“India renunció a participar porque no se les permitía jugar descalzos”, una referencia de Brasil 1950, es una de las curiosidades más extrañas de la historia de la Copa Mundial de la FIFA. Y aunque un mito vaya a caer (no fue ese el motivo de la renuncia india), sí había jugadores en patas y es parte de una historia olímpica.
Cuando India se independizó de Gran Bretaña en agosto de 1947 la All India Football Federation, que se había fundado 10 años antes, logró su afiliación a FIFA. Inmediatamente se conformó un equipo sin británicos, pero con experimentados jugadores nativos y se le envió una misiva a la FIFA mostrando interés en participar del torneo olímpico de fútbol de Londres 1948.
Para aquella competencia, la primera post Segunda Guerra Mundial, se inscribieron 23 seleccionados de los cuales 14 jugarían una eliminatoria directa para acceder a los octavos de final, donde esperaban los nueve equipos más poderosos y “constantes” en la historia del torneo. India había sido emparejada con Birmania para la ronda clasificatoria.
Pero los birmanos (como también Pakistán, Hungría, Polonia y Palestina) se bajaron a último momento del campeonato, lo que obligó a rearmar el fixture. Allí, los héroes indios, fueron sorteados para jugar ante Francia, que por supuesto no competía con su selección A, más sí contaba con un buen plantel juvenil.
En la soleada tarde del sábado 31 de julio de 1948, los 17.000 espectadores que poblaban las tribunas del Ilford Park, en la parte oriental de Londres, se sorprendieron en la salida de los equipos cuando notaron que los indios salían a la cancha sin zapatos. En realidad no todos, sólo tres de ellos usaron botines en aquel histórico partido, que comenzó con total normalidad y cerró la primera parte con los franceses ganando por 1 a 0.
Los indios no tenían demasiado por perder, de hecho aquel era su primer encuentro en una competición oficial de FIFA y consideraban que haber llegado a participar de ella, era demasiado. Habían arribado a Londres una semana antes, donde habían tenido cinco partidos de entrenamiento ante clubes amateurs y con 39 goles convertidos y sólo 5 en contra, se daban por satisfechos.
En un “nada que perder” de esos, llegaron al arco francés y faltando 20 minutos para el final del partido su mejor jugador, Ahmed Khan, hizo una especie de pared con Sahu Mewalall, que derivó en Raman y definió ante el arquero francés. De manera increíble los indios dominaban el juego, los galos perdieron los estribos y lo impensado se hacía realidad.
Aprovechando robos y pelotas divididas, los indios empezaron a empujar a su rival contra su arco y las patadas francesas se repetían. Una de ellas fue en el área, obligando al sueco Gunnar Dahlner a cobrar penal. Sailendra Manna, defensor y capitán del equipo se hizo cargo del tiro, pero lo desvió.
Unos minutos después, nada cambiaba en el partido, el dominio de los seguidores de Ganesha se hacía más contundente y los “Blues” seguían pegando. Otra vez penal para India. Ahora sí, Manna se dispone a poner el 2-1. Pero decide no patearlo, ya que le quedaba la duda por haber errado el anterior y así fue que se lo cedió a Balaram Parab, quien también lo mandó a la tribuna.
Faltando 120 segundos para el final del encuentro, los franceses consiguieron el segundo tanto tras un contraataque que no tuvo oposición ni reacción de parte de los indios, ya que estaban agotadísimos porque en India, en aquel entonces, los partidos duraban 70 minutos.
No todos los indios jugaban sin botines (a los cuales reemplazaban con un fuerte vendaje), sino que quienes lo hacían descalzos, aprovechaban el confort que les daba la ausencia de calzados, sólo cuando el tiempo lo permitía. Si el terreno no estaba en condiciones ideales y el tiempo no se mostraba favorable, todo el equipo usaba botines.
Entusiasmados con aquella primera competición, India se inscribió para participar de la Cuarta Copa Mundial de la FIFA, en Brasil. Las eliminatorias eran con Birmania, Filipinas e Indonesia, pero la renuncia de todos los rivales dejó a India clasificada directamente. Cuando llegó el momento del sorteo del Mundial, el 22 de mayo, había 15 seleccionados confirmados para la competencia. India cayó en el Grupo 3, con Suecia, Paraguay e Italia y el Grupo 4 era el único que quedaba con tres equipos: Uruguay, Bolivia y Francia.
Luego de una interminable lista de excusas con los organizadores, la selección del Presidente de la FIFA, Jules Rimet, decidió no ir a la competencia. India se preparaba para lo mismo. Desde la Federación llegaba a Brasil la excusa oficial para no jugar, aludiendo a que no había dinero para trasladar al equipo (aunque la FIFA se ofrecía a pagarles el viaje), que con la renovación del plantel no habían llegado a prepararse para competir y que reglamentariamente habría problemas porque sus players preferían jugar descalzos.
En un reportaje antes de su muerte (jodido hacerlo después), en el libro “History of Indian Football (1975), Sailendra Manna, el capitán del equipo del 48 y que repetiría la cinta en el 50, aseguró que: “en aquel entonces no dimensionamos lo que era un Mundial. Estábamos muy contentos con la participación en los Juegos Olímpicos y era lo máximo para nosotros. Lo de no ir porque no nos permitían jugar descalzos fue una excusa por la falta de interés para ir a Brasil. Si teníamos que usar botines para jugar, los usábamos, sólo que nos resultaba más cómodo jugar descalzos”.
Dos años después de la renuncia mundialista, llegaba el Torneo olímpico de Helsinki 1952, donde India tuvo que enfrentarse en la Ronda Preliminar ante la subcampeona de 1948, Yugoslavia. Ahmed Khan, aquel que le hizo el gol a Francia, hizo el único de su equipo en el último minuto, para sellar el 1-10 final. La realidad del fútbol mundial les mostraba un panorama diferente a los asiáticos, que ya usaban botines.
Cuatro años más tarde llegaron a su cénit futbolístico, cuando en Melbourne 1956 eliminaron a los locales, derrotándolos por 4 a 2 y accediendo así a la semifinal. Es que apenas 11 seleccionados disputaron aquel torneo que era por eliminación directa y la renuncia(?) de su rival en Octavos, Hungría, les allanó el camino. Pero otra vez estaban los yugoslavos enfrente, que también habían sido subcampeones en 1952. Y aunque aguantaron lo máximo posible y estuvieron por 2 minutos ganando 1 a 0, el poderío europeo se impuso (terminaron 1-4) en la semi y en el partido por el tercer puesto, donde cayeron 0-3 ante Bulgaria.
La generación dorada India contaba con un triunfo y cuatro derrotas en 8 años. Aún así, llegaron a competir por una medalla, y para el cierre de aquella era faltaban los Juegos de Roma 1960, donde el definitivo uso de botines les dio derrotas más dignas (1-2 con Hungría y 1-3 con Perú). El corolario fue, ahora sí, aguantarle un empate a Francia.
Eduardo Cantaro