
Miguel Ángel Pereyra
Un mes después del descenso y ya con el cartelito de equipo de la B bien colgado, Racing tuvo que levantar cabeza y tratar de armarse lo más dignamente posible para jugar la Copa de Oro en Mar del Plata. Por eso, el sábado 14 de enero de 1984 salió al estadio Minella a jugar contra Boca y, para qué negarlo, a exponerse a todo tipo de cargadas. Y como si el tema del descenso no alcanzara, el arquero elegido aportó lo suyo. La historia cuenta sobre tres goles de Boca en la primera media hora y una noche negra de Pereyra en el arco de Racing. Pero hubo algunos atenuantes.
Miguel Pereyra, arquero uruguayo de 29 años y procedente de Defensor, arribó a la Argentina ese mismo sábado 14 de enero por la tarde, junto a Daniel Ocampo e Italo Ortiz. Y su llegada fue pura y exclusivamente por esa noche, ya que tenía que volverse de raje a Uruguay porque Defensor tenía un partido importante por la Liguilla. O sea, la misión era atajarse la vida ante Boca, convencer al técnico Jorge Castelli y ganarse el arco de Racing. Nada de esto pasó.
La Academia formó con Pereyra, Veloso, Williener, Castello, Juan Solari, Caldeiro, Rotondi, Leiva, Matuszyckz, el Gaby De Andrade y Ocampo. Y su destino empezó a quedar sellado desde los ocho minutos, cuando la suerte evidentemente le hizo saber que no sería su noche. Un tiro de lejos de Carlitos Mendoza, se desvió en la cadera del Gallego Vázquez, lo descolocó y puso el primer palo en la rueda de Pereyra. A partir de ahí, el arquero fue puro nervio y sus fallas empezaron a ser cada vez más groseras.
Mouzo a los 29 y Pasucci a los 42 le cabecearon en sus narices y ya no hubo forma de remontar la cosa. Promediando el segundo tiempo, cuando finalmente descolgó su primer córner, las dos hinchadas se unieron en un fuerte aplauso. Lapidario.
Sobre el final, demostró que no sólo el juego aéreo era un problema. Salió todo desarmado en un mano a mano con Ramón Viera y Krasouski puso cifras definitivas para el Boca 4 – Racing 2. Su oportunidad ya había pasado.
Y cómo habrá sido la cosa que en los mismos vestuarios del estadio marplatense, algunos rivales quisieron tirarle un salvavidas. Y arrancó el Gallego Vázquez: «…se la desvié completamente al otro palo. El arquero fue a la dirección lógica pero quedó totalmente descolocado. Pese a todo, hizo un gran esfuerzo por recuperarse y alcanzó a tocarla…». Trató de remarla el Loco Gatti, pero mucho no pudo ayudar: «…ese muchacho tuvo mucha mala suerte. El primer gol es una desgracia y eso lo puso muy nervioso. En ese estado, un jugador no puede mostrar sus condiciones, sobre todo cuando la gente lo empieza a cargar. Eso destroza a cualquiera. Como arquero, lo que le pasó a Pereyra, me dolió mucho…».
Pero el respirador artificial (?) lo desenchufó ipso facto el mismísimo técnico de Racing: «…yo comprendo que una mala noche no es suficiente para juzgar a un jugador. Pero, con todo lo que puede tener de injusticia, tengo que decidirme urgentemente y en el caso de Pereyra, su prueba fue negativa….». Game over para Pereyra.
De todas maneras, el ex suplente de Rodolfo Rodríguez en Nacional de Montevideo, se hizo cargo su único partido en el fútbol argentino, no sin antes tirar una bombita a sus nuevos pero ya ex compañeros: «…la verdad que es muy difícil debutar en un equipo juvenil con muy poco trabajo, sin conocer a tus compañeros. Además estamos todos para defender, no solo el arquero…».