Villafañe Santiago

Santiago Hernán Villafañe

Lateral derecho que antes de cumplir 20 años ya había ganado la Copa Libertadores y jugaba en el Real Madrid. Sí, esto es tan cierto como la necesidad de leer aquí para tener los mejores consejos en apuestas. Justamente, esta palabra se puede aplicar a los inicios de la carrera de Villafañe: pintaba bien, era tentador ponerle una fichita.

Nacido en Mar del Plata el 19 de mayo de 1988, se incorporó en 2001 a las inferiores de Boca Juniors junto a su hermano mellizo Nicolás. Sin embargo, Santiago sería el único que jugaría en la Primera del Xenieze.

Esto ocurrió en 2007, cuando disputó 4 partidos del Torneo Clausura. Al mismo tiempo, los de Miguel Ángel Russo se adueñaban de la competencia sudamericana más codiciada. Aunque el aún juvenil defensor no había disputado ni un minuto de aquel certamen, festejó igual. ¿Vale? Recontra vale.

Con Hugo Ibarra y Clemente Rodríguez como alternativa en su puesto, las posibilidades de ganarse minutos entre los grandes no eran muchas. Entonces, Villafañe hizo lo que haría cualquiera: irse al Real Madrid.

Lo acompañó Juan Forlín, que jugó poco por conflictos con su pasaporte. Obviamente, no compartieron vestuario con Raúl, Robinho o Sergio Ramos; sino que se limitaron a jugar en el equipo filial, en la Segunda División B.

Tras un par de años en el Castilla, regresó a Boca para ganar un nuevo título. ¿Otra Libertadores? ¿Un torneo local? No, ni cerca. Fue campeón con la Reserva al lado de Josué Ayala, Enzo Ruiz, Guillermo Pol Fernandez, Jonatan Philippe y Nicolás Blandi, entre otros. En aquella temporada 2009/10 disputó sus últimos 3 encuentros con la azul y oro. Desde ese momento, se dedicó a sumar experiencia en distintas ligas y categorías.

En 2011 tuvo un corto paso por el FC Utrecht (Holanda), al que le siguieron unos meses en Independiente Rivadavia (2012). Jugó la Europa League con el FC Midtjylland (2012/13) y fue cedido un semestre al Lyngby BK (2013), ambos de Dinamarca.

Tras volver a su anterior club, entre 2014 y 2015 jugó en el ascenso de Grecia. Esto lo hizo con tres instituciones diferentes: el AOT Alimos, el Panthrakikos FC y el OFI Creta.

En 2016, tuvo una última oportunidad en la máxima categoría del fútbol argentino, cuando firmó contrato con Colón. Su paso por el Sabalero fue muy breve: apenas disputó 7 partidos antes de continuar con sus viajes por Europa.

A mediados de aquel año, se sumaría al RNK Split. «Nunca pensé que jugaría en Croacia. Sin embargo, me hablaron muy bien de la liga y del club. Es un equipo joven, con perspectiva, así que decidí venir», declaró al llegar.

¿Cómo terminó esta historia? Con el mismo futbolista contando unos meses después que «por problemas económicos del club, me tuve que ir y hacer la denuncia en la FIFA. Lamentablemente en muchos sitios de Europa del Este pasan estas cosas». Sin embargo, no se fue de la región: siguió sumando vivencias en el PFC Montana de Bulgaria (2017), el Ruch Chorzów de Polonia (2017/18) y el Thesprotos FC de Grecia (2019).

En aquella época, sufrió una enorme pérdida personal: el fallecimiento de su hijo de tres meses, lo que lo alejó un tiempo de las canchas.

En 2020, se produjo su último regreso al país. Desde entonces defiende los colores de J. J. Urquiza, en la Primera B Metropolitana. Allí, puede contarles a sus compañeros que defendió las camisetas de dos de los clubes más populares del mundo. Y no va a estar mintiendo.

Ojeda Juan Carlos

Juan Carlos Ojeda

Convertir un gol en el debut. No son muchos los futbolistas que pueden darse este lujo. En el Siglo XXI se pueden mencionar a Mariano Chirumbolo, Maximiliano Flotta, Gonzalo Rovira, Juan Carlos Toja, Jerónimo Morales Neumann y Milton Galiana, entre otros. Todos tuvieron algo en común: una carrera que pintaba para mucho más de lo que terminaría siendo. El caso de Juan Carlos Ojeda no escapa a este patrón.

Mediocampista creativo, zurdo, con una interesante pegada y buen recorrido, realizó las divisiones inferiores en Estudiantes, pero su presentación la hizo jugando para Argentinos Juniors, en el Clausura 2009.

Claudio Vivas lo mandó a la cancha por primera vez el 22 de febrero y el pibe respondió con un gol, en lo que sería empate frente a San Martín de Tucumán. El DT lo conocía por su paso por el Pincha, donde había sido coordinador del fútbol amateur.

Sin embargo, apenas totalizó 3 partidos con la camiseta del Bicho antes de regresar a La Plata, a la espera de nuevas oportunidades…que nunca tendría.

Tras un breve paso por Central Córdoba de Santiago del Estero (2010), hizo el ckeck in para vivir su gran experiencia internacional: fue cuando llegó a Jorge Wilstermann de Bolivia para jugar la Copa Libertadores… y el Nacional B. Es que, como le sucedió a Tigre en 2020, el equipo boliviano había clasificado por un lado y descendido por el otro (?). De esta manera, Ojeda enfrentaba a Inter de Porto Alegre, Chiapas y Emelec por TV en vivo para todo el continente, mientras que los fines de semana chocaba con rivales tales como Universidad Cruceña o Club Vaca Díez.

Luego del lógicamente flojo papel del equipo en el torneo continental (1 ganado, 1 empatado y 4 derrotas), el Aviador se concentró en la búsqueda del ascenso, objetivo que conseguiría el 28 de mayo de 2012. Esa fue la noche de gloria de Juan Carlos Ojeda: marcó el gol del triunfo en el partido definitorio ante Guabirá, poniéndole fin al calvario de uno de los equipos más importantes del país. Fue el 28-M, la resurrección (?).

Sin embargo, al igual que Trezeguet después de haber sido héroe frente a Almirante Brown, los mejores días de Ojeda ya habían pasado. Lesiones y problemas personales fueron machacando su carrera. Se sabe que probó suerte en Australia y que volvió al ascenso boliviano para jugar en el Municipal Tiquipaya (2013/14). También que Aurora, del mismo país, preguntó por él en 2015, pero no lo contrató porque tenía el cupo de extranjeros completo.

Triste final para una trayectoria que fue de mayor a menor. De un debut con gol, a desaparecer del mapa futbolístico en pocos años. Moraleja: nunca hay que mostrar lo mejor en la primera vez. Sirve para el fútbol, sirve para la vida.

Pirchio Marcos

Marcos Emiliano Pirchio (El Tanque)

Casilda, esa localidad santafesina ubicada a 56 kilómetros de Rosario, siempre fue tierra fértil para el surgimiento de notables personalidades relacionadas al quehacer (?) del fútbol. Desde Jorge Griffa hasta Franco Armani, son muchos los nombres que emergieron de este lugar para desarrollar su actividad por el país y, en algunos casos, por el mundo. Este es el caso de Marcos Pirchio, quien no dejó de viajar en casi una década y media de profesión.

Fue una prueba en Estudiantes lo que le abrió las puertas a este trabajo. Presentado como una joven promesa de Alumni, convenció con goles, subió categorías, se adaptó a la vida en la ciudad de las diagonales y debutó entre los grandes. Su primera vez fue el 7 de mayo de 2006, en un empate frente a Rosario Central, cuando Jorge Burruchaga lo mandó a la cancha para que juegue unos minutos.

No volvió a tener participación hasta un año más tarde, por lo que se privó de ser parte del plantel campeón del Torneo Apertura. En 2007, el Cholo Simeone lo rescató de la Reserva y le dio algo más de rodaje. Sin embargo, cuando Roberto Sensini asumió el mando en 2008 sus chances para afianzarse en el equipo fueron escasas, y los días del Tanque en La Plata se fueron terminando. Entre competencias nacionales e internacionales, jugó 16 partidos y convirtió un solo gol: fue ante Lanús, por Copa Sudamericana.

Tras una temporada en el Nacional B con la camiseta de Olimpo (2008/09), su carrera pegó un gran salto al llegar al Deportivo Quito (2009/10). Allí fue campeón de la Serie A de Ecuador, jugó Copa Libertadores y formó una hermosa amistad con Franco Niell y el Memo Borghello.

A esto le siguieron breves pasos por Unión (2010) y Everton (2011), donde llegó por expreso pedido de Diego Osella. Por los malos resultados, el DT dejó el cargo antes de que termine el torneo, y a Pirchio no le quedó otra que irse de Chile.

En su vuelta al país, se dio el lujo de enfrentar a River Plate, Sportivo Desamparados y Almirante Brown, entre otros. Durante ese apasionante Nacional B 2011/12 vistió la camiseta de Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Antes de que termine el torneo ya estaba haciendo las valijas otra vez: Macará (Ecuador) sería su destino, aunque solo por unos meses.

A principios de 2013, apareció una chance para jugar en la MLS, y eligió probar. Cambiando el verano casildense por el invierno de Denver, se preparó para jugar en el el Colorado Rapids, en una liga donde se destacaban Marco Di Vaio, Robbie Keane y Thierry Henry, entre otros. Sin embargo, las cosas no salieron como había imaginado: por un problema con su visa de trabajo solo pudo entrenar y estar en algunos partidos de pretemporada. “Estaba tan mal por no poder jugar que hasta me invitaron a conocer Aspen para esquiar, pero no quise ir.” Un bajón.

Tras un segundo ciclo en Macará en el que fue suspendido por cuatro meses por realizar gestos obscenos a una hinchada rival (luego reducirían su castigo), aceptó una propuesta para instalarse en la otra punta del globo terráqueo. Tras un frustrado intento por sumarse a un equipo malayo, en 2014 firmó contrato con el Khatoco Khánh Hoà FC. Todo eso (?) es un club de Vietnam, donde recogió las mejores anécdotas de su vida. Unos años después, contó algunas en una extensa entrevista con un medio de Casilda.

Uno de los aspectos culturales a los que no se pudo adaptar fue el de los partidos arreglados (?). “Un día perdimos 5 a 1 y después me enteré que mis compañeros habían ido para atrás. Los únicos que no sabíamos éramos los extranjeros: un rumano y yo. En ese partido hice un gol y me hicieron un penal. Lo iba a patear yo pero me la sacó uno de los vietnamitas, hizo que se patinaba y la tiró afuera. Con el rumano nos volvimos locos, queríamos pelearlos a todos”.

Además, tuvo que lidiar con el idioma. “Yo no entendía nada, ni siquiera al traductor. Me explicaban todo en una tablet. Una vez me hicieron decirle unas palabras en vietnamita al DT: resulta que sin saberlo lo insulté. ¡Se armó un quilombo! Los tipos eran terribles y me agarraron a mi para la joda”.

En su nuevo regreso a Argentina vistió los colores de Guaraní Antonio Franco (2014) y All Boys (2015), donde se sumó al listado de víctimas de las locuras del Gato Sessa. En su caso, le tocó recibir un pisotón del arquero. “No me pidió disculpas, tampoco las quiero. Fue algo malintencionado, pero ya pasó. No soy rencoroso», declaró luego.

Sus siguientes experiencias por nuestro continente le presentaron fuertes contrastes: mientras que en 2016 fue campeón en Bolivia, con el Jorge Wilstermann, en 2017 vistió los colores del Ayacucho FC (Perú), donde no la pasó tan bien. “Disfruté un montón en Cochabamba, es un lugar hermoso, para quedarse a vivir. En cambio, Ayacucho es horrible, encima ahí me fracturé el peroné y quería dejar todo”.

Después de varios meses de recuperación, en 2018 tuvo su último paso por el fútbol extranjero, con la camiseta del Royal Parí (Bolivia). Otra lesión (esta vez fueron los meniscos de su rodilla derecha) lo trajo de vuelta por última vez a su casa. Allí se instalaría para ponerle punto final a su carrera.

Superando sus problemas físicos, se dio el gusto de retornar al club que lo vio nacer, Alumni. Su nombre forma parte de la historia de la institución de Casilda, que en su momento homenajeó a aquellos que hicieron tanto por el balompié nacional. Y de paso, también incluyeron a Sampaoli.

Fredrich Elvio

Elvio Epifanio Fredrich

Zurdo, alto, de tranco largo y extraordinario nombre de pila. Semejante combo le sirvió para plantarse en un sector de la cancha donde la competencia puede ser escasa: volante por izquierda, a veces marcador de punta por el mismo costado, tuvo el agrado de haber sido protagonista de un hecho histórico del fútbol argentino.

Dicho acontecimiento se produjo el 18 de septiembre de 2008, en un partido jugado entre Los Andes y Chacarita. El momento en cuestión se dio específicamente a los 8 minutos del segundo tiempo, cuando el árbitro Luis Álvarez marcó un tiro libre favorable al local. En ese lugar, en ese instante, se utilizó por primera vez el aerosol para marcar la distancia entre la pelota y los rivales más cercanos. Elvio Fredrich se hizo cargo de la pelota parada. Tomó carrera. Soltó el pie izquierdo. Su remate dio en la barrera.

Antes y después de esa jornada mágica (sobre todo para Chaca, que ganó 3 a 1), este blondo mediocampista tuvo una carrera con más sombras que luces. Entre 2005 y 2008 disputó 14 encuentros con el Lobo, entre ellos el último clásico en el viejo estadio de 1 y 57 (victoria 1 a 0 para Estudiantes).

Tras ser prestado a Almagro (2006/07) y e irse al descenso con Los Andes (2008/09), se marcharía al club donde alcanzó su mejor rendimiento, en el que volvería a estar en el centro de la escena. Es que no cualquiera le convierte un gol a River, en el Monumental y con la camiseta de Boca… de Boca Unidos. En el Aurirrojo jugó el Nacional B en las temporadas 2009/10 y 2011/12.

En el medio, tuvo su única experiencia en el exterior, al jugar en el Manta de Ecuador (2010/11). Allí tuvo continuidad hasta que una lesión en los meniscos y la salida de Gabriel Perrone, el DT que lo había llevado, le marcó el camino de regreso a Corrientes.

Aquel festejo ante el Millonario le sirvió como una vidriera para tener una nueva oportunidad en Primera División. All Boys lo cobijó en 2012/13 para que dispute 24 partidos, aunque solo 7 veces jugó los 90 minutos.

Sin pena ni gloria se fue a Talleres (2013/14). Ese año, La T perdió la categoría y muchos hinchas atribuyeron la presencia de Fredrich en el plantel a la amistad que mantenía con el goleador del equipo, Gonzalo Klusener (ambos son oriundos de Santa Rita, Misiones). Un gol a Independiente fue lo más destacado de su paso por Córdoba: lo hizo de tiro libre, demostrando que ya estaba adaptado al spray (?).

En 2014, Tristán Suarez le ofreció ser parte del Dream Team de la Primera B. Darío Capogrosso, Marcos Brítez Ojeda, Cristian Trombetta, Hernán Boyero y Facundo Diz, entre otros, formaron parte de ese equipo que, entrenado por Caruso Lombardi, estuvo a punto de conseguir el ascenso. El objetivo no se cumplió: Villa Dálmine los derrotó en la final del reducido.

Las cosas no mejorarían en 2015: un semestre en Gimnasia y Esgrima (Mendoza) le alcanzó para sumar su tercer descenso, aunque cuando se produjo este hecho Fredrich ya no estaba en el club: su contrato había sido rescindido por bajo rendimiento.

Lejos de las grandes luces, sus últimas apariciones se dieron en Atlético Uruguay (2016/17) y Centro Juventud Agrario (2019). En este pequeño club de Corralito, una localidad a unos 100 km de la ciudad de Córdoba, se consagró campeón de la Liga Riotercerense de Fútbol.

Allí, a los 34 años, aún era el dueño de las pelotas paradas. Su experiencia con el aerosol lo avalaba.

Brítez Ezequiel

Ezequiel David Brítez

Fue campeón en Primera División, supo ser protagonista de un descenso insólito, también fue parte de un esperado ascenso, jugó torneos internacionales y otros rodeados de amateurs, se le animó a un destino exótico. Este defensor central nacido en Rosario el 25 de junio de 1985 las pasó todas.

Fichado por Estudiantes de La Plata en la época de Claudio Vivas como coordinador de las divisiones inferiores, Ezequiel Brítez hizo su debut el 17 de febrero de 2006 (victoria ante Racing, el día del retiro del Cholo Simeone).

Siendo pieza de recambio ante las ausencias de Agustín Alayes, Juan Cáceres o Fernando Ortiz, disputó 10 partidos ese año y anotó su nombre entre los campeones del Torneo Apertura.

En 2007, dejó de ser tenido en cuenta por Simeone y solo jugó en Reserva. A mediados de ese año fue prestado a Nueva Chicago, donde tampoco encontró oportunidades. Entonces regresó a La Plata, donde, para sorpresa de nadie, ni siquiera formó parte del plantel. Era hora de comenzar a viajar.

Su primer desafió en el exterior fue en México, donde disputó la Liga de Ascenso con el Irapuato (2008/09). Su siguiente destino fue Chile, para ponerse la camiseta del Rangers (2009). Allí estuvo involucrado en el bochorno más grande de la historia de este centenario club. Se jugaba la última fecha y los de Talca estaban cerca de cumplir su objetivo: evitar el descenso. Sin embargo, la salvación no pudo ser posible por un grave error del DT Oscar del Solar: puso en cancha a seis extranjeros, excediendo la cantidad permitida por el reglamento. Por supuesto, Britez estaba entre ellos. El castigo fue un descuento de puntos que mandó al equipo a la Primera B.

Las siguientes temporadas lo encontrarían nuevamente con los colores del Irapuato, donde tal vez alcanzó su mejor nivel. Fue campeón del Clausura 2011 con el sinsabor de estar ausente en la definición del torneo por una grave lesión en su brazo izquierdo. Por este motivo también se perdió la final por el ascenso, donde sus compañeros cayeron ante el Tijuana.

Durante el primer semestre de 2012, Millonarios de Colombia le dio un lugar en su plantilla. Disputó solo 4 partidos y los de Bogotá finalizaron en un triste 13º puesto.

De regreso en Argentina, se puso la camiseta de Talleres de Córdoba (2012/13) en el Torneo Argentino A. En esta división consiguió la continuidad que precisaba… hasta la 7ª fecha, cuando se lesionó en el clásico frente a Racing. En la foto, la cara del médico lo decía todo: Britez se había roto el tendón de Aquiles y tuvo que ver desde afuera la vuelta del equipo al Nacional B. Para colmo, antes de que arrancase ese campeonato sufrió una fractura en el pie derecho. De esa manera, sus días en Córdoba terminaron.

Nuevo año, nuevo país, nuevos colores, nueva competencia. En 2014, le tocó viajar a Perú, ya que Real Garcilaso lo tentó para jugar la Copa Libertadores. Su debut fue inolvidable: resultó ser un triunfo histórico ante el Cruzeiro con gol propio. Sin embargo, los siguientes 5 partidos terminaron en derrotas y quedaron afuera en primera fase. Para colmo, no pudo disputar el torneo local ya que el cupo de jugadores foráneos estaba cubierto. No fuera a ser cosa que se repitiera lo de Chile.

Su gira volvió a México, para jugar en Estudiantes de Altamira (2014) y Cafetaleros de Tapachula (2015/16). En 2017, como ya se había acostumbrado a los aviones, metió 38 horas de viaje hasta la otra punta del mundo. Su nuevo club era el Da Nang FC de Vietnam, donde le sobrarían anécdotas, como la que relató al Diario La Capital:

«Uno de los primeros días estaba en la concentración y el traductor me dice: ‘My friend, motorbike’, me da la llave y me señala un montón de motos. ¿Qué hago con esto?, pensé. ¡Yo no sabía andar en moto! Veo que mis compañeros se empiezan a ir y me quedo solo, ahí en la concentración, sin comida y con la moto”. Según contó el zaguero, un vietnamita entendió sus señas y lo llevó a un local de KFC. Compró lo suficiente para esa noche y la mañana siguiente. “Fue el pollo que más disfruté en mi vida.”

La aventura en el Sudeste Asiático terminó ese mismo año. En diciembre, entró al campo de juego del estadio Marcelo Bielsa con la camiseta de Newell’s. ¿Iba a jugar en la Lepra? No, solo fue a acompañar a su hermano Brian Sarmiento en el banderazo que los hinchas hicieron previo al clásico.

Distanciado de la gente que lo representaba, quedó un año colgado hasta que apareció la chance de jugar en ADIUR (2019), un club de su ciudad natal que disputaba el Torneo Regional Federal Amateur, misma competencia que encaró con Atlético Carcarañá (2020). Posiblemente, su carrera haya terminado acá, aunque no hay que descartar que encuentre algo más abajo o algún nuevo país que le abra las puertas.

Tampoco olvidemos que un día desayunó pollo frito: quedó demostrado que no le hace asco a nada.

Barcia Ignacio

Ignacio Miguel Barcia Cabrera

En el segundo semestre de 2010, Independiente se jugó un pleno a ganar la Copa Sudamericana. No le salió mal, al menos en parte, ya que conquistó el título en una recordada definición por penales ante el Goiás brasileño. Sin embargo, pagó el descuido del torneo local con el último puesto en el Apertura, que a la postre (?) sería clave en el descenso consumado en 2013. En ese semestre, el Rojo cosechó miserables 14 puntos, producto de 2 victorias, 8 empates y 9 derrotas.

Para afrontar las últimas fechas de aquel campeonato, el Turco Antonio Mohamed apeló a un rejunte de juveniles, veteranos y relegados. Uno que sumaba sus primeros minutos oficiales era el lateral izquierdo Ignacio Barcia, que en el receso invernal había participado de la pretemporada, bajo el mando de Daniel Garnero. El pibe nacido en Capital Federal el 15 de junio de 1989 ya era todo un histórico del club. “Empecé a jugar a los cinco años, en el baby. Luego, a los ocho, pasé a cancha grande, tras un partido que se realizó entre los chicos del baby y los de cancha de once. Después de ese encuentro, que fue observado por Nito Veiga y Ricardo Bochini, me dijeron que me tenía que presentar en el predio de Wilde para sumarme a los entrenamientos de la categoría superior”, rememoró alguna vez.

Antes del debut, había ido al banco de suplentes en la segunda fecha ante Argentinos Juniors y hasta se había colado en la lista de buena fe de la Sudamericana, gracias a la lesión del paraguayo Cristian Báez. Finalmente, en la jornada 14, salió desde el arranque, con el número 13, en el empate 1 a 1 frente a Olimpo de Bahía Blanca. Esa noche, actuando como zaguero central, conformó una línea de 4 con el ya recuperado Báez, Carlos Matheu y Maximiliano Vélazquez. Matheu había puesto en ventaja al equipo de Avellaneda, que no supo aguantar el resultado y sufrió la igualdad en la última jugada por intermedio de Carlos Salom, que aprovechó una salida espantosa de Hilario Navarro.

Siete días después, reapareció entre los titulares contra Colón de Santa Fe, en un encuentro casi calcado. Otro defensor, esta vez Velázquez con un bombazo, adelantó al Rojo, pero el Bichi Esteban Fuertes lo empató a 15 del final para el Sabalero.

La tendencia de los goles sobre la hora se repitió en la fecha 16, en la derrota por 2 a 1 ante Estudiantes de La Plata, el líder. Aquella vez, Barcia compartió la última línea con Samuel Cáceres y Carlos Matheu. A diferencia de los choques anteriores, Independiente arrancó abajo en el marcador por el tanto de Juan Pablo Pereyra (horror defensivo al margen), pero lo igualó gracias a Nicolás Martínez, el hermano menor del Burrito. A los 85, la Gata Fernández, con un cabezazo bombeado, le dio el triunfo a los dirigidos por Alejandro Sabella. A pesar de la caída, los pibes made in Avellaneda se fueron aplaudidos.

Una semana más tarde, el juvenil se despidió para siempre de la máxima categoría en un olvidable 0 a 0 contra Lanús en La Fortaleza.

Tras la pretemporada de 2011, donde sumó algunos minutos extraoficiales, estaba afianzado en el plantel profesional (qué bien), aunque nunca salió del banco de suplentes (qué mal). Así fue en el duelo postergado del Apertura contra Tigre que se jugó en febrero, en el arranque del Clausura ante Vélez Sarsfield y en dos partidos de la Copa Libertadores, frente a la Liga Deportiva Universitaria de Quito y Godoy Cruz. Además, formó parte del grupo que viajó a Japón para disputar y perder por penales la final de la Copa Suruga Bank con el Júbilo Iwata. Por entonces, sonaba como posible moneda de cambio, junto con Federico Mancuello, para la llegada de Javier Cámpora (goleador del Clausura 2011 con Huracán) a Independiente y también hubo sondeos del Tijuana de México.

Sin chances en Primera, colgado por Ramón Díaz, que tomó el mando tras la salida de Mohamed, y casi que estorbando en Reserva, tuvo que salir a buscar lugar en otra parte. Lo encontró bastante cerca, en la famosa Isla Maciel, con la camiseta de San Telmo (2012/13) en la Primera B Metropolitana. “Fue un error haber ido porque significó bajar dos categorías luego de pasar por la Primera de Independiente. Jugué alrededor de 40 partidos y al final descendimos, así que terminó siendo peor”, reconoció tiempo después.

Con el Rojo viajando a lo largo y a lo ancho del país en la B Nacional, Nacho regresó al club, pero Miguel Ángel Brindisi lo mandó a entrenar con los marginados. Lo rescató Omar De Felippe, pero no tuvo acción y a comienzos de 2014 rescindió su contrato.

Enseguida se sumó a préstamo a la UAI Urquiza (2014), también de la B Metropolitana, donde ni jugó. Su última experiencia como profesional fue en Bahía Blanca, con los colores de Villa Mitre (2014/15) -12 encuentros, una expulsión- en el Federal B. “Estuvimos cerca de ascender. En febrero-marzo de 2015 me volví para acá y los clubes estaban casi todos armados, no había cupos. Me salió para ir a entrenar a Berazategui, pero al final contrataron a otro refuerzo y no se pudo dar. Ahí ya había cerrado todo y quedé parado”, contó hace algunos meses en una entrevista al sitio Doble Amarilla, en la que relató su experiencia actual como empleado de una empresa de limpieza.

“Después de que me quedé sin club, estuve tirando currículums en todos lados. Un día, una conocida mía me dijo que su padre trabajaba en una empresa de limpieza en la que se ganaba poco. Agarré y le dije que sí, porque la verdad estaba desesperado. Al otro día me llamó el padre y me dijo que tenía que ir a firmar el contrato y arrancar a trabajar. En ese momento me salvó, cerré los ojos y fui. Jamás había trabajado en algo como esto, siempre había jugado al fútbol, pero le di para adelante”, contó. “Tenía que conseguir trabajo porque en ningún momento llegué a estar bien económicamente. No podía mantenerme entrenando sin cobrar un peso porque no me daba la billetera, así que necesité salir a trabajar”.

Hoy, alejado por completo del fútbol, sueña con volver a las canchas, aunque sabe que es difícil: «Llegué a Primera, viví mi sueño. Tengo que creérmela un poquito», dice. Y agrega: «Me encantaría que algún club me dé una oportunidad».

Malano Santiago

Santiago Malano

Uno de los ítems de nuestro decálogo podría decir: «Si sos goleador histórico de las inferiores, sos baldosero». Puede haber excepciones, por supuesto, pero en general los que la meten mucho desde pendejos, terminan secándose para toda la cosecha. Y eso le pasó a Malano.

Nacido en la localidad bonaerense de Mercedes, Malanito pronto se convirtió en un referente de los juveniles del Racing Club de Avellaneda, donde formó parte de la categoría 1987 que terminaría ganando el campeonato de Cuarta División en 2004, con figuras como Sergio Romero, Gabriel Mercado, Dardito García, Claudio Yacob, Matías Sánchez, y Maxi Moralez, entre otros.

¿De profesión? Goleador. Sus estadísticas lo convirtieron rápidamente en una necesidad para el plantel de Primera, así que en 2005 tuvo su estreno cuando ingresó por el chileno José Luis Villanueva en una derrota 2 a 1 ante San Lorenzo. No convirtió ese día y tampoco en los otros 3 partidos que disputó ese año.

En el verano de 2006, las cosas pintaron mucho mejor. Convirtió goles en el torneo de verano (uno ante Boca, el día que La Academia usó números dorados en el comienzo de Nike) y además lo convocaron a la Selección sub 20.

Su situación, sin embargo, no cambió demasiado en los partidos por los puntos. En el Clausura de ese año siguió sumando minutos en otros 6 encuentros, pero no pudo marcar.

Menos participación tuvo en el Apertura, donde solo disputó 2 encuentros y tampoco pudo festejar.

Ya en 2007, volvió a convertirle en el verano a Boca, pero pasó otro torneo sin meterla (3 partidos en el Clausura), hasta que finalmente se pudo desquitar en el Apertura, con la camiseta 17 y después de 17 partidos y ninguna flor, hizo el primer gol oficial de su carrera en un 2 a 0 San Martín de San Juan, minutos después de que el Piojo López hubiera abierto el marcador.

Ya en el Clausura 2008, ese que desembocó en la Promoción ante Belgrano, Malano también pudo disputar dos encuentros: ante Tigre (entró por el Choro Navia) y ante Argentinos Juniors (reemplazó al Chanchi Estévez). No hizo goles, para variar.

El cartel de máximo goleador de las inferiores era un peso, por supuesto, pero el mayor condicionante de su etapa en Primera División fue la poca cantidad de minutos en la cancha. Generalmente, lo metían sobre el final para que salvara a un equipo prendido fuego, haciendo el tanto del empate o del triunfo. Y eso nunca sucedía.

Ya para la temporada 2008/09, lo prestaron a Atlético de Rafaela, en la B Nacional, donde tuvo más protagonismo y logró convertir 5 tantos en 30 partidos. Eso le dio chapa en La Legión Mercedina (?), ese selecto grupo de futbolistas nacidos en la ciudad bonaerense, como Lucas y Cristian Biglia, Matías Silvestre, Emanuel Culio y Martín Minadevino, entre otros.

Su regreso a Racing fue entre las sombras. En más, casi nadie lo recuerda, pero jugó un partido, y como titular, en la temporada 2009/10: fue en la derrota 2 a 0 ante Chacarita. ¿El técnico que le dio la confianza? Claudio Vivas.

Después de estar un semestre sin equipo, en 2011 inició el camino del futbolista errante, pasando por Cúcuta de Colombia, para luego aterrizar en Chile. Aunque no de la mejor manera…

A su llegada, le hicieron dos preguntas clave:


¿Tenías alguna referencia del técnico Omar Labruna?

Sí, yo sé que estuvo en Colombia en el Deportivo Cali y le fue muy bien, así que espero poder cumplir con lo que me pida. Además ha hecho un muy buen trabajo en Audax Italiano desde que asumió.

Vienes a reemplazar a un referente de Audax Italiano como lo fue Mauro Olivi, ¿Te pesa eso de alguna manera?

No me lo tengo que tomar como una presión, sino que vengo tratar de dejar mi marca y siempre va a ser un lindo desafío.


La segunda pregunta, lo puso más o menos en contexto. Tenía la difícil y pesada tarea de hacer olvidar a Mauro Olivi (?). La primera, sin embargo, terminó siendo la más importante. Porque ese «lo que me pida», en referencia al entrenador, dio para múltiples interpretaciones.

En 2013, el Presidente del Sifup (Sindicato del Futbolistas Profesionales), Carlos Soto, acusó a Labruna a cobrarle una comisión al delantero para ponerlo en el equipo.

Luego, Soto tuvo que retractarse al enterarse que el propio jugador le había pedido disculpas al DT, delante de sus compañeros y de la dirigencia del club. Pero el quilombo ya había explotado.

Malano continuó jugando en la Primera B chilena, con las camisetas de Deportes Temuco (2013 a 2015) y Rangers (2015/2016), antes de marchar a la isla de Malta para vestir los colores del Valletta FC (2016 hasta la actualidad), junto a otros argentinos: Leandro Aguirre, Juan Cruz Gil y Federico Falcone (se sumaría también Miguel Alba).

Ahí, en un país con escasas canchas y con un nivel parecido al de una tercera o cuarta división de alguna potencia europea, el ex Racing tuvo la chance de ganar varios títulos locales y disputar fases previas de Champions y Europa League.

Evidentemente, encontró su lugar en el mundo.

Ojeda Lucas

Lucas Ramón Ojeda

Desde que Sergio Agüero dejó el fútbol argentino para triunfar en Europa, los hinchas de Independiente no han hecho otra cosa que desear su regreso, muchas veces alimentados por las sucesivas declaraciones del propio Kun, quien ha deslizado diferentes fechas retorno, siempre con algún horizonte no muy claro.

Las apuestas bonos sobre su vuelta han sido de lo más variadas desde entonces: que el Kun vuelve el año que viene, que en 2018, que después del Mundial, que antes de los 31, que ni bien se termine el contrato con el Manchester City. Y así hasta que quizás, el día que se termine la pandemia menos pensado, termine pegando la vuelta y ganemos un billete en apuestas deportivas Chile. La ilusión está (?).

Lo que muchos han olvidado, y lógicamente después de 14 años, es la última actuación del delantero con la camiseta roja. Y es ahí donde se mezcla su historia con la del baldosero homenajeado en el día de hoy.

En mayo de 2006, Agüero ya había dado muchas credenciales de sus condiciones, con apenas 17 años. Su venta al Atlético Madrid era un hecho y su representante no quería exponerlo en los últimos partidos del Clausura para no embarrar las cosas. Sin embargo, Agüero sí quería despedirse de su gente y por eso disputó los 8 minutos pendientes de un partido ante que había sido suspendido unos meses antes por agresión de los plateístas al Gatito Leeb. Independiente no puedo evitar la derrota 2 a 1 y quedó con pocas chances de entrar a las copas. Ese fue su adiós en la Doble Visera, pero aún faltaba su última función.

Unos días más tarde, el equipo de Falcioni visitó Rosario para enfrentar a Central, con esta formación: Ustari; Pautasso, Méndez, Abraham y Lorgio Álvarez; Machín, Herrón, Biglia y Armenteros; Agüero y Lucas Ojeda. Sí, el último compañero de ataque del Kun en el Rojo fue un pibe formoseño de 20 años, que había debutado un par de semanas antes.

Poco pudieron hacer juntos. El Rojo fue peloteado por Central, que ganó 2 a 0 y dejó a los de Avellaneda sin clasificación a la Sudamericana. ¿Sería acaso ese encuentro una especie de traspaso de mando entre las jóvenes promesas? Mmh, esperemos, pero apostaríamos que no (?).

Ya más o menos conocemos lo que fue la carrera del autor de la frase «cuando nos estemos más, nos van a extrañar», pero lo que nos interesa es saber qué fue de la vida de su dupla aquel día.

A sus únicos 3 partidos en ese torneo (había jugado algunos minutos ante Olimpo y Boca), le sumó otro frente a Colón en el Apertura de ese mismo año, que sería el último en su paso por Independiente, ya que después se lesionó y no fue tenido en cuenta. Así, le diría adiós a la máxima categoría.

A partir de ahí, su derrotero incluyó paradas en Tigre (solo jugó amistosos), San Martín de Tucumán (2007), Atlanta (2008), Gimnasia y Esgrima de Entre Ríos (2008/09 y 2013); algunos años en Chile con pasos por Rangers (2009 y 2012), O’Higgins (2010), Iquique (2011) y Magallanes (2015); Universitario de Sucre (2016) en Bolivia; y un retorno a su Formosa para actuar en Sol de América (2016), Defensores de Formosa (2019) e Independiente de Fontana (2017, 2018 y 2020), donde volvió a vertir la camiseta roja.

Y el Kun, ¿para cuándo?