Aquino Arturo

Arturo David Aquino

Lateral paraguayo de dilatada trayectoria en su país, aunque sin el nivel o el reconocimiento sufiente como para ser convocado alguna vez a su Selección. Su única experiencia internacional la tuvo en el fútbol argentino, donde no la pasó para nada bien. O mejor dicho, para no andar con eufemismos: se terminó cagando de hambre.

Surgió en Olimpia (2004) y pasó también por Tacuary (2005-2006), 3 de Febrero (2006), Sportivo Luqueño (2007/08) y Nacional (2008-2011), antes de tener la gran chance, a sus 28 años, de mostrarse en la vidriera de nuestro país.

Fue Olimpo de Bahía Blanca el club que lo contrató con la intención de armar, como siempre, un rompecabezas de jugadores random para evitar fortuitamente el descenso. En aquel Apertura 2011, el paraguayo compartió la cancha con Laureano Tombolini, el Toti Ríos, Andrés Franzoia, Martín Rolle y Julio Furch, entre otros.

¿Y cómo le fue fue? Mal, como era de esperar. Surcando la banda izquierda, Aquino disputó 10 encuentros. ¿Y saben cuántos ganó? Ninguno. Al menos le quedó el recuerdo de su gol a Tigre. También es cierto que ese Olimpo no le ganaba a nadie y que al año siguiente, ya sin Aquino, terminaría descendiendo una vez más a la segunda división.

Después de esa corta y mala experiencia, volvería a su tierra para seguir actuando en Rubio Ñu (2012), Deportivo Capiatá (2013-2014 y 2016, incluida una atajada en el histórico triunfo en La Bombonera), Guaraní (2015), Sportivo Trinidense (2017-2018) y Atlético Tembetary (2020- ).

Y en este último tiempo, viviendo los momentos finales de su carrera, Aquino no dudó en revelar lo mal que la había pasado en Argentina, en una nota con el diario Crónica: «Me sirvió de mucho en lo futbolístico, pero no me quedé más por ciertas cosas que me pasaron, entre ellas la devaluación del peso argentino, los constantes viajes y también el ambiente que viví en una ocasión en la concentración. No estábamos teniendo buena campaña, veníamos ya sin ganar varios partidos y los hinchas de Olimpo se pusieron furiosos. Estábamos almorzando en la concentración y de repente ingresan varios personajes armados hasta los dientes. Tenían armas de fuego y algunos cuchillos. Era una locura. Nos amenazaron y se llevaron toda nuestra comida. Nos dijeron ‘ustedes no se merecen esta buena comida’. Vinieron y me gritaron en la cara, me dijeron paraguayo hijo de p… Bueno, eso fue lo más leve”.

Lo entendemos totalmente. Si le pareció grave la devaluación de 2011, era obvio que no estaba preparado para un apriete de la barra.

Alarcón Alberto

Alberto Ricardo Alarcón (Beto)

El Chino Luna deja la cancha envuelto en una ovación, luego de una actuación inolvidable. No era para menos: le había anotado un hattrick a Boca, en el duelo por el Apertura 2010. Mientras desde las tribunas miles de hinchas corean su apodo, un compañero es el primero en felicitarlo antes de reemplazarlo. De esta manera, Alberto Alarcón hacía su aparición en Primera División.

Surgido de las inferiores de Tigre, la realidad es que nunca tuvo oportunidades en ese club. Ni siquiera en el ascenso: aunque formó parte del plantel que regresó a la máxima categoría en 2007, no jugó ningún partido durante aquella campaña (solo fue un par de veces al banco de suplentes).

Por eso, en 2007/08 fue prestado a Defensores de Belgrano. Tras un año en la B Metropolitana regresó a Victoria, donde solo tuvo apariciones en Reserva hasta aquel debut frente al Xeneize. En ese mismo torneo, también jugó un rato frente a Atlético Tucumán. Y eso fue todo. En total, apenas disputó 16 minutos con el Matador.

Con el pase en su poder, recaló en Colegiales (2010/11) y Racing de Olavarría (2011) antes de dar el salto al exterior. Y saltó bastante alto: llegó a más de 4000 metros sobre el nivel del mar, para jugar en el Real Potosí (2012). El gran objetivo de ese equipo era superar la primera fase de la Copa Libertadores. Una tarea casi imposible: enfrente estaba el Flamengo de Ronaldinho.

Alarcón, recio defensor central, se fue lógicamente derrotado… aunque con una pequeña victoria: se llevó la camiseta de Dinho. “Dentro de la cancha es un tipo bárbaro, se portó como un caballero. Cuando jugamos la revancha en Brasil llevó varias porque en Bolivia se la habíamos pedido todos”, contó un tiempo después.

Además, agregó que “en el partido de ida me hizo un caño impresionante. Yo le decía que me iban a cargar mis amigos y se cagaba de risa. ‘La próxima cerrá las piernas’, me respondió. Al rato me hizo esa viborita que patentó él, y ahí lo tuve que bajar porque se me iba”. Para que no queden dudas, las imágenes lo certifican.

Unos meses más tarde, regresó al país para nunca más irse. Vistió nuevamente la camiseta de Racing de Olavarría (2012/13), y luego pasó por UAI Urquiza (2013/14), Alvarado (2014) y Ferrocarril Sud de Tandil (2015 a 2017), donde finalizó una carrera que tuvo su pico más alto en una patada a R10. Tranquilo, Beto. Seguramente no sos el único.

Guzmán Andrés

Andrés Guzmán Shjodt (Tanque)

El futbolista del ascenso profundo nunca la tuvo fácil, y mucho menos durante la última pandemia. A mediados de 2020, con la pelota detenida y sin fecha de regreso, un gran número de jugadores de las categorías más bajas quedaron libres y tuvieron que buscarse otros trabajos, por lo menos de manera provisoria. Esto se transformó en algo habitual para la mayoría, aunque pocos estuvieron tan metidos en el tema del Covid-19 como este centro delantero.

Oriundo de Orense, provincia de Buenos Aires, la peleó en las inferiores de Boca Juniors y de Vélez Sarsfield, club con el que llegó a jugar cuatro partidos en Primera División. Todos fueron por el Clausura 2008, y siempre fue titular a pesar de que en su posición estaban Jonathan Cristaldo, Rin Rin Balvorín y Santiago Silva, a quien por lo menos pudo apoyar en un festejo (?).

Estas fueron las únicas ocasiones en las que tuvo minutos en el Fortín. No obstante, siguió en el club unos años más. Incluso fue parte del plantel que festejó el Clausura 2009, aunque solo jugó en Reserva.

Sin chances en el equipo de Gareca, comenzaría una larga trayectoria por diferentes categorías de nuestro fútbol. Desde entonces, defendió las camisetas de Deportivo Merlo (2010), Defensores de Belgrano (2011), Brown de Adrogué (2012/13), Laferrere (2013), Boca de Río Gallegos (2014), Fénix (2014), Cañuelas (2015), Luján (2016/18), Excursionistas (2018/19) y General Lamadrid (2019/20).

En el medio estas experiencias, comenzó a estudiar kinesiología. Sin imaginarlo, esta profesión lo llevaría a estar en la primera línea de batalla contra el coronavirus.

A pesar de no contar con experiencia en el ámbito de la rehabilitación, no le escapó a las tareas que exigía el momento, ayudando a muchos pacientes a recuperarse de las secuelas causadas por la enfermedad.

Y así, nos dimos cuenta de algo más: cuando salíamos a aplaudir a los médicos, también estábamos aplaudiendo a un ex jugador de Vélez. Que año de mierda fue el 2020…

Cadelago Juan Martín

Juan Martín Cadelago

La importancia de no quemar etapas pareció nunca interesarle a Oscar Ruggeri. Ni cuando hizo debutar al Kun Agüero a los 15 años y 35 días, ni cuando incorporó a este defensor al plantel de San Lorenzo en 2006. En aquel momento, Cadelago era un joven lateral izquierdo jugaba en la Sexta División. Por orden del Cabezón, pasó a entrenarse con los más grandes. Demasiado pronto.

Su debut extraoficial fue en el estreno de Ramón Diaz como DT del Ciclón, el 12 de enero de 2007, en un amistoso frente a Independiente. Esa noche, reemplazó a René Moreno y jugó todo el segundo tiempo.

Sin embargo, nunca pudo vestir la azulgrana por los puntos. La única vez que estuvo cerca de hacerlo fue por la 16ª fecha del Apertura 2006, en una victoria frente a Racing. Ese encuentro había sido postergado y se terminó jugando en febrero del año siguiente. El papá de Michael y Emiliano le dio a Cadelago la chance de sentarse en el banco de suplentes, de donde no salió.

En el mismo semestre, se entrenó en el predio que la AFA posee en Ezeiza, como sparring de la Selección Argentina “local” que estaba al mando del Coco Basile. Además, festejó la obtención del Clausura 2007, aunque no participó de esta conquista. A los 18 años, ya había alcanzado los puntos más altos en su carrera.

De ahí en más, las cosas no salieron tan bien. Aunque era una fija en las pretemporadas del primer equipo, y aparecía como una alternativa en los partidos de preparación, fue confinado a la Reserva hasta que dejó el club en 2010.

Pasó por Italia, para vestir la camiseta del FC Südtirol (2010/11), y Paraguay, donde jugó en Independiente FBC (2011/12). Luego, volvería al país para iniciar su etapa en el fútbol de ascenso.

En 2012/13 jugó la Primera B con el Deportivo Morón. A pesar de que el Gallo contaba con nombres importantes como Alejandro Migliardi, Martín Granero, Lionel Coudannes, Mariano Messera, Wanchope Abila, Damián Akerman o Mariano Martínez, la campaña terminó con un decepcionante 17º puesto. Y Cadelago no se iba a salvar de la limpieza general.

Su siguiente empleador fue el ASD Ilvamaddalena 1903, una humilde institución del under italiano ubicada al norte de la isla de Cerdeña. Playas, montañas, pueblos encantadores y una tranquilidad que no se consigue en el Conurbano lo acompañaron hasta que pegó la vuelta en 2015.

La Primera B le dio la bienvenida nuevamente. Esta vez, Fenix lo cobijó hasta su retiro en 2018, acelerado por una dolorosa lesión en las vértebras. Apenas tenía 29 años. Todo le pasó muy rápido. Más que quemar etapas, directamente las incendió.

Calviño Lucas

Lucas Calviño

Protagonizar mediocres campañas, irse al descenso, ser víctimas de malos arbitrajes. Todas estas, y otras menos traumáticas, han sido costumbres a los que los hinchas de Huracán tuvieron que adaptarse en el Siglo XXI. Varios futbolistas fueron protagonistas de estas desagradables situaciones. Lucas Calviño no dejó una sola sin experimentar.

De profesión arquero, fue parte de los planteles de Gimnasia y Esgrima de Mendoza (2003-2005), San Miguel (2005) y Almagro (2006-2008) antes de sumarse a las filas del Globo. Inicialmente, se incorporó a la Reserva, esperando su oportunidad detrás de Alejandro Limia, Gastón Monzón y David González.

Recién el 12 de noviembre de 2010, unos días después de haber cumplido 26 años, hizo su presentación en la máxima categoría, jugando los últimos minutos en una derrota frente a Colón.

En los únicos torneos de Primera División en los que Calviño sumó partidos, Huracán realizó pésimas campanas: fue 18º en el Apertura 2010 y 20º en el Clausura 2011.

En total, el guardameta disputó 7 encuentros (sólo en uno no recibió goles), incluyendo un desempate ante Gimnasia y Esgrima que definía el último descenso directo de aquel año. El Lobo se quedó con la victoria y el Quemero se vio condenado a jugar el Nacional B más competitivo de la historia, aquel que quedó en manos de River Plate.

Durante esa temporada 2011/12, encontró la continuidad que necesitaba, aunque esto no se vio reflejado en grandes actuaciones. Si bien hubo momentos en los que fue el más destacado del equipo, también colaboró para que el Globo pierda puntos de maneras insólitas, como cuando se le escapó una pelota que tenía en sus manos en un encuentro frente Almirante Brown.

Un par de meses después, disputaría sus últimos minutos con la camiseta que más tiempo defendió: fue en una derrota frente a Rosario Central, en la que, tras anotar un gol en contra, se fue expulsado por increpar al árbitro Diego Abal. Recibió 6 fechas de suspensión: la misma cantidad de partidos que quedaban para finalizar el campeonato.

El último semestre de 2012 lo encontraría en Chile, formando parte del Santiago Morning. ¿Lo más interesante que le pasó del otro lado de la cordillera? Ser compañero de un ruso llamado Maxim Molokoedov, que había estado en la cárcel por narcotráfico.

En 2013 volvió al país para sumarse a Defensores de Belgrano (2013). La buena: le sacó el puesto al histórico Carlos Bangert. La mala: de los 13 encuentros que disputó, solo ganó uno, y el Dragón terminó esa temporada de la B Metropolitana en el anteúltimo lugar.

A pesar de sus números negativos, un equipo del Nacional B se animó a contratarlo. Atlético Tucumán (2013/14), en la búsqueda de un suplente confiable para Cristian Lucchetti, cometió ese error. Todo marchaba más o menos bien mientras el Laucha jugara, pero cuando no lo hacía aparecían los problemas.

El mejor ejemplo de esto sucedió el 14 de diciembre de 2014, cuando el Decano enfrentó a Huracán en el desempate por el ascenso. Otra vez, un partido a todo o nada para el Globo. Y otra vez, Calviño como titular por ausencia del habitual arquero. Pero en esta ocasión, en el arco de enfrente.

¿Cómo terminó la historia? Con los de Néstor Apuzzo festejando la vuelta a Primera División gracias a los errores del guardameta rival, que tuvo flojas respuestas en los goles y hasta fue expulsado cuando los cambios estaban agotados. El Pulga Rodríguez terminó ocupando su lugar.

Su siguiente destino, en la misma categoría, fue Central Córdoba (Santiago del Estero). El objetivo del Ferroviario estaba muy claro: no descender. Esta meta se cumplió en 2015 y 2016, pero no en 2017. Otra frustración para el arquero.

Sus últimas atajadas fueron defendiendo las camisetas del Deportivo Español (2017) y Almagro (2018-2019), donde se retiró debido a una lesión crónica en el codo.

Una vez colgados los guantes, comenzó su carrera como entrenador de arqueros. Desde este nuevo puesto, buscará que sus éxitos sean mayores que los que consiguió como futbolista. La vara está bajísima.

Cigno Luciano

Luciano Leonel Cigno (Lucho)

Del barrio de Liniers a playas paradisiacas. De compartir vestuario con Barovero, Cubero, Otamendi, y el Roly Zárate, a hacerlo con completos desconocidos. De viajar amontonado en el Sarmiento a despreocuparse si la puerta no se cerró con llave. La vida del futbolista es imposible de predecir. Y el caso de este mediocampista, sirve de ejemplo.

Surgido de las inferiores de Vélez Sarsfield, hizo su debut en la última jornada del Apertura 2008, en la derrota por 3 a 0 ante Huracán. Para su segundo y último partido en el Fortín tuvo que esperar casi un año y medio: fue en la victoria ante Tigre por el Clausura 2010.

Sin más oportunidades en el club que lo vio desarrollarse, fue prestado al AC Bellinzona de Suiza (2011), aunque no llegó a jugar por problemas con su visa. Esa fue su primera vez en un sitio poco habitual para un futbolista argentino, algo a lo que se acostumbraría en el futuro.

En 2012, fue cedido a Almagro por un semestre. Volvió a Vélez, no fue tenido en cuenta y retornó al Tricolor, donde se quedó durante todo 2013. No obstante, la vida se empeñaba en llevarlo a lugares donde le costara encontrar compatriotas. Fue así que viajó a Panamá.

A pesar de que realizó la pretemporada en el país centroamericano, algo falló: «No me cumplieron con lo que me habían prometido y volví a Argentina”, comentó. Tras este inconveniente, se incorporó a Dock Sud (2014/15).

La búsqueda de un nuevo lugar lejano para desarrollar su profesión se concretó en la siguiente temporada, cuando lo cobijó la Segunda División de Israel. ¿Su nuevo equipo? El Maccabi Ahi Nazareth. ¿Su día de gloria? El 30 de noviembre de 2015, cuando le convirtió al Hapoel Nazareth para ganar el clásico de la ciudad y sentirse más popular que Jesús (?).

Al año siguiente, cumpliría su sueño: jugar al lado su hermano Fernando, un volante central que la venía peleando en el ascenso pero que, a diferencia de Luciano, nunca pudo hacerlo en Primera División (fue parte del plantel de Nueva Chicago en 2006 pero solo jugó en Reserva).

Los Cigno lograron reunirse en Tarija, gracias al interés de Ciclón (2016/17). Allí aprovecharon para fotografiarse junto al Burrito Ortega, presente en un amistoso por el bicentenario de la ciudad.

A su experiencia por las canchas del ascenso boliviano le siguieron pasos por Sacachispas (207/18) y El Porvenir (2018/19), antes de emprender un nuevo viaje. Esta vez, con un rumbo mucho más original.

Antigua y Barbuda, una pequeña nación caribeña, le abrió las puertas para que los hermanos se reencontraran y se convirtieran en los primeros argentinos en jugar en ese país, un récord para nada despreciable (?). El Old Road FC (2019/20) tuvo el honor de recibirlos.

A pesar de que la vara de encontrar lugares insólitos para continuar sus carreras estaba altísima, Luciano y Fernando hallaron otra isla en donde pudieron seguir con lo suyo. Esta vez fue unos kilómetros más al sur, en Barbados. Allí usaron por unos meses la camiseta del Empire Club, hasta que la llegada del COVID-19 le puso fin a sus peripecias.

En mayo de 2020 quedaron «atrapados» por el cierre de las fronteras aéreas mundiales, y fueron devueltos a su país gracias a la intervención de la Embajada Argentina. “Se logró hacer una gestión con una empresa de cruceros que tenía tripulantes argentinos que iban a ser repatriados, y pudimos volver en ese vuelo”, comentó Lucho una vez que la aventura había terminado.

Por culpa de la pandemia, los hermanos estuvieron varios meses inactivos hasta que en agosto de 2021 se sumaron al Union Sportive et Culturelle de Bananier, de Guadalupe, otra isla del Caribe. ¿Terminará acá esta historia? Difícil: al Cigno Team aún le quedan muchos países exóticos por visitar.

Especiales: baldoseando en Francia

Ante la llegada de Lionel Messi al PSG, los medios han aprovechado para llenar páginas evocando a otros argentinos que jugaron en la tierra del croissant y la baguette. Y En Una Baldosa, obviamente, no iba a ser la excepción. Aunque en este caso, no se encontrarán apellidos inolvidables como Bianchi, Heinze, Pastore o Lavezzi. Los que no tuvieron un paso trascendente por el fútbol francés, también merecen su mención.

Los que saben cuánto pesa

Haber vestido la camiseta de la Selección Argentina nunca aseguró el éxito en el viejo continente. Y hay varios campeones del mundo que pueden dar fe de esto. En total, fueron 8 los que pasaron por Francia antes o después de alcanzar la gloria con la albiceleste.

Algunos lograron establecerse varios años, como Alberto Tarantini (Bastia y Toulouse) y José Luis Cuciuffo (Nîmes Olympique). Otros, alcanzaron cierta continuidad, como el Tata Brown (Stade Brest), Julio Olarticoechea (Nantes) y el Chino Tapia (Stade Brest). Sin embargo, también existieron casos de pasos efímeros.

El Beto Alonso, por ejemplo, llegó con gran ilusión al Olympique de Marsella en 1976. No obstante, por culpa de las lesiones, jugó poco y decidió regresar para no perderse la oportunidad de formar parte del equipo que se quedaría con el Mundial 1978.

Uno de sus compañeros en el mediocampo de aquel conjunto de Menotti era Osvaldo Ardiles, que en 1982 fue prestado por el Tottenham al PSG. Con la Guerra de Malvinas recién finalizada, tuvo una breve estadía en el club parisino, donde mostró un flojo rendimiento. “Mentalmente estaba destruido”, reconoció el Pitón. “El país en donde había nacido estaba en guerra contra el que me había adoptado. Muy difícil estar en el medio”

Un párrafo aparte merece Jorge Burruchaga. Si bien fue el que más jugó (entre 1985 y 1993 lo hizo para Nantes y Valenciennes), su final fue abrupto, al ser acusado de “corrupción pasiva” (o sea, de ir para atrás). Burru recibió una sanción de dos años de inhabilitación, luego reducida a 18 meses. Peor la pasó el presidente de su club, que terminó preso.

¿Atajar? ¿Para qué?

Son arqueros que tienen varias similitudes. Íconos de la Selección, fueron subcampeones del mundo, nunca se pudieron afianzar en el arco de un club y ambos vivieron en suelo galo.

Sergio Goycochea lo hizo en el segundo semestre de 1991. Llegó para sustituir a Bernard Lama en el Stade Brest, pero solo pudo disputar 11 partidos, ya que la institución fue sancionada por sus deudas, decretándose su descenso administrativo. Y Goyco retornó a Sudamérica, para jugar en Cerro Porteño.

Así y todo, tuvo más participación que Sergio Romero, quien formó parte del Mónaco en 2013/14. Chiquito se puso los guantes en sólo 9 encuentros, siendo suplente la mayor parte de la temporada. Una constante en su carrera.

Exportación de baldoseros

¿Qué tienen en común Sergio Comba, Juan Manuel Barrientos y Gino Pádula? Todos ellos contaron con una breve experiencia en la Primera División del fútbol argentino, y apenas tuvieron oportunidades en Francia.

Entre los que engrosan las páginas de En Una Baldosa y su filial francesa (?), también se pueden sumar Andrés Grande (Bastia y FC Gueugnon), Pablo Calandria (Olympique de Marsella y Lens), Emiliano Romay (Niza) y Mariano Córsico (LB Châteauroux), entre otros. Si no se consolidaron acá… ¿por qué tendrían que haberlo hecho allá?

Andá a chequearlo…

Aunque se afianzaron en nuestras canchas, a duras penas alcanzaron a jugar algún que otro partido en los estadios franceses. Para nosotros, y para ellos, también existieron pasos totalmente incomprobables por la Ligue 1.

Este es el caso de Daniel Montenegro. En 1999, el Olympique de Marsella lo adquirió por 6.000.000 de dólares. Una cifra enorme para lo poco que jugó: apenas 9 encuentros. “Cuando llegué fue todo bien. Jugué un par de partidos y hasta convertí un gol. Pero después de las vacaciones echaron al técnico y al que vino parece que no lo convencí porque a veces ni siquiera concentraba”, relató el ex mediocampista.

Y si se menciona al Rolfi, también hay que hablar de Juan Krupoviesa, su némesis (?). Curiosamente, el tucumano también tuvo un paso discreto por el mismo club: en 2008 vivió durante un semestre su única experiencia en el exterior, aunque solo disputó 8 cotejos. “Al principio era titular, pero después llegó un africano y se decidieron más por él porque era jugador del club. Igual a mí me sirvió, sobre todo por lo económico”, contó sin ponerse colorado.

Entre fines del Siglo XX y principios del XXI, se siguieron sumando compatriotas al país de Brigitte Bardot. Entre los que no alcanzaron a jugar una decena de partidos se encuentran Darío Cabrol (Toulouse, 2000), Mariano Herrón (Montpellier, 2000), Sebastián Chirola Romero (Toulouse, 2001), Hernán Medina (Lorient, 2001/02), Gabriel Loeschbor (Rennes, 2002/03), Juan Esnaider (Ajaccio, 2003) y Nacho Piatti (Saint Ettiene, 2006).

En tiempos más cercanos, nuevos nombres se sumaron a la costumbre de pasar fugazmente por aquel suelo, como Hugo Colace (Auxerre, 2012) o Nicolás Gaitán (Lille, 2020).

Pero lo más destacado fue lo del Metz, que tras haber contratado a dos delanteros argentinos que se fueron del club sin anotar un solo gol (Federico Andrada en 2014/15 y Juan Cruz Kaprof en 2015/16), insistió con Brian Fernández (2017). El ex jugador de Racing disputó 7 encuentros, siempre entrando en el segundo tiempo (todas fueron derrotas). Tampoco convirtió, pero al menos se dio el mismo lujo que Di María, Paredes e Icardi: compartir el campo de juego con Neymar.

Porcari Matías

Matías Sebastián Porcari

Prometedor enganche que, a pesar de haber ilusionado con sus condiciones técnicas, no pudo soportar el peso de ser el generador de fútbol de Belgrano. Ni de otros conjuntos.

Corría la temporada 2003/04 del Nacional B cuándo, con solo 18 años, tuvo una rutilante aparición en el Pirata, le otorgaron la responsabilidad de ser la manija del equipo y el entrenador Marcelo Bonetto declaró que iban a ser «Porcari y 10 más», como para que al pibe le quedara claro que la posibilidad del ascenso dependía pura y exclusivamente de él.

El joven oriundo de Oncativo no aguantó la presión y se fue desinflando hasta despedirse del club en 2007, dejando la sensación de que podría haber sido mucho más de lo que fue.

Antes de eso, se dio el lujo de anotar su único gol en Primera División, en un 3 a 0 sobre Vélez Sarsfield. Fue la misma tarde en la que el Gato Sessa le pidió a un alcanzapelotas que juntara cinco palos verdes para poder conversar con él.

Luego de un préstamo en la CAI (2007/08), cruzó el Río de la Plata para jugar en Fénix, donde tuvo dos etapas (2008/09 y desde 2010 hasta 2012), teniendo además un paso por Danubio (2009/10). Sus habituales cambios de colores recién estaban arrancando.

A principios de 2012 viajó hasta Hungría y se puso la camiseta del Budapest Honvéd, uno de los cuadros más populares de ese país. Sin embargo, casi todas sus apariciones fueron en el equipo filial.

En 2013 volvió a Montevideo, donde tuvo un breve paso por Progreso antes de tener una nueva chance en el este europeo. Esta vez, el destino fue Serbia. ¿Quién lo eligió? El FK Radnički 1923. En su nuevo club jugó apenas 4 partidos y fue dejado en libertad de acción antes de que terminara el semestre.

Tras una prueba no superada en el S.P.A.L. (Italia), Porcari regresó a Uruguay. Esta vez, se puso la camiseta de Juventud de Las Piedras (2014). Allí sufrió una luxación de clavícula que le hizo conocer las bondades de la medicina uruguaya (?).

Inesperadamente, en 2015 tuvo una nueva oportunidad en Primera División, al sumarse al plantel de Olimpo. Junto a Joel Amoroso, fue uno de los primeros refuerzos que tuvo el conjunto de Bahía Blanca. Alfredo Dagna, su presidente, los recibió declarando ante un medio partidario: “son dos jugadores que vienen a sumar. Ahora nos meteremos de lleno en los de más renombre.”

¿Y qué dijo el futbolista? «Cuando salió el fixture, lo primero que hice fue fijarme cuando enfrentábamos a Boca, River y Belgrano». Porcari sumó 6 minutos contra el Xeneize, se quedó entre los suplentes en el encuentro frente al Millonario y no estuvo entre los convocados ante su ex equipo. En total, fue parte de 11 partidos con el Aurinegro. Un paso con más pena que gloria.

En 2016 vivió su última experiencia en el exterior, al usar los colores de los Potros de Barinas, en la Segunda División de Venezuela. Y así, a los 30 años, le puso fin a su carrera profesional. “El entorno del fútbol me cansó. Tomé la determinación de salir de ese ambiente”, comentó unos años después.

Sin embargo, al año siguiente el Pulga Ríos lo convenció para que siguiera despuntando el vicio en 9 de Julio (Río Tercero), jugando la liga local y el Regional Amateur.

En un ambiente más relajado, aprovechó para estudiar Marketing y reflexionar sobre su paso por Belgrano. “Ojalá hubiera tenido a los 20 años la cabeza que tengo hoy. En mi caso, parecía que ya estaba quemado, que ya me habían dado mil chances, que ya no podía mejorar. Cuando lo normal es que a esa edad un chico recién se esté afianzando en Primera”.

Además, destacó los beneficios de jugar sin dinero de por medio. “Eso hace que se disfrute de muchos rituales, como comer un asado”, indicó. “Un asado comprado, hecho con sacrificio. No es ir a un restorán y que te den todo servido. Acá te lo ganás».

Buen provecho, Matías. Vos te lo ganaste