre es la última opción.
Hoy lo k menos me importa es el fútbol, Nunka me había sentido tan derrotado 💔💔💔💔
— bardo fierros ruiz (@bardofierros9) junio 3, 2014