La marca del campeón – Primera Nacional

Así como alguna vez ya lo hicimos con los torneos de Primera División, llega el turno de repasar las marcas que se han consagrado en la segunda categoría de nuestro fútbol. Año por año, desde 1987 a 2025, los campeones y sus camisetas.

Teniendo como punto de partida para este recuento la inauguración del Nacional B, en la temporada 1986/87, la marca que más veces ha aparecido en casacas de campeones es adidas, tal como sucede en la máxima categoría.

La explicación es un tanto obvia: la firma alemana predominaba en las canchas del ascenso en los años 80 y 90. Por eso es que lideró rápidamente con los títulos de Mandiyú, Huracán, Quilmes, Lanús, Huracán Corrientes y Argentinos Juniors, cuando la torta del sponsoreo técnico aún no estaba tan repartida.

Lo inesperado para muchos, sin dudas, sería el paso de River por la Primera B Nacional. Y el campeonato del Millonario en 2012 terminarían ratificando a las tres tiras por encima del resto. Tiene 7.

Desde mediados de los 2000, la empresa Kappa ha tenido a muchos equipos del ascenso. Y para su suerte, varios han alcanzado la gloria. San Martín de Tucumán fue el primero, en 2008. También lo hicieron Banfield, Tigre, y Aldosivi, en dos oportunidades. Son 5, en total.

Son muchas las marcas que ocupan el tercer lugar de las más campeonas de la segunda división. Nanque dio la vuelta con Chaco For Ever (1989) y Banfield (1993), aunque luego se estancó y fue igualada por varias, como Olan (Estudiantes y Talleres) y Diadora (Instituto y Banfield). En la misma línea, aunque más nuevas, están Athix (antes, llamada Athletic) y Balonpie. Todas, con 2.

Con solo 1 título, hay 17 marcas. La primera, sin embargo, fue una empresa grande como Puma, que vistió al Deportivo Armenio campeón, en 1987. Luego, otras firmas también se consagraron por única vez, entre las que se destacan algunas muy conocidas como Topper y Umbro, aunque también algunas de paso fugaz como Kalong y Envión.

Para destacar, también, que después de muchos años de llevar su nombre en el pecho de muchas camisetas históricas del ascenso, finalmente Mitre pudo conseguir su primera estrella con Gimnasia y Esgrima de Mendoza.

La tabla histórica (1987 a 2025)

adidas 7
Kappa 5
Nanque 2
Olan 2
Diadora 2
Athix 2
Balonpie 2
Puma 1
Uhlsport 1
Envión 1
Kalong 1
Brisa 1
Dribbling 1
Topper 1
Reusch 1
Olympikus 1
Umbro 1
Penalty 1
Macron 1
Lyon 1
Coach 1
Errea 1
Il Osso Sports 1
Mitre 1

Los campeones (1987 a 2025)

Nacional B

1986/87 Deportivo Armenio (Puma)
1987/88 Mandiyú (adidas)
1988/89 Chaco For Ever (Nanque)
1989/90 Huracán (adidas)
1990/91 Quilmes (adidas)
1991/92 Lanús (adidas)
1992/93 Banfield (Nanque)
1993/94 Gimnasia de Jujuy (Uhlsport)
1994/95 Estudiantes LP (Olan)
1995/96 Huracán Corrientes (adidas)

Primera B Nacional

1996/97 Argentinos Juniors (adidas)
1997/98 Talleres de Córdoba (Olan)
1998/99 Instituto (Diadora)
1999/2000 Huracán (Envión)
2000/01 Banfield (Diadora)

2001/02 Olimpo (Kalong)
2002/03 Atlético de Rafaela (Brisa)
2003/04 Instituto (Dribbling)
2004/05 Tiro Federal (Athix)
2005/06 Godoy Cruz (Athix)
2006/07 Olimpo (Balonpie)

2007/08 San Martín de Tucumán (Kappa)
2008/09 Atlético Tucumán (Topper)
2009/10 Olimpo (Balonpie)
2010/11 Atlético de Rafaela (Reusch)
2011/12 River Plate (adidas)
2012/13 Rosario Central (Olympikus)
2013/14 Banfield (Kappa)
2015 Atlético Tucumán (Umbro)
2016 Talleres de Córdoba (Penalty)
2016/17 Argentinos Juniors (Macron)
2017/18 Aldosivi (Kappa)
2018/19 Arsenal (Lyon)

Primera Nacional

2020 Sarmiento (Coach)
2021 Tigre (Kappa)
2022 Belgrano (Errea)
2023 Independiente Rivadavia (Il Osso Sports)
2024 Aldosivi (Kappa)
2025 Gimnasia de Mendoza (Mitre)

Doffo Agustín

Agustín Doffo

Nacido un 25 de mayo en la pequeña ciudad cordobesa de Oliva, se sumó siendo un infante a las inferiores de Vélez Sarsfield, donde comenzaría una carrera con altibajos.

Su debut fue un par de días antes de cumplir 20 años, de la mano de Miguelo Russo, que lo mandó al verde césped y en sus primeros minutos en cancha habilitó a Mariano Pavone para vencer a Banfield de visitante. No sería ni la primera ni la única vez que el Gordo Doffo definiera un partido en los instantes finales. 

Tras sumar un total de 22 encuentros en el Fortín, fue cedido al Villarreal B, para disputar la tercera división española. En los escasos cinco partidos que disputó, se destacó por meter un golazo en el último minuto para ganarle 3 a 2 al Atletico Saguntino.

El recién reconstruido Chapecoense fue su siguiente destino. El equipo hizo una campaña aceptable en el Brasileirao y nuestro homenajeado no desentonó en los partidos que jugó, donde hizo tres goles, incluido este a Atlético Mineiro. Parecía que levantaba, pero en realidad ese despegue le costaba bastante. Y ni hablar del aterrizaje (?)

Volvió a armar las valijas para firmar contrato con el O’Higgins chileno, donde jugó bastante en su única temporada y también hizo un solo gol, en un equipo que contaba con sus compatriotas Matías Cahais y Maximiliano Salas. 

En 2020, la llegada de la pandemia lo encontró firmando contrato con Colón de Santa Fe por pedido de Diego Osella, que lo llevó varias veces al banco pero nunca jugó. En medio de un conflicto por falta de pago, Doffo se consideró despedido y quedó libre, lo que lo llevó a renovar pasaporte y completar el casillero de todo baldosero: probar suerte en un destino exótico.

Su llegada al FK Tuzla City de Bosnia y Herzegovina no fue tapa de ningún diario ni de los portales de su pueblo natal, pero la rompió: fue elegido en el equipo ideal de la liga 2022, donde fue subcampeón, la mejor posición histórica del club.

Después de esa gran temporada fue fichado por el NK Olimpija Ljubljana esloveno, a quien lo dirigía Robert Prosinecki. Lamentablemente Agustín no pudo entrenar con el crack croata que fue despedido dos semanas antes de la firma del contrato.

Sin embargo, en este club la rompió toda, ganó una Copa de Eslovenia y salió bicampeón de la liga local, siendo además el capitán del equipo. Dedicado a los que no confiaron en él: les metió la Olimpija hasta el fondo.

Christiano

José Christiano Pinheiro de Araújo (Christiano)

“¿Es brasileño? Traelo y vemos”. Ese diálogo, palabras más, palabras menos, pudo haberse repetido con frecuencia en las oficinas del Gigante de Arroyito en la primera mitad de los años noventa. Y es que, seducidos por la fortaleza del peso argentino (toda una utopía por estos días), varios futbolistas con acento portugués armaron el bolsito para probar suerte en estas latitudes con la camiseta de Rosario Central.

A los ya homenajeados Alex Sandro Rossi, Juca, Fábio Giuntini, Andrei Frascarelli y Márcio Peres -que estuvo a prueba y no quedó-, se suma un garoto que llegó a las divisiones inferiores del Canalla con 15 años. Esta es la historia de José Christiano Pinheiro de Araújo, o simplemente Christiano.

Delantero por derecha o volante ofensivo, nacido en Recife el 6 de agosto de 1977, y con un paso por las juveniles del Sport de su ciudad, arribó a Rosario junto con los mencionados Juca y Fábio Giuntini. Con apenas 16 años, Vicente Cantatore lo hizo debutar en Primera, convirtiéndose en el futbolista más joven en vestir los colores de Central, récord que ostenta hasta hoy.

Fue el 26 de septiembre de 1993, por la tercera fecha del torneo Apertura, ante Ferro Carril Oeste, y nada más y nada menos que desde el arranque, con la responsabilidad de reemplazar al Negro Omar Palma. Aquella tarde en Arroyito, Cantatore mandó a la cancha a Roberto Bonano; Jorge Balbis, Juan Ramón Jara, Adrián Ávila, Cristian Daniele, Claudio Úbeda, Marcelo Delgado, Federico Lussenhoff, Alex Sandro Rossi, Gustavo Medina y Christiano. A los 15 minutos del primer tiempo, Mario Pobersnik convirtió para el Verdolaga el que sería el único gol del partido.

Tres días más tarde, Rosario Central visitó a Lanús y el DT volvió a darle minutos al brasileño, que hasta entonces era parte del plantel de la sexta división. Fue derrota por 3 a 0 con tantos de Néstor Fabbri, Miguel Ángel Gambier y César Loza, en un encuentro que marcaría la despedida de Christiano de la máxima categoría.

Su carrera siguió en el modesto fútbol hondureño con las camisetas del Marathon (1994/95) y Cóndor (1995/96), hasta que el destino volvería a unirlo con Cantatore en el Viejo Continente. Fue en el Valladolid, durante el campañón de la temporada 1996/97 (con clasificación a la Copa UEFA incluida), aunque no disputó ni un minuto. Al menos, pudo darse el gusto de formar parte del álbum de figuritas oficial del campeonato español.

Luego de otra etapa en el Marathon de Honduras (1997/98), regresó a su tierra natal. Primero pasó por el América Alagoano (1998 a 2001) y luego por el Bom Jesus (2002), para retirarse un año más tarde en la segunda división ecuatoriana, vistiendo los colores del Esmeraldas Petrolero (2003), en el mayor de los anonimatos.

Lanaro Franco

Franco Lanaro

De la misma camada que Nicolás Gaitán y Josué Ayala, este delantero chajariense supo desde siempre que ganarse un espacio en la Primera de Boca Juniors no iba a ser sencillo. Un poco por la cantidad y calidad de los jugadores que tenía por encima y otro poco porque a los 20 años aún boyaba en la cuarta división, junto a otras promesas que no pudieron levantar vuelo, como Carlos Fernández Lucero, Nicolás Villafañe, Lucas Ponfil, Luis Quirulef o Marcelo Krupoviesa. De ese grupo, apenas pudieron asomar la cabecita, aunque sin demasiado éxito, Enzo Ruiz y Sebastián Vidal.

Quizás por eso no dudó mucho a fines de 2008 cuando le propusieron ir a ver qué onda a Bolivia. Lo esperaba Oriente Petrolero. Además, iría acompañado por otros ex Boca, los defensores Joel Barbosa y Federico León. Apenas 15 minutos en un clásico de verano contra Blooming y la confirmación del regreso del goleador histórico José Alfredo Castillo (sí, aquel que pasara con mucha más pena que gloria por Rosario Central en 2006) fueron suficientes para que le bajaran el pulgar.

En 2009, Lanaro recaló en Tigre, donde rápidamente se destacó por su poder ofensivo, que lo ubicó entre los pichichis de las divisiones inferiores, a la par de Maximiliano Quinteros (Racing), Damián Gómez (Quilmes), Brian Nieva (Independiente) y Adrián De León (Rosario Central), entre otras joyas dignas de este sitio. El pibe no tardó mucho en ganarse un lugar en la Reserva de Gustavo Acosta, donde coincidió con Rubén Botta, Joaquín Arzura y Joaquín Laso.

El que le abrió las puertas de la Primera no fue otro que Ricardo Caruso Lombardi, que lo llevó al banco de suplentes contra Independiente por la fecha 7 del Clausura 2010. Fue el Richard quien también le hizo firmar su primer contrato como profesional a mediados de ese año, a la par de Walter Sánchez y Juan Maldonado, otros de olvidable paso por el Matador de Victoria.

Ya con el Vasco Rodolfo Arruabarrena como entrenador, a comienzos de 2011 sonó como posible refuerzo de Gimnasia y Esgrima de Mendoza, pero terminó a prueba en el Grasshopper de Suiza, donde no pasó el filtro. De nuevo en Tigre, entrenó a la par de los marginados. Con el pase en su poder, intentó sumarse sin éxito a Almirante Brown y Gimnasia y Tiro de Salta.

En 2012, después de darse cuenta de que el fútbol no sería lo suyo, colgó los botines y agarró los libros. Y no le fue mal, eh. Graduado en Kinesiología y Fisiatría, trabajó junto al ex Argentinos Juniors Diego Cogliandro. Además, fue gerente de sucursal de una reconocida marca de ropa masculina. Para más información, pueden revisar su Linkedin, que está mucho más completo que su ficha en Transfermarket.

Nicolás Maná

Nicolás Andrés Maná

La vida de Nicolás Andrés Maná tiene innumerables aristas que permiten que lo homenajeemos con ímpetu, desde su insólito lugar de nacimiento, al ser oriundo de la falsa Italia santafesina, del ignoto pueblo de Piamonte, pasando por su mexicanísimo apellido que nos hace recordar a querer vivir sin aire, pero sobre todo por lo que aquí nos compete es su faceta como futbolista profesional, con una carrera que obviamente prometía tapas de diarios y señoritas deseosas de elogiar sus botines llenos de goles a un presente con dificultades diversas.

Cuando Carlos Bianchi transitaba su tercer, y poco exitoso, ciclo en Boca, Maná era convocado para cebarle mates al Virrey en algunos partidos pero su ansiado debut en el club en donde hizo inferiores y fue capitán de la cuarta no llegó a darse. Ojo: por lo menos sumó una presencia en el banco de suplentes, en una derrota por 4 a 0 frente a Newell’s por el Torneo Final 2013.

Sin lugar en el equipo de la Ribera, armó el bolsito y se fue a Perú, a defender los colores de Universidad San Martín de Porres, donde a los seis meses de haber llegado convirtió su primer gol. Como lo sugiere el nombre del equipo, sus compañeros lo molieron a palos tras su anotación, parece que es tradición (?) y además ese gol salvó al equipo de irse a la B, así que bien aporreado está. Unos meses antes, el bueno de Galletita Maná se había morfado este gol, que también explica un poco porqué le dieron semejante paliza: se la debían. 

Tras ese solitario grito en las tierras de La tigresa del Oriente logró pegar el salto a la primera división argentina para jugar el Torneo de la Independencia 2016-17 para San Martín de San Juan. Se mantuvo en el equipo cuyano por dos temporadas, a pesar que su pólvora estuvo mojada como galletita en leche chocolatada y solo logró convertir dos goles, a Gimnasia La Plata y Sarmiento de Junín, por lo que el equipo ya dirigido en ese entonces por el inefable Walter Coyette le dio pista libre para emigrar y pegar el salto a Europa

No llegó a la mejor liga, ni al mejor club, pero sí a la nada despreciable Super Liga griega para defender los colores de Panetolikos. En el país de Papanicolaou no le fue tan mal, en 30 partidos hizo 3 goles y su equipo quedó en un decente noveno puesto a los 44 puntos del campeón PAOK Salónica.

Para la Superliga 2019 volvió a Argentina y no pudo evitar una pequeña venta de humo tras su firma con Defensa y Justicia cuando dijo: «Mi juego es encarar por el lateral derecho o izquierdo, con buen desborde y velocidad. Me siento un extremo y me siento muy cómodo en la propuesta que tiene Soso». No recordamos si desbordó mucho porque solo jugó 8 encuentros y no se anotó en el marcador.

El 2020 pandémico lo encontró en sus mejores años profesionales, levemente afianzado en el Club Guaraní paraguayo, donde compartió plantel con el Keko Villalva, Raúl Bobadilla o Bautista Merlini y disputó varias decenas de partidos pero solo hizo 5 goles.

A fines de 2021 se tomó la Costera paraguaya para jugar solo 8 partidos en el Vila Nova Futebol Clube de Goiânia, una ciudad brasilera donde el calor y los mosquitos juegan su propio torneo, así que su ausencia goleadora en el torneo del ascenso brazuca se entiende por la necesidad de estar tirándose Off constantemente.

Se ve que en Paraguay había dejado pilchas en la pensión, por lo que volvió para vestir la casaca de Sol de América, en donde jugó 16 partidos y obviamente la galletita se fue seca ya que no entra en el tereré ni haciendo fuerza. 

En julio de 2022 firmó contrato en Montevideo Wanderers, donde ni abrió el paquete en los escasos 9 partidos que jugó. Había llegado con la necesidad de suplir la potencia goleadora de Mauro Méndez, que ya vestía los colores de Estudiantes de La Plata. 

Sportivo Trinidense de Paraguay lo volvió a albergar y esta vez con un cambio de posición en la cancha para jugar más retrasado, donde parece haber encontrado su lugar en la góndola futbolera, en un equipo con una gran campaña tras el ascenso en 2023.

Toranzo Gustavo

Gustavo Ariel Toranzo

“Las dos puntas” es una conocida canción que de conocida no tiene nada hasta que escuchamos su primer verso. “Cuando pa’ Chile me voy, cruzando la cordillera” narra esta cueca que exalta ese horrible (?) sentimiento de hermandad. Algo que a Gustavo Toranzo no le debe caer muy en gracia, ya que cada vez que pisó aquel suelo no tuvo agradables vivencias. Repasemos algunas:

– En 2014, jugando para General Diaz (Paraguay), tuvo que enfrentar a Cobresal, por Copa Sudamericana. Todo transcurría normalmente, hasta que en una jugada sin mayores consecuencias sufrió un altercado con un compañero que terminó con ambos expulsados. Los insultos del DT fueron la banda sonora perfecta.

– A fines de ese mismo año, vivió otra fuerte experiencia en el árido suelo chileno. Fue cuando estuvo cerca de formar parte del Cobreloa, pero todo terminó mal. Resulta que, en teoría, Toranzo le había dado poder a Gabriel Caiafa para que negocie su llegada a los Zorros del Desierto. Pero a la hora de firmar el contrato aparecieron otras dos personas que decían ser los representantes del jugador, y que Caiafa los había amenazado.

A pesar de la confusión, el futbolista se presentó en el entrenamiento, donde fue ninguneado por el entrenador, Marco Antonio Fantasma Figueroa. «Me llamó para darme la bienvenida al club. Sin embargo, me hizo esperar dos horas para enviarme un recado por un tercero donde decía que no tenía nada que hablar conmigo. Uno tiene familia, tenía la ilusión de entrenar y él me dio vuelta la espalda. Ni siquiera me respetó que yo fuera a hablar con él», señaló el defensor, ya sin chances de sumarse a la institución.

– Sus últimos momentos en la tierra de Benjamín Vicuña los pasó en 2015, cuando por fin pudo jugar para un club de ese país. Lo hizo en Everton, que había descendido a la Primera B y buscaba el ascenso. El debut de Toranzo no pudo haber sido peor: gol en contra y tarjeta roja. Esa campaña terminaría con el equipo en el 3º puesto: el objetivo no se logró.

De este lado de la cordillera también anduvo de un lado para el otro. Su paso por Primera División apenas registra 3 partidos jugados con la camiseta de Arsenal (2007-2008 y 2010) y otros 2 por Copa Libertadores.

En el ascenso, usó los colores de San Martín de San Juan (2009/10), Atlético Tucumán (2011), Defensores de Belgrano (2012/13), All Boys (2016), Flandria (2016), Platense (2017-2019), Berazategui (2019-2020), Fénix (2021) y Temperley (2022).

En el exterior, además de los clubes ya mencionados, anduvo por 2 de Mayo (2009), CD Carapeguá (2013) y Sol de América (2015), todos de Paraguay.

En algunos equipos jugó bastante, en otros apenas participó. Fue parte de ascensos y descensos. Tuvo buenos y malos momentos. Eso sí: le quedó pendiente una vuelta a Chile para buscar una revancha. Pensándolo bien, mejor dejarlo así.

Ruiz Carlos

Carlos Fernando Ruiz

Desde siempre, Argentina ha mostrado un talento impresionante en el fútbol. Al igual que Novibet ruleta online, los argentinos son reconocidos en todo el mundo como grandes jugadores y una fuerza a tener en cuenta en el campo de juego.

Específicamente, la cantera de River Plate ha sido la generadora de destacados futbolistas. Desde Alfredo Di Stéfano hasta Enzo Fernández, es enorme la cantidad de apellidos que usaron la Banda y también lucieron los colores nacionales. En la mayoría de los casos, se trataron de reconocidos atletas. Sin embargo, también hubo espacio para los menos recordados, como Carlos Ruiz.

Marcador de punta nacido el 19 de diciembre de 1993, fue un histórico de las inferiores del Millonario. Hizo el recorrido completo, desde novena división hasta la Reserva, siendo 2013 su año más destacado. O, por lo menos, el momento en el que tuvo mayor notoriedad, al participar con la Selección Argentina del Sudamericano Sub-20.

Con aquel equipo, tuvo minutos en las derrotas frente a Chile y Paraguay. La eliminación en la fase de grupos lo mandó de nuevo a concentrarse en su club, con el objetivo de llegar a jugar en Primera. Una meta que no llegaría a cumplir.

Con continuidad entre los juveniles, pero ignorado por Ramón Díaz y Marcelo Gallardo, su estadía en River concluyó en 2016, cuando quedó con el pase en su poder. En septiembre de ese año, firmó con Quilmes. Sin embargo, la historia se repetiría: jamás fue tenido en cuenta.

Resignado a no tener oportunidades en el fútbol grande, hizo su camino por el interior del país, dedicándose a recorrer pequeñas ciudades y pueblos.

De esta manera, defendió los colores del Deportivo Achirense  (2017/18), San Martín de Mendoza (entre 2018 y 2021) y Belgrano de Arequito, con el que se consagró campeón de la Liga Casildense en 2022.

En 2023, se incorporó al Club Atlético Chabas, una institución de esta localidad que usa una camiseta celeste y blanca a bastones verticales. Sí, el mismo diseño que Ruiz había lucido hace una década atrás, cuando jugaba en el Sub-20. Diez años después, en el mismo lugar. O algo parecido (?).

Demelchori Leonel

Leonel Demelchori

Lo ideal es que vaya antes del plato principal. Sirve como una entrada, como un preparativo para lo mejor. Por eso, el choripán se consume previamente al asado. Y por la misma razón, Demelchori solo se destacó en la Reserva, cuando esta se jugaba antes que el partido que todos querían ver.

Este atacante formado en Quilmes solía ocupar la posición de extremo derecho. Casualidad o no, la descripción concuerda con las características de otro jugador cuyo apodo remite al mismo embutido: el Chori Domínguez.

Supo destacarse en las inferiores, manteniéndose por un buen tiempo como un interesante proyecto del Cervecero. Algún que otro registro fílmico demuestra que tenía condiciones para transformarse en un delantero picante como un buen chimichurri.

Sin embargo, apenas pudo asomarse en Primera División. En la máxima categoría, Demelchori formó parte del plato fuerte en tres partidos, todos con derrota para el equipo del sur del GBA. Estos encuentros fueron ante River (2014), Lanús y Nueva Chicago (ambos en 2015). Suficiente para que las redes sociales tomaran nota.

Mientras tanto, siguió en la parrilla esperando tentar al DT de turno: fue un habitué de la Reserva en la que jugaban otros apellidos curiosos como Battistessa o Hipperdinger.

Ya en 2016, su lenta cocción no hizo más que acelerar el inevitable proceso de salida. En junio de ese año rompió su contrato con Quilmes, quedándose con el pase por falta de pago. En ese momento, el presidente del club era Aníbal Fernández. O sea, un peronista negándose a Demelchori. Insólito.

De esta manera, al futbolista no le quedó otra que conseguir un nuevo bodegón club donde mostrar sus atributos. Esto lo hizo en Dock Sud (2016/17). En la Primera C jugó poco y quedó relegado por una persistente tendinitis en el tendón de Aquiles. Desde entonces, no hubo más noticias de Demelchori. Aparentemente, no pasó el control de bromatología.