La hipótesis es simple: desde que se establecieron los números fijos en el fútbol argentino, la mayor cantidad de goleadores de cada torneo llevaron el 9 en la espalda. ¿Esto será así? ¿Habrá otros dorsales que puedan sorprender? ¿Vivimos en una mentira? La única manera de saberlo, es investigando. Y de eso se trata esto.
Antes de arrancar, una aclaración: para este informe, solo se cuentan los campeonatos de liga. Nada de Copa Argentina, Copa de la Superliga, Copa de la Liga o similares. Ahora sí, los datos.
Para el Apertura 1997, la AFA estableció que cada futbolista debía estar identificado con un número por todo el campeonato. La norma quedó fija a partir de la tercera fecha, y cada club hizo la lógica: el 9 fue para el goleador. Bueno, no en todos los casos. Por ejemplo, en el Deportivo Español ese dorsal lo usó el Pepe Basualdo.
La cuestión es que Rubén Da Silva fue el que más veces la metió en ese torneo. Usando el 9, obvio. Desde allí, la tradición (?) continuó hasta nuestros días, aunque hubo muchas excepciones.
Para hacerla corta, acá está el resultado: como marca la lógica, el mencionado dígito es el que más veces terminó con un jugador como máximo goleador de un torneo. Hasta el momento, desde aquel Apertura 1997 hubo 54 goleadores diferentes, y el 9 se repitió 21 veces. Lideran cómodamente.
El segundo lugar es para la camiseta número 7, con 5 apariciones. Todo gracias a las rachas de José Luis Calderón (Clausura 1999), Javier Saviola (Apertura 1999), Ernesto Farías (Apertura 2003), el Chino Luna (Clausura 2012) y el Picante Pereyra (Inicial 2013).
La sorpresa llega en el último escalón del podio. Con 4 liderazgos en la tabla de artilleros, se ubica la camiseta Nº 32. Esto es gracias a lo que hicieron Nacho Scocco (Inicial 2012 y Final 2013), Emmanuel Gigliotti (Final 2013) y Mateo Retegui (Liga Profesional 2022).
Y después, vienen varios más. De los que quedan, vale mencionar al 11, 18 y 19, con 3 tres títulos de goleo (?) cada uno.
Curiosidades:
– El goleador más repetido es José Sand, con 3 torneos en su haber: Apertura 2008, Clausura 2009 y Primera División 2016. Siempre en Lanús, siempre con el 9.
– Hay varios futbolistas que fueron 2 veces goleadores de torneos. Pero a los fines de esta indagación, se destacan los que lo consiguieron con números diferentes. Ellos son Santiago Silva (usó el 9 en el Apertura 2009 con Banfield y el 23 en el Apertura 2010 con Vélez), Javier Cámpora (usó el 19 en el Apertura 2005 con Tiro Federal y el 25 en el Clausura 2011 con Huracán) y Silvio Romero (usó el 10 en el torneo de Primera División 2014 con Lanús y el 18 en la Superliga 2019/20 con Independiente).
– El campeonato de Primera División 2014 (también conocido como Torneo de Transición) fue el único que tuvo tres goleadores. El datazo (?) es que ninguno llevaba el 9. Silvio Romero (Nº 10), Maximiliano Rodríguez (Nº 11) y Lucas Pratto (Nº 12) fueron los que más festejaron.
La tabla completa de dorsales goleadores (1997 – 2024):
Integró la selección de Estados Unidos, fue atleta olímpico, incursionó el futsal, representó a su país en el fútbol playa, triunfó en la MLS, resurgió del abismo de las adicciones… y jugó 90 minutos para Colón.Hoy, a casi 30 años de esa experiencia, rememora con nostalgia su paso por el sabalero: «Me encantó mi tiempo en Argentina. Ojalá hubiera podido firmar un contrato y quedarme para jugar profesionalmente allí, pero simplemente no estaba destinado a ser».Descubrí la historia del estadounidense Zak Ibsen, un luchador del fútbol y de la vida.
Quien escribe esta nota fue testigo en 1995 del partido entre Colón y Rampla Jrs, celebratorio del ascenso sabalero a Primera. Antes de iniciar el juego, la voz del estadio anunció el equipo, y en el mismo aparecía un jugador de nombre y apellido ininteligibles. Los murmullos de la tribuna hablaban de «un yanqui». Imaginarse la mente de un niño de 12 años en plena década del ’90, con el recuerdo fresco del Mundial de USA y con la ansiedad de ver por primera vez a su equipo codearse con los grandes: ¿había llegado un estadounidense a Colón? ¿O solo es un «invitado estrella» al festejo del ascenso? ¿Es el mismísimo Cobi Jones? Claro, las rastas del ilustre desconocido permitían fantasear con la presencia del mediocampista de la Selección de EE.UU., quien por esos días estaba participando en la Copa América de Uruguay. Lamentablemente, el partido terminó antes de tiempo por una salvaje invasión de hinchas al campo de juego y el enigmático futbolista desapareció en la multitud. Dos semanas después, Colón debutó en Primera y del «yanqui» no hubo más noticias, convirtiéndoseasí,durante muchos años, en una especie de leyenda urbana.
Hasta que llegó internet y, junto a ello, una larga etapa de rastreo y recopilación de material de archivo, durante la cual pude reencontrarme con ese recuerdo lejano y, finalmente, ponerle un nombre: Zak Ibsen.
Pero, ¿quién fue Zak Ibsen? ¿Cómo había llegado a Colón? ¿Por qué no quedó? ¿Qué fue de él desde entonces?
Tuvieron que pasar más de 20 años para encontrar las respuestas que faltaban. Fue a mediados de 2021, cuando logré ponerme en contacto con el protagonista de esta historia. Ibsen, gratamente sorprendido por la invitación desde Argentina, expuso a lo largo de una serie de entrevistas, todo lo relacionado sobre su experiencia en Santa Fe y, además, brindó detalles y curiosidades sobre su singular carrera como futbolista. De mi parte, agradecido por su amabilidad, predisposición, y por abrirme las puertas a una historia de vida que desarrollo y comparto a continuación.
Un inicio prometedor
Zachary «Zak» Ibsen, lateral o volante por derecha estadounidense, nació en Santa Clara, California, el 2 de junio de 1972. De los dos hasta los diez años vivió en Denver, Colorado, cuando un nuevo traslado de su familia lo llevó a Houston, Texas. Desde muy temprana edad mostró interés por varios deportes, hasta que una serie de eventos lo metió de lleno en el fútbol.
«Jugué fútbol americano, baloncesto y fútbol hasta los 12 años. A los 12 me di cuenta de que tenía la mejor oportunidad de convertirme en profesional jugando al fútbol. Mi tío Pat (Miller) jugó para UCLA (Universidad de California en Los Ángeles) y vi eso como una vía para lograr mi objetivo de convertirme en futbolista profesional. Nos mudamos a Houston, Texas cuando tenía alrededor de 10 años. En Houston, fui entrenado por el padre de un jugador profesional de Argentina. Este fue el punto de inflexión para mí. Este entrenador, Lito (N. de R.: el protagonista no recuerda el apellido), trabajó directamente conmigo y con su hijo Walter durante un año seguido y me mostró lo que se necesita para entrenar como un profesional, incluso a una edad tan temprana, y me dejó claro que era lo suficientemente bueno para jugar al más alto nivel»
Zak descubrió su vocación por el fútbol a través de su su tío Pat Miller y de Lito, su mentor argentino en Houston. Foto: Comité Olímpico y Paralímpico Estadounidense.
Ya con el fútbol corriendo por sus venas, a los 12 años regresó junto a su familia a California, más precisamente a Santa Cruz, popular destino veraniego de la costa oeste de EE.UU. Fue en ese lugar donde Ibby -tal como lo apodaban- inició su otra pasión, el fútbol playa. «Empecé a jugar beach soccer con mis amigos y a entrenar solo en la playa cuando me mudé a Santa Cruz», recuerda Ibsen.
Durante esta etapa de su adolescencia, Zak se preparó de manera obstinada para acercarse a su sueño de convertirse en futbolista. Fue así que, con la mira puesta en este objetivo, a los 17 años se marchó solo a Alemania, donde rápidamente logró una prueba en el FC Köln.
«Elegí mudarme a Köln porque quería ser jugador de fútbol profesional y Alemania era una gran liga en ese momento. (…) Dejé mi ciudad para cursar mi último año de colegio en Alemania. Me alojaron en la zona de Bonn con una familia de acogida para que pudiera ir a la escuela. Esta familia tenía un hijo que trabajaba en la policía montada que controlaba los partidos de FC Köln. Él me consiguió una prueba con el equipo sub-18. Fui a la prueba, jugué muy bien y el club me fichó para la temporada 1989-1990. También fue el año en que se desmanteló el Muro de Berlín, Alemania comenzó su reunificación y terminó la Guerra Fría. Fue una época increíble para un joven estadounidense»
Si bien llegó a ser convocado en tres ocasiones al selectivo del equipo de primera, Zak prefirió volver a Estados Unidos para iniciar su carrera como estudiante de Ciencias Políticas en la UCLA.
Tal como lo hizo su tío Pat Miller en la temporada 1982, Ibsen representó al equipo de fútbol de esta universidad, con el cual se consagró campeón en el Campeonato Nacional de la NCAA de 1990, lo que significó el primer título de su carrera.
Zak Ibsen representando al equipo de fútbol masculino de la UCLA.Ibsen (el segundo abajo a la izquierda) celebrando el título luego de la victoria por penales de la UCLA sobre los Rutgers de Tampa, quienes contaban entre sus filas con un joven Alexi Lalas. Curiosamente, en la UCLA, Zak compartió vestuario con Cobi Jones (el tercero de abajo a la derecha), algo que se repetiría en otros momentos de su carrera.
Finalizada la experiencia en el fútbol universitario, Zak Ibsen se quedó en Los Ángeles para jugar en el combinado sub-19 de «Los Intocables» deNorth Huntington Beach Soccer Club. En este equipo volvió a saborear las mieles del éxito al coronarse campeón de la Copa James P. Mcguire, una reconocida competencia juvenil estadounidense.
Ibsen (el segundo arriba a la derecha) celebrando el título con «Los Intocables» de North Huntington Beach Soccer Club. Foto: Eddie Soto
Estos logros obtenidos en el amateurismo le valieron un rápido reconocimiento a nivel nacional, que sería coronado con las convocatorias a la Selección, primero a las juveniles e inmediatamente a la mayor.
Ibsenrepresentando a la selección mayor de EE.UU. en un amistoso contra Brasil disputado en Fortaleza. Foto: Juha Tamminen.
Su carrera había pegado un salto gigante y muestra de ello fue lo acontecido en 1992, un año que -a la postre- se convertiría en uno de los más importantes de su trayectoria.
A poco de cumplir 20 años, integró el plantel de la Selección mayor que se consagró campeón de la Copa USA (U.S. Cup), torneo internacional en el que tuvo la oportunidad de cruzarse con figuras de la talla de Paolo Maldini, Roberto Baggio y Luis Figo.
Zak Ibsen (abajo a la derecha) junto a Erik Wynalda, Tony Meola, Paul Caligiuri, entre otros, posando en la foto oficial de la Selección de Estados Unidos.
Durante toda esa etapa, Ibsen contabilizó 14 convocatorias, siendo tenido en cuenta por el DT Bora Milutinović en el camino rumbo al Mundial de USA 1994.
«14 veces seleccionado para el equipo nacional de EE.UU. Ser miembro del equipo olímpico en Barcelona 1992. Momentos destacados de mi carrera y un honor increíble ser seleccionado para representar a mi país en todos esos partidos. Estoy increíblemente agradecido y orgulloso de estos momentos en mi carrera. Tantos compañeros de equipo y entrenadores asombrosos durante ese tiempo», rememora Zak 30 años después.
La etapa aventurera
El buen presente que atravesaba a nivel Selección, lamentablemente, no se traducía a nivel club, ya que por entonces Zak Ibsenera jugador libre. Había saltado sin escalas de las competencias amateurs al seleccionado, por lo que, una vez terminado los compromisos con el combinado nacional, el jugador se encontró sin club.
Cabe puntualizar que era una época compleja para cualquier futbolista estadounidense, dado que la Mayor League Soccer (MLS) aún no existía, situación que empujaba a los deportistas a buscarse otros destinos donde pudieran desarrollarse profesionalmente. Y el caso de Ibsen no fue la excepción.
En 1993 armó su valija y se marchó a probar suerte -una vez más- a Alemania, donde su colega Erik Wynalda gozaba de un gran presente futbolístico, lo que abrió las puertas y apadrinó a otros jugadores norteamericanos. Pese a las enormes expectativas depositadas en este nuevo desafío, la experiencia alemana de Zak no resultó nada fácil, tal como contó en una entrevista de 2012:
«Solía levantarme por la mañana, agarrar mis botines y subirme al tren de camino a los clubes profesionales más cercanos con mi currículum en la mano. Esperaba a que llegara el entrenador, tocaba la puerta de su oficina y me abría paso para rogar por una prueba ese mismo día»
El futbolista tocó muchas puertas hasta firmar contrato con el Vfl Bochum, luego con el FC Saarbrücken y por último con el FC Rot-Weiß Erfurt. Aunque en ninguno de ellos llegó a debutar oficialmente, fueron experiencias que sacaron a relucir un espíritu de perseverancia que lo marcaría a fuego por el resto de su carrera.
Como si fuese una manera de volver a empezar, en 1994 Zak Ibsen pegó la vuelta a EE.UU. para mostrarse en el fútbol local, aún semi-profesional. Primero se unió a Los Angeles Salsa, equipo de la American Professional Soccer League, y luego -ya en 1995- al Hawaii Tsunami, que competía en la USISL Pro League.
Izquierda: Ibsen vistiendo los colores de Los Ángeles Salsa. Derecha: con el número 20, rompiendo el hielo durante la producción fotográfica de Hawaii Tsunami. Equipos con nombres auténticamente baldoseros.
A esta altura, Zak Ibsen se encontraba transitando en una etapa aventurera de su carrera, pero con un objetivo claro: encontrar ese lugar en el mundo donde pudiera vivir de lo que lo apasionaba. Y esa determinación lo llevó a embarcarse en proyectos futbolísticos de diversa índole.
Fue así que para febrero de 1995, el futbolista tuvo su primera incursión oficial en otra superficie de juego. Colgó un tiempo los botines y regresó a un viejo amor: el fútbol playa. Su aventura en el beach soccer no pasó desapercibida, ya que ese año integró la Selección de EE.UU. que logró el subcampeonato en la Copa Mundial disputada en Brasil.
Ibsen presente en una de las formaciones de EE.UU. durante el Mundial de Beach Soccer 1995 realizado en Río de Janeiro.
En dicha competencia, Ibsen sacó a relucir toda la experiencia forjada de adolescente en la costa californiana.
«En las playas de Santa Cruz no había fútbol playa formal, pero mis amigos y yo solíamos jugar al fútbol usando tachos de basura como arcos. Era una gran herramienta de entrenamiento para el fútbol tradicional y una excelente manera de mantenerse en forma. Con el tiempo, cuando el fútbol playa se creó oficialmente como un campeonato mundial, mi experiencia, habilidades y condición física encajaron perfectamente»
Zak Ibsen enfrentando a Zico en la playa de Copacabana durante la final del Mundial de Beach Soccer 1995. El crack brasileño se consagró campeón luego de la goleada 8 a 1 de la verdeamarelha frente a EE.UU.
Como si el paso del césped a la arena no hubiese sido suficiente, en 1995 Ibsen también se aventuró en el fútbol sala(o futsal), suceso que lo convertiría así, en un auténtico jugador todoterreno.
En el indoor, Zak se unió a las filas de Baltimore Spirit, equipo que competía en la National Professional Soccer League. Cuando por entonces se le preguntó cuánto tardaría habituarse a esta nueva modalidad de fútbol, el jugador sonrió y respondió: «Unos pocos días. Mi juego se basa en la agilidad, la velocidad y la fuerza. Me adaptaré bien al fútbol sala». Y andaba en lo cierto, si hay algo que caracterizaría a toda su carrera sería una capacidad innatade reinventarse y adaptarse al cambio permanente.
Pasadas casi tres décadas, Ibsen reflexiona sobre su paso por estas ligas menores: «Esta era la única forma de ser ‘profesional’ en EE.UU. durante este período antes de la MLS (1992-1995). Gracias a Dios que sucedió la Copa del Mundo de 1994 y la formación de una liga profesional real, porque jugar al indoor soccer o jugar en la A-League o cualquier otra liga no era verdaderamente profesional.Estuve jugando en Alemania, así que sabía lo que realmente era el fútbol profesional y estas ligas no estaban ni siquiera cerca»
La experiencia en Argentina
Sin dudas, 1995 había sido un año de diversas búsquedas y experimentaciones en la carrera de Zak Ibsen, pero todavía falta contar -y que también nos cuente- la que lo trajo por un tiempo a la Argentina.
El sábado 29 de julio de 1995, el Colón de Nelson Pedro Chabay venció a San Martín de Tucumán y consiguió el ascenso a la Primera División del fútbol argentino luego de 14 años. Una semana después, se jugó en el Cementerio de los Elefantes el partido celebratorio frente a Rampla Jrs. de Uruguay, encuentro que contó con la sorpresiva presencia de Zak Ibsen en el equipo titular.
Hugo Ibarra, El Flaco Vivaldo, Horacio Ameli, El Pampa Gambier, entre otros, dando la vuelta olímpica antes del partido frente a Rampla Juniors. Portada del Suplemento Deportivo de Diario El Litoral del lunes 7 de agosto de 1995, con la crónica del partido a cargo de Enrique Cruz (h).
El sabalero ganó 2 a 0 y el norteamericano fue partícipe directo del segundo gol, ejecutando el tiro de esquina que terminaría en el tanto de Mauricio El Tuca Risso.
En este partido Colón presentó una formación atípica. No solo por la ausencia de referentes del ascenso (Javier López, Gabriel El Loco González, Dante Unali y el DT Nelson Chabay), sino también por la aparición de un tal Zak Ibsen.
La presencia del futbolista estadounidense era, por así decirlo, intrigante, y para muestra de ello basta la crónica televisiva del Gallego Eduardo González Riaño, quien de paso, lo rebautizaría involuntariamente:
«Ese era Ibson, un norteamericano que entró… a practicar en Colón, o a mostrarse en Colón…», expresaba con algo de incertidumbre el periodista de Notitrece, de Canal 13 de Santa Fe.
Quien sí hizo la tarea de investigación aquella tarde fue Martin Scandol, de Diario El Litoral. Al finalizar el partido, el cronista entrevistó a Zak y logró tener mayores certezas respecto de su presencia:
«Yo me fui a probar primero a Newell’s pero como ellos tenían un partido este fin de semana (…) me vine a Santa Fe aprovechando la posibilidad de jugar este cotejo. (…) Yo voy al club que me pague por el pase y me sienta mejor. Lo que ví de Colón hoy me gustó. (…) No quiero volver a mi país ni a Alemania. Quiero firmar contrato en Argentina. Y por supuesto volver a integrar la selección. La Copa América (de Uruguay 1995) no la pude disputar porque estaba lesionado de una pierna. Tengo una mala suerte terrible. Ya en el Mundial (de USA 1994) no pude estar por una afección en la espalda. Pero no me necesitan para ganar»
Los enviados de El Litoral incluyeron una evaluación exhaustiva del rendimiento del jugador, y agregaron: «por lo observado en los 90 minutos, un jugador interesante que dejó abierto el crédito para seguir mirándolo a pesar de que esta semana será probado en Newell’s»
Con solo un puñado de horas en Santa Fe, Ibsen se mostraba a gusto y confiado de continuar entrenando y de competir por un lugar en el plantel que jugaría en Primera.
Entrevista de Martin Scandol a Zak Ibsen luego del partido frente a Rampla Juniors. Incluye la evaluación de rendimiento realizada por los enviados de Diario El Litoral.
Los días posteriores, los medios locales hicieron foco en los preparativos de cara al debut de Colón en Primera, sin embargo, no volvieron a hacer referencia al estadounidense.
¿Qué pasó? ¿Por qué no se supo más de él? ¿Porqué no quedó en Colón ni en Newell’s?
26 años después, desde California, nuestro homenajeado recuerda aquellos días en Santa Fe y va develando, de a poco, cada uno de los enigmas:
«Newell‘s fue el 1er equipo con el que entrené mientras estuve en Argentina. Estuve 5 días en Newell‘s Old Boys pero no me consideraron para su 1er equipo así que mi agente me envió a Colón de Santa Fe(…)Recuerdo el partido de celebración por el ascenso a la 1ª División. El equipo estaba jugando contra un equipo de Uruguay porque el entrenador de Colón era de Uruguay. Me encantó el juego. Fue un placer y un honor compartir el campo con tantos jugadores talentosos de ambos equipos. La hinchada de Colón estuvo increíble. También recuerdo estar sentado en el vestuario antes del partido y todos los jugadores estaban tomando mate, así que probé un poco de eso también. Jugué bien, el juego fue filmado y fui evaluado y calificado por los medios locales y varios agentes. La persona que me representaba era el padre de un amigo de Los Ángeles. Indicó que había una oferta para unirse a Colón y que estaba negociando con una agencia de jugadores y Colón para obtener el máximo de $$»
Al ser consultado sobre los motivos que le impidieron seguir en Colón, el estadounidense hizo hincapié en dos detonantes.
El primero, una inesperada determinación del DT sabalero:
«Pasé un tiempo en un hotel en la hermosa Rosario esperando noticias. Me dijeron que Cesar Luis Menotti, su agencia de jugadores, quería comprar mi pase de jugador por $150.000. Yo era jugador libre y tenía el pase en mi poder. Entonces, el entrenador de Colón anunció sorpresivamente que no continuaría porque el club se negó a pagarle a él y a los jugadores su bono de $$ por ganar el ascenso a 1ª División como se había prometido»
El segundo detonante al que hizo referencia Ibsen, fue una negociación por el pase viciada de irregularidades:
«Sólo jugué ese partido en Colón y después del partido, me dijeron que Colón quería comprarme y me ofrecieron un contrato. Mi agente y varios otros se interpusieron en el camino, trataron de hacer dinero para sí mismos y el acuerdo finalmente fracasó», recuerda con desazón.
La impresión que da su testimonio es la de un nivel de detalle asombroso, como si el partido se hubiese jugado ayer. Tan sólo con repasar los vaivenes del mundillo sabalero de aquellos días, uno puede dar cuenta de que la memoria de Zak Ibsen no falla.
Cabe recordar que entre el partido contra Rampla Jrs. y el debut de Colón en Primera frente a Gimnasia de Jujuy transcurrieron sólo 14 días, durante los cuáles la relación entre la dirigencia y Chabay se deterioró de manera irreversible. La bomba explotó a tan sólo tres días del inicio del torneo, cuando el plantel abandonó la concentración en Paranáalegando la falta de pagos de los premios del ascenso. En ese contexto, el entrenador se negó a viajar a Jujuy porque (según palabras del presidente José Vignatti) «no quería dirigir sin el contrato firmado». Cuestión que el DT uruguayo -como bien recuerda Ibsen- dejó la concentración para no volver nunca más.
En aquel mercado de pases uno de los puestos que quería reforzar Chabay era el de carrilero por derecha. Por lo cuál, no es disparatado imaginar que el DT saliente haya mantenido en carpeta al norteamericano hasta último momento. Inclusive, uno puede animarse a conjeturar que el vínculo que unía al entrenador sabalero con César Luis Menotti (ambos integrantes del histórico Huracán del ’73) fue lo que propició el acercamiento del futbolista a Colón, con la agencia del Flaco operando como intermediaria.
En fin, entre la salida del técnico uruguayo y la enturbiada negociación, el pase de Zak Ibsen se diluyó, truncando así el deseo del futbolista de sumarse oficialmente a Colón, y -consecuentemente- de cumplir su objetivo de jugar en una liga competitiva y profesional.
Registro histórico: Zak Ibsen vistiendo la camiseta de Colón antes de comenzar el partido frente a Rampla Jrs. Sería la única ocasión en la que vestiría la casaca sabalera. Foto: Mercedes Pardo de Diario El Litoral.
Con el sueño frustrado, Zak se vio obligado a buscar nuevos horizontes.
«De repente, me fui de Rosario y me llevaron a otro equipo en el norte de Argentina porque se estaba cerrando el mercado de pases. Fui al Norte pero no me gustó el equipo, así que regresé a EE. UU. Lástima que no funcionó (…) Me encantó mi tiempo en Argentina. Ojalá hubiera podido firmar un contrato y quedarme para jugar profesionalmente allí, pero simplemente no estaba destinado a ser.»
Los años dorados en la MLS
La experiencia argentina había sido breve, intensa y agridulce, sin embargo, Zak Ibsen -fiel a su estilo- lejos estuvo de bajar los brazos. Retornado a su país, tuvo un nuevo paso por la National Professional Soccer League del futsal, cuando le tocó defender los colores de Tampa Bay Terror.
Hasta que se creó oficialmente la Mayor League Soccer (MLS) y la carrera del futbolista, luego de tanto recorrido y búsqueda, encontró la estabilidad deseada.
Fueron 5 años en total, en los cuales pasó por cinco equipos: New England Revolution, Dallas Burn (hoy FC Dallas), Chicago Fire, Los Ángeles Galaxy y San José Earthquakes.
Ibsen vistiendo las casacas de New England Revolution y Dallas Burn, sus primeros dos equipos de la MLS.
Durante su estadía en la MLS, Ibsen contabilizó un total de 140 partidos, 6 goles y 10 asistencias.
Etapa que solo tuvo un paréntesis, cuando en 1997 hizo gala de su condición de todoterreno, firmando un contrato con la Selección Nacional de Beach Soccer de EE. UU. para una gira mundial. ¡Y no solo eso! Durante los lapsos en los que la gira estuvo inactiva, aprovechó cubrir ese «tiempo libre» yendo a jugar con los California Jaguars en la USISL A-League. Acciones que lo definen como un auténtico animal competitivo.
Al finalizar la gira de beach soccer, Zak retornó a la MLS para jugar en Chicago Fire y así dar inicio a sus años más gloriosos de su carrera profesional. El futbolista ganó títulos con el Fire (la MLS Cup y la US Open Cup Championship), L.A. Galaxy (CONCACAF Champions League Championship) y San José Earthquakes (la MLS Cup).
Ibsen vistiendo las camisetas de Chicago Fire, Los Ángeles Galaxy y San José Earthquakes. En todos ellos, el californiano gritó campeón.En octubre de 1998, Chicago Fire se llevó la tercera edición de la MLS Cup, luego de la victoria 2 a 0 sobre DC United. En la foto, Zak Ibsen (a la derecha, botella en mano) celebrando el título junto a sus compañeros.En enero de 2001, Los Ángeles Galaxy se consagró campeón de la CONCACAF Champions League Championship, luego de vencer 3 a 2 a Olimpia de Honduras. En la foto se puede ver a Ibsen (arriba a la derecha) junto a reconocidos futbolistas norteamericanos como Alexi Lalas, Paul Caligiuri y, por supuesto, ¡Cobi Jones!En octubre de 2001, San José Earthquakes salió campeón de la sexta edición de la MLS Cup, luego de vencer 2 a 1 a LA Galaxy en tiempo suplementario. Ibsen (en el centro de la foto, con gorrita hacia atrás) ingresó desde el banco de suplente en un equipo que tenía como máxima figura a un jovencito Landon Donovan.
«Mi carrera en la MLS fue exactamente como debía ser. Tuve la suerte de ser miembro de 5 equipos, jugar para entrenadores increíbles, compartir el campo con jugadores increíbles, desarrollar relaciones y amistades de por vida, realizar mi sueño de infancia de jugar al fútbol profesional y representar a mi país en partidos y competiciones internacionales, y lo más importante,¡fui un GANADOR en todos los niveles!(…) Ganar en todos los niveles ha sido un sello de mi carrera. Mi ética de trabajo, determinación, fortaleza, condición física, deseo y ser el jugador más competitivo en el campo con cada equipo me hicieron irremplazable, y estas cualidades me llevaron hasta la cima», reflexiona Ibsen.
Durante esta etapa como jugador de la MLS, visitó por segunda y última vez Argentina. Fue en marzo de 2000 y así lo recuerda:
«Regresé para una pretemporada de Los Ángeles Galaxy en Córdoba muchos años después. Jugamos contra Talleres de Córdoba en un amistoso. Fue otro viaje increíble a Argentina».
Como dato de color, ese mismo año logró graduarse en la UCLA como Bachiller en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, carrera que había iniciado en 1990.
La caída y el renacer
En 2002, luego de la temporada triunfal en San José Earthquakes, la carrera profesional de Zak Ibsen se vio bruscamente interrumpida. A los 30 años, el futbolista era víctima de uno de los mayores flagelos sociales que devastó vidas y comunidades de todo Estados Unidos: laadicción a la metanfetamina.
«En 2001, Frank Yallop me fichó para San José Earthquakes y tuvimos una gran racha, es uno de mis entrenadores favoritos (…) Las cosas iban bien, estábamos teniendo mucho éxito, pero supongo que empecé a cruzar la línea. Frank se quedó conmigo en 2002, cuando podía haberme despedido. Hubo mucho drama y al final de la temporada era obvio que el fútbol ya no era una prioridad para mí. Después de mi carrera en la MLS, fueron tiempos muy duros. En 2003 y 2004 me había vuelto loco y llegué a desaparecer por seis meses (literalmente desaparecer)»
Zak Ibsen (abajo a la derecha) junto a Landon Donovan y Ariel Graziani en un partido de San José Earthquakes frente a Columbus Crew, disputado en septiembre de 2002. Sería una de sus últimas apariciones en la MLS.
La adicción lo dejó prácticamente sin hogar, viviendo en su minivan, y con una carrera futbolística en ruinas. A Zak le tocaba enfrentar el partido de su vida: vencer a una enfermedad que es fácil de contraer, pero muy difícil de superar.
Luego de meses de rehabilitación, Ibsen empezaría a renacer del abismo. Fue fundamental en estos tiempos el acompañamiento de viejos amigos como Eric Eichmann, David Vanole y, sobre todo, Richie Graham, quienes lo alentaron a volver a jugar fútbol playa, de un modo recreativo y terapéutico.
Tan intensa y comprometida fue la dedicación de Ibsen a la práctica de beach soccer, que de a poco lo fue acercando nuevamente al ruedo profesional, hasta transformarse -años posteriores- en un habitué del Seleccionado Nacional.
Ibsen volvió a representar a su país en las ediciones 2006 y 2007 de la Copa Mundial de Beach Soccer de la FIFA, ambas disputadas en Brasil. Y llegó a ser elegido como Capitán de la Selección hasta su retiro definitivo en 2011, cerrando así el círculo de una ejemplar historia de superación personal.
Zak Ibsen en su regreso a la máxima competencia, celebrando un gol durante el Mundial de Beach Soccer 2006.
«Me di cuenta de que, después de todos estos años, lo único que quería era jugar al fútbol (…) El juego es una alegría y estoy muy agradecido de poder jugar, porque durante años no lo hice. No podía. Cada vez que piso el campo de juego, donde puedo expresarme, es una bendición», reflexionaba en 2009.
Ibsen como capitán de la Selección durante un partido de Eliminatorias CONCACAF 2010. Sería una de las últimas apariciones antes de su retiro definitivo.
Durante nuestra entrevista, el deportista se expresó abiertamente sobre lo que representó esta etapa de su vida:
«Llevo limpio y sobrio más de 15 años. La adicción es mortal y soy afortunado, agradecido y humilde de estar vivo. No cambiaría nada de mi vida, incluido ese periodo de adicción, porque el camino hacia la recuperación me ha convertido en la persona que soy hoy y agradezco a Dios la oportunidad de servir a los demás»
¡Y vaya de que manera! El presente lo encuentra a Zak repartiendo su tiempo como Vice Presidente, Director Deportivo y Entrenador de la academia de fútbol Woodside Soccer Club(WSC Crush).
Desde hace 10 años, Zak Ibsen entrena equipos de fútbol masculinos y femeninos de WSC Crush, una academia que hace foco en la formación deportiva y humana.
En esta institución Ibsen ejerce su nuevo rol dentro del fútbol: volcar toda su experiencia profesional y aprendizaje de vida al desarrollo de los más pequeños.
«Valoro la oportunidad de compartir mi experiencia como persona y jugador con jóvenes jugadores y familias, todas las experiencias que me hacen quien soy como persona, líder, maestro, entrenador, mentor y padre/marido. Estoy usando las mismas habilidades y cualidades/características que me llevaron a la cima del juego como jugador para convertirme en el mejor entrenador que puedo ser. Me esfuerzo todos los días por aprender, crecer y mejorar, y estoy completamente comprometido a dar mi máximo esfuerzo, enfoque y concentración en cada sesión de entrenamiento y partido que entreno. ¡Todo ganado y nada regalado! ¡Así es el camino!»
Zak Ibsen junto a Andrew Ziemer -Director Ejecutivo de WSC Crush- y sus dirigidos, durante los entrenamientos.
A modo de cierre
Si bien solo fueron 90 minutos de un amistoso de celebración ocurrido hace casi 30 años, para Zak Ibsen el partido Colón vs Rampla Jrs. representó una experiencia importante de su carrera, de la cual guarda mucho aprecio y nostalgia. A tal punto que hoy lo muestra orgulloso en el sitio web de su academia.
El hecho de que su fugaz paso por el sabalero se haya convertido en un hito fundamental de su trayectoria, traza cierto paralelismo con lo que el autor de esta nota experimentó al ir descubriendo su biografía: un pequeño y difuso recuerdo de la niñez que evolucionó en una impensada historia de fútbol y resiliencia. Sin dudas que, detrás de aquella breve anécdota, había una historia de vida que merecía ser contada.
Para finalizar, en el cierre de nuestra entrevista, Zak Ibsen dejó la puerta abierta para un posible reencuentro:
«Me encanta el fútbol argentino. Tanto talento de jugadores y fanáticos con increíble dedicación, apoyo y compromiso para apoyar a su equipo. No puedo esperar a regresar.Ahora entreno a jóvenes de alto nivel y tengo 2 hijos, Otis y Flo, que juegan a alto nivel. Volveremos a Argentina para entrenar y jugar lo antes posible»
¿Volverá para otro festejo del ascenso? Si es así, ojalá no se demore mucho… ¡Te esperamos, Zak!
La salida de Marcelo Gallardo de River luego de 8 años de gestión, deja en el recuerdo un buen número de éxitos. Además de los títulos conseguidos, se puede mencionar una amplia cantidad de jugadores que debutaron con el Muñeco y lograron consolidarse.
Sin embargo, como no podía ser de otra manera, también hubo de los otros. Los que no se ganaron la confianza del DT, jugaron poco, no rindieron tan bien o debieron buscar un rumbo no tan prestigioso.
A continuación, una breve mención de algunos de estos casos. El tiempo dirá si remontan o vuelven a aparecer en este sitio con una biografía más completa.
Nacido para triunfar
Un capricho del DT. Y casualmente, con su mismo apellido. Se trata de Nahuel Gallardo, su hijo, que disputó 7 partidos entre 2017 y 2019. Suficientes para formar parte de los planteles que ganaron cinco títulos. Luego jugó en Defensa y Justicia, donde sumó dos vueltas olímpicas más. Pasó por Colón y actualmente está en Once Caldas (Colombia).
Solamente una vez
Un solo partido, 90 minutos como máximo. Y todo gracias al Muñeco. En esta categoría (?) se pueden enumerar a Claudio Salto (2015), Lautaro Arellano (2015), Maximiliano Velazco (2017) y Zacarías Morán Correa (2017).
“Yo jugué en River”, podrán contar. Y, aunque parezca imposible de comprobar, es cierto.
Se quedaron en promesas
Para cualquier chico de la cantera Millonaria, es difícil afianzarse. Por las pocas oportunidades, y por la competencia en el puesto, están obligados a demostrar rápidamente sus habilidades. De lo contrario, «muchas gracias y buena suerte».
Algunos apellidos olvidados que pasaron por esta situación fueron Alan Marcel Picazzo (2 partidos), Santiago Vera (2 partidos), Franco López (3 partidos), Kevin Sibille (4 partidos), Matías Moya (4 partidos) y Pablo Carreras (5 partidos).
El Pogba ecuatoriano
En 2015, con solo 17 años, Abel Casquete se convirtió en el extranjero más joven en debutar con la camiseta de River. En aquel torneo, se ganó la exagerada comparación con el mediocampista francés y rapiñó minutos en un par de juegos más.
Sin embargo, perdió terreno en la consideración del Muñeco, quedó relegado y tuvo que buscar nuevos horizontes. A los 25 años, ya pasó por ocho clubes. ¿Va por el récord de Abreu?
La faltó madurar
Sería injusto mencionar solo a los que tuvieron pocas chances de mostrarse. También se puede baldosear habiendo jugado más de 1000 minutos, como el caso de Tomás Andrade. A pesar de ser volante ofensivo o delantero, no convirtió goles.
“No estaba preparado mentalmente para jugar en River”, reconoció más adelante. Este año defendió los colores de Audax Italiano (Chile).
Gracias al Covid
La última camada de jóvenes que siguen esperando repuntar, aparecieron por emergencia en 2021. Por culpa de un brote de Coronavirus en el plantel del Millonario, hubo que apurar el debut de varios pibes ni más ni menos que en un clásico frente a Boca.
Alan Díaz, Daniel Lucero, Agustín Gómez y Felipe Peña Biafore fueron algunos de los convocados de urgencia en aquella ocasión. Su futuro es una incógnita, aunque no sorprendería que vuelvan a aparecer por acá.
Desde que las marcas se volvieron una habitual presencia en las camisetas de fútbol, todos los gerentes comerciales sueñan con ver el nombre de su empresa en la foto del campeón. Sin embargo, son muchos más los casos en los que ocurre lo contrario, y terminan auspiciando a un rejunte de voluntades que pierden la categoría. Esto es una cuestión lógica, ya que el que da la vuelta olímpica es uno solo, y los que descienden suelen ser más, dependiendo de la voluntad de la AFA.
Sin embargo, como suele decirse que “no hay mala publicidad, solo publicidad”, son muchas las firmas que se animaron a poner unos pesos en la vestimenta de conjuntos que solo aspiraban a mantenerse el Primera División… y no lo lograron.
Desde que en 1982 Sarmiento tuvo el privilegio de ser el primer descendido con una marca en su pecho (Junín TV Canal 2), la mayoría de los equipos que dejaron de pertenecer a la elite lo hicieron en compañía de un sponsor.
A continuación, el repaso de algunos casos que merecen destacarse.
Al Nacional B, pero asegurados
Si hay un rubro que se pone al frente en cuanto a la estadística de descensos, es el de los seguros. Y, como no podía ser de otra manera, La Nueva acumula una buena cantidad: tiene 5 antecedentes. ¿Los perjudicados? Nueva Chicago (2007 y 2015), Chacarita (2010 y 2018) y Huracán (2011).
También es muy meritorio lo de Liderar, que suma 4 caídas. Son los casos de Nueva Chicago (2004), Almagro (2005), Gimnasia (2011) y Argentinos Juniors (2014).
Siempre estuvimos en las malas
Existen casos que merecen ser resaltados por la fidelidad a una misma camiseta. Son aquellos sponsors que, aunque experimentaron la amarga sensación del descenso, insistieron con dejar su estampa bajo el mismo escudo.
El caso emblemático es el de Bingo Bahía, presente las 4 veces que Olimpo fue condenado por el promedio (2006, 2008, 2012 y 2018).
Ahí nomás se queda Quilmes, que, publicitando al equipo de esa ciudad, pasó por lo mismo en 2007, 2011 y 2017.
Otras marcas que repitieron la costumbre, además de los casos de La Nueva mencionados anteriormente, fueron San Juan Minero (con San Martín en 2008 y 2013), Sancor (con Atlético Rafaela en 2004 y 2017) y Flecha Bus (con Unión en 2003 y 2013).
Mención especial para Tersuave y Banco de Córdoba, que compartieron el pecho de la casaca de Belgrano en 2007 y 2019.
Más allá de los colores
El caso opuesto es el de los sponsors que descendieron más de una vez, pero con clubes diferentes.
En este sentido se destaca lo de Flecha Bus, con 4 caídas en tres camisetas diferentes: Unión en 2003 y 2013, Atlético Tucumán en 2010 y Colón en 2014.
También merece ser resaltado lo de Secco, que tiene el récord de haber metido un par de descensos en el mismo campeonato. Esto lo logró con Arsenal y Temperley en 2018. Además, sumo uno más al acompañar a San Martín de Tucumán en 2019.
Otros ejemplos de estos casos fueron Rosamente (con Chaco For Ever en 1991 y Crucero del Norte en 2015), Lotería Correntina (con Mandiyú en 1995 y Huracán de Corrientes en 1997), Esco (con Belgrano en 1996 y Patronato en 2022), Amanco (con Huracán en 1999 y Argentinos en 2002), Tarjeta Cordobesa (con Talleres en 2004 e Instituto en 2006) y Macro (con Gimnasia de Jujuy en 2009 y Tigre en 2019).
Cantidad no es calidad
Desde que se descubrió que al frente de una prenda cabía más de una inscripción, varios equipos aprovecharon para convertir su vestimenta en un auto de carreras. Menos estética, más ingresos. Aunque esto no asegurara la permanencia.
Hasta ahora, los que se fueron al descenso con tres main sponsors son Crucero del Norte (2015), Temperley (2018) y Patronato (2022). Sin embargo, la tendencia indica que esta lista se puede incrementar.
Por otro lado, los que lucieron su camiseta sin publicidades al momento de perder la categoría, fueron Racing (1983), Atlanta (1984), Rosario Central (1984), Temperley (1987), San Martín de Tucumán (1989), Argentinos (1996), Deportivo Español (1998) e Instituto (2000).
La tabla histórica (1982 – 2022)
1º – Sin sponsor: 8
2º – La Nueva Seguros: 5
3º – Bingo Bahía, Flecha Bus, Liderar: 4
6º – Quilmes, Secco: 3
8º – Amanco, Banco de Córdoba, Cordobesa, Esco, Lotería Correntina, Macro, Rosamonte, San Juan Minero, Sancor, Tersuave: 2
18º – Adial, Afisa, Autocrédito, Banco del Noroeste, Bingo Lomas, Blister Pack, Castell, CATA, CETEC, Cerveza Salta, Cerveza San Carlos, Ciudad Ribera Ingeconser, Climafin, Colorín, Comodín, Crown Mustang, Dapsa, Decker, El Cronista Comercial, El Delfín Turismo, Emilio Luque, Erwin, Esso, Fiat, Fides, Gilera, HC Personal, Ingenio San Juan, Junín TV Canal 2, La Perseverancia Seguros, Lácteos Barraza, La Pequeña Familia, Lotería de Santa Fe, Lotería de Tucumán, Lotto, Lurocard, Mendoza, Mitre, Motomel, Municipalidad de Lomas de Zamora, Naldo, OSPAT, Palmar, Parmalat, PC Box, Petrobras, San Juan, Segubank, Seguros Omega, Special Gas, TCL, TKL, TSU cosméticos, Uthgra Sasso, Video Visión, Viva Jujuy: 1
¿Cómo se va a morir Maradona? Esa pregunta que nos hicimos en este post y que nos venimos haciendo desde el 26 de noviembre (el 25 todavía teníamos la esperanza de que todo fuera mentira), nos golpea al menos una vez al día y nos obliga a buscar algún video de él, alguna anécdota, algún homenaje, lo que sea que nos haga llorar un ratito y nos reconcilie con ese año de mierda que fue el 2020, aunque sea por haberlo transformado en mito.
En enero salió una nota de Carlos Delfino llamada «La década ganada» que hablaba de la relación de Diego con las carreras de caballos, así que no hablaremos del vínculo directo del Dié con el turf, sino que recordaremos a todos los pingos (y no tanto) que llevaron como nombre el apellido más conocido del planeta.
El total de caballos llamados «Maradona» que pudimos rastrear asciende a 20, a esos tenemos que sumarles los 13 que incluyen la palabra Maradona en su nombre y los 5 ejemplares argentinos que lo referencian directamente. De los treinta y nueve (39) equinos maradoneanos, 34 son pura sangre, 3 son de trote, 1 cuarto de milla y otro árabe. De esos pura sangre, 7 son nacidos en Japón y otros 7 son nacidos en Argentina, los países que encabezan el ranking de Maradonismo Burrero. No incluimos en el listado a Diegol, el mejor caballo que tuvo Armando en el Stud La Bombonera. Diegol fue el ganador del clásico Joaquìn V. González (Grupo 2) del año 1997 en el Hipódromo de La Plata.
El primer caballo bautizado Maradona nació en Estados Unidos en 1978 y no tiene campaña de pistas destacada. El último Maradona conocido (2018) es un japonés que en su debut le ganó a la ambulancia por medio cuerpo. Todavía quedan dos Maradona sin debutar, un australiano que nació en 2017 y otro estadounidense nacido en 2018.
La gran mayoría de estos caballos son prófugos del arado, por eso mismo vamos a destacar a los que pudieron lucirse en la pista mientras dejamos a los otros en su merecido anonimato.
Como uruguayo tengo el deber de recordarles (?) que el mejor cantante de tangos de la historia nació en Uruguay, pero como acá no andamos con chiquitas, también tenemos el orgullo de proclamar a los cuatro vientos que el mejor Maradona fue uruguayo: nos referimos al tordillo (un Maradona blanco, sueño de todos los gorilas) que en 1983 ganó el Gran Premio Nacional (Grupo 1), consagrándose como el mejor potrillo de su generación. Fue llevado a la victoria por el jockey Walter Báez, el Maradona del turf uruguayo, que aún tiene el récord de carreras ganadas como jockey y como entrenador. Dos potencias se saludan.
Walter Báez y Maradona luego de ganar el Derby uruguayo en 1983.
Muchos escalones mas abajo viene Messi el Maradona turco, que nació en 2009 y ganó 5 de las 18 carreras que corrió, incluso probó suerte en un Grupo 1 pero entró anteúltimo. En Turquía también tuvimos al Maradona raza árabe, que tiene el nada envidiable récord de 37 carreras corridas y una sola victoria.
Una de las victorias del Maradona turco en el hipódromo de Izmir
El Maradona peruano nació en 2015 y logró ganar una carrera en el difícil hipódromo de Monterrico, también se les animó a los mejores de su generación llegando mas lejos que si no hubiera corrido. Su mejor actuación sin contar la victoria fue un tercer puesto en un clásico Grupo 3 a los dos años.
Maradona y su único triunfo en Perú
El Maradona neocelandés ganó una sola de once que corrió y llegó a su pico de rendimiento a los 3 años cuando arribó tercero del crack Jimmy Choux, en las Hawke’s Bay Guineas (Grupo 2) . Después de esa carrera, su campaña en pistas fue el gif hinchadevelezrodando; si a eso le sumamos que es hermano de un ganador de Grupo 1 podemos aventurar que está mas cerca de homenajear a Lalo que al Diego.
La argentina Maradoniana Inc (2012) conoció el podio 3 veces en 14 intentos y terminó su campaña con 4 segundos puestos, vaticinando lo que sería la campaña del Dié como DT del ascenso internacional. La también argentina Maradoniana (2007) no corrió nunca, pero dio a luz a Maradoo Maradoo en el año 2015. El potrillo corrió 2 veces cosechando 2 últimas colocaciones y un pase libre para el frigorífico mas cercano. En Pakistán también hay hipódromo y aunque su calidad esté lejos de ser destacable, tienen su propio Maradona. Lo mas loco de este Diego (?) es que no se sabe ni su año de nacimiento ni su pedigree, andá a saber queé tapado les metieron a los pakistaníes que vieron como este caballo misterioso ganó dos veces en el 2019.
Los japoneses como ya mencionamos lideran el ranking de países con caballos maradoneanos pero 5 de los 7 tienen a Maradona como apellido (?): Happy Maradona (1985), Halley Maradona (1985), Wind Maradona (1990), Bamboo Maradona (2002) y Kashino Maradona (2012). El mejor de todos ellos fue Halley Maradona, que ostenta (?) un récord de 1 victoria en 17 presentaciones, los otros corrían muy lindo pero muy despacito.
En total tenemos caballos de carrera (machos y hembras) llamados Maradona en: Argentina (7), Japón (7), Estados Unidos (4), Brasil (3), Perú (2), Australia (2), Turquía (2), Uruguay, Colombia, Venezuela, México, Jamaica, Trinidad y Tobago, Barbados, Nueva Zelanda, Croacia, Bélgica, Holanda y Pakistán (1). Acá les dejamos la lista para que alguien de otro medio levante, haga una infografía con un mapamundi y quede como un crack.
En momentos donde todo el mundo habla de la inexistente Superliga Europea, nosotros les traemos la Superliga que si existió y que, como todo lo creado para lavar guitabueno, duró poco y nada.
Ustedes, queridos lectores baldoseros que quizás tengas cierta afición por los fierros: ¿se acuerdan de la Superleague Fórmula? Fue un proyecto autorizado por la FIA en el 2005, pero que recién tuvo su primera temporada tres años más tarde. La idea de fusionar clubes de fútbol con el automovilismo era rupturista (?), pero no había nacido ahí. Era la continuación de un fracaso llamado Premier 1 Grand Prix, presentado en el 2001, que nunca consiguió los auspiciantes necesarios para que los (muchos) clubes que se habían interesado lo vieran como algo rentable.
Un tipo llamado Robin Webb le tenía una fe bárbara a esta idea y la reflotó en el 2005, sabiendo que tenía que conseguir guita para que no le pasara lo mismo que en el 2001, así que contactó a algunos inversores españoles (en esa época de bonanza, los gallegos gastaban hasta en condones usados) y gracias a ese apoyo económico pudo dar el puntapié inicial.
La temporada inaugural terminó con 18 equipos participantes: Milan, AS Roma, Galatasaray, PSV Eindhoven, Anderletch, Olimpyacos, Basilea, Borussia Dortmund, Atlético de Madrid, Sevilla, Porto, Glasgow Rangers, Tottenham y Liverpool representando a Europa; Corinthians y Flamengo bancando los trapos sudamericanos, mientras que Al Ain y Beijing Guoan luchaban por el honor asiático.
Se disputaron seis fechas dobles en Inglaterra, Alemania, Bélgica, Portugal, Italia y España, la primera fue el 31 de agosto y la última el 23 de noviembre y la novedad que tenían estas carreras con respecto a otras de similar categoría era que la segunda carrera de la fecha se largaba con parrilla totalmente invertida para darle un poco de color.
Si bien los equipos de fútbol eran el estandarte de la competencia, los que ponían el conocimiento eran estructuras existentes dentro del automovilismo. Por ejemplo, el Beijing Guoan fue el campeón de ese 2008 pero no estaba el kinesiólogo poniendo a punto la suspensión, sino que el equipo ex F1 Zakspeed se encargaba de todo lo relacionado al auto.
Estas estructuras eran como el DT del equipo. El ejemplo más claro es el del FC Porto, que disconforme con los resultados conseguidos bajo el mando del Alan Docking Racing, se cambió para el taller de Hitech Junior Racing en la fecha 5, logrando su primera victoria de forma inmediata. Mecánico que debuta, no pierde.
La temporada 2009 fue el punto mas alto de la categoría. A los equipos existentes, se sumaron el Sporting Lisboa, FC Midtjylland y el Olympique de Lyon, un jueguito para PC y la petrolera angoleña Sonangol que iba a poner la moneda (10 millones de euros por año) y el combustible para todos los equipos. Estas no fueron las únicas novedades, ya que cambió radicalmente la forma de disputa de la clasificación y se sumó una carrera más a cada fecha.
La clasificación se disputaba en grupos, luego los 8 mejores clasificaban a cuartos de final y de ahí eran eliminaciones mano a mano hasta que el ganador de la final se quedaba con la pole. Las dos carreras principales mantuvieron el formato anterior pero se agregó una tercera carrera a cinco vueltas entre los mejores seis autos del fin de semana. Un quilombo divino.
Este año participó el argentino Esteban Guerrieri, corriendo una fecha para Al Ain, otra fecha para Sevilla y tres fechas para el Olympiacos; logrando una victoria para los árabes y otra para los griegos. El campeón fue el Liverpool, que aventajó por apenas 30 puntos al Tottenham (412 a 382), el único cambio de técnico fue entre Roma y Flamengo, que intercambiaron las estructuras entre ellos luego de la tercera fecha.
La tercera temporada debería haber sido la del despegue, pero fue la de la caída. Los gordos de traje le abrieron la puerta a las selecciones y al final de la temporada prendieron las luces del boliche y empezaron a verse las caras: no había guita, la empresa Superleague Fórmula S.A. tenía pérdidas millonarias, los inversionistas españoles se las tomaron y los que quedaron rebautizaron la empresa como Global Reach S.A. Esta empresa desapareció en 2018, dejando una deuda de 1 palo euro en España y estuvo bajo investigación por blanqueo de capitales y venta de armas a Angola, país de la empresa Sonangol, principal sponsor de la categoría. Qué sorpresa, nadie se lo hubiera imaginado.
En la cancha (?), el campeón fue Anderletch de Bélgica, pero a esta altura ya no le importaba a nadie. Para el año 2011, se borraron casi todos los equipos, los pocos autos que habían eran en su mayoría selecciones, sin los angoleños no había un sope y luego de las dos primeras fechas se canceló el campeonato poniendo fin a esta locura hermosa.
Bonus Track: les dejamos para que ustedes amplíen en los comentarios y después podamos robar con otro post el recuerdo de la temporada 2005 del Top Race V6 con los autos pintados con los colores de los equipos de fútbol, con Guillermo Ortelli cantando «Dale Booo» adentro del casco y con el Flaco Traverso presentando su auto en el Monumental.
¿Cómo es retirarse con apenas 33 años y cambiar de rubro, después de una vida dedicada al fútbol? La cuarentena nos dio tiempo para charlar con Enrique Quique Seccafien, aquel volante creativo de Morón, Rosario Central y Aldosivi, entre otros, que hoy se gana la vida como camionero.
“Me costaba ir a entrenar, físicamente no estaba de la mejor forma, y anímicamente tampoco porque estaba atravesando momentos familiares duros, como la muerte de mi mamá. Entonces, no dudé mucho. Aunque me querían ofrecer a otros clubes, no estaba motivado”, recuerda Quique, de último paso por Barracas Central en la B Metro.
A mediados de 2018, dejó de ser jugador para transformarse en chofer profesional de camiones y así continuar con el legado de su papá Juan Carlos, con quien hoy comparte el oficio. “Mi viejo tiene ya 75 años y estuvo con algunos temas de salud, al principio no quería que subiera al camión porque él me tenía idealizado como el jugador de fútbol, después lo aceptó porque ya no le quedó otra”, dice Secaffien, que actualmente tiene 35 años .
Las primeras experiencias no fueron las más agradables arriba del camión: desde chocar en la ruta 29, hasta mandarse por la avenida Luis María Campos de Buenos Aires, sin reparar en la altura máxima permitida para transitar y poner en peligro el acoplado.
Al margen de esas anécdotas, el oriundo de Morón destaca la solidaridad que existe entre los compañeros de ruta y remarca la diferencia entre el camión y el fútbol: “No te aburrís. Acá, no tengo horarios, podés salir por un viaje a las 2 de la tarde de un día y volvés a las 5 de la madrugada del siguiente”.
Después de dejar el fútbol, a contramano de lo que suele suceder, pudo salir de la depresión y cambiar el ánimo: “Muchos amigos y familiares me dicen que me ven mucho mejor que en mis últimos tiempos de jugador”.
Su momento futbolístico
“Recuerdo que en la época en que nos dirigió Darío Franco en Aldosivi, veníamos muy mal peleando el descenso en la B Nacional, pudimos salvarnos y terminamos jugando muy bien. El entrenador sacó lo mejor de mí, porque me hacía jugar pero también marcaba, porque veía que todos los hacían. Nos exigía atacar y defender a los 11. Esa temporada recuerdo que marqué un lindo gol, puse el pie a lo Riquelme, contra Almirante Brown en Mar del Plata”.
La pandemia
“El futbol es parte de la burbuja en la que estábamos antes de que pasara todo esto. Lo que vemos en las primeras categorías del fútbol mundial es el negocio en su máxima expresión. Que a un jugador lo paguen 200 millones de dólares es un despropósito. Antes los deportistas tenían cierta rebeldía ante los dirigentes, se le plantaban, pero ahora ya no y eso es por la plata. Hoy, son una parte más del circo. El negocio es por los jugadores, la TV y la publicidad, pero en un mundo en el que hay muchas necesidades, es una locura que se manejen estos números”.
Respecto a la situación de ex compañeros de clubes de ascenso, Seccafien remarca que los jugadores estána la buena de Dios. “Hay jugadores que no cobran sueldos desde diciembre. Es delicada la situación, tal vez con la solidaridad de algunos jugadores que cobran buenas sumas y están al día, se podrían pagar sueldos de algunos planteles del ascenso que están atrasados”.
Hay momentos de la vida en los que no queda otra que aferrarse desesperadamente a cualquier cosa que sea. Y vaya si una pandemia pelear el descenso no es uno de ellos.
Ricardo Caruso Lombardi, partícipe más que necesario de esta historia, asumió la dirección técnica de San Lorenzo de Almagro el 4 de abril de 2012, cuando todavía quedaban 11 fechas para el final de la temporada. El Ciclón tenía la soga al cuello: estaba antepenúltimo en la tabla de posiciones, apenas por encima de Lanús y Olimpo de Bahía Blanca, otro candidatazo en la lucha por mantener la categoría.
Luego del empate ante Racing Club, el Cuervo debía enfrentar como local a Godoy Cruz de Mendoza por la décima jornada del torneo Clausura. Pero el temporal que azotó a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a principios de abril de aquel año había causado estragos en las tribunas del Pedro Bidegain, por lo que el encuentro debió mudarse a La Bombonera.
Fue en ese partido que Caruso Lombardi descubrió a Franco Robledo, un chico de 16 años que jugaba como lateral por izquierda en las divisiones inferiores de San Lorenzo y solía desempeñarse como alcanzapelotas los fines de semana. Esa tarde, el Ciclón goleó al Tomba por 3 a 0 con goles del Puma Emmanuel Gigliotti y el Negro Cristian Chávez. Empezaba la levantada.
El laburo silencioso de Robledo comenzó a tomar protagonismo en la fecha 12, cuando el cuadro de Boedo recibió a Arsenal de Sarandí en el Bajo Flores. Aquel día, el Colo dio una clase magistral de cómo hacer tiempo que sacó de quicio a Cristian Campestrini, que terminó al borde de la expulsión. Los de Caruso volvieron a sumar de a 3, gracias a los tantos del uruguayo Juan Manuel Salgueiro y Gigliotti. “El Colo toca la pelota, la bautiza y se la tira a los arqueros. Es creer o reventar, pero metió dos victorias en dos partidos y estamos a un paso de salir de la Promoción”, se ilusionaban puertas para adentro.
Contra Olimpo de Bahía, dos semanas más tarde, se jugaban mucho más que 3 puntos. El gol de Martín Rolle, promediando el primer tiempo, parecía que iba a arruinar todo. Pero sobre la hora, Franquito la acomodó en el córner y Gigliotti, después de un pinball en el área, marcó el empate agónico. Había que seguir creyendo.
La masterpiece del Colorado, sin embargo, fue ante Newell’s Old Boys de Rosario, por la fecha 16. La Lepra ganaba 2 a 0 con goles de Pablo Pérez y Fabián Muñoz, pero en el segundo tiempo San Lorenzo lo dio vuelta gracias al doblete de Gigliotti y un tanto del yoruguaCarlos Bueno.
En la previa, el ballboy, a esta altura ya toda una celebridad, se había abrazado con Sebastián Peratta, el uno de los rosarinos: «Lo fui a saludar y le dije «suerte», le di la mano, vino y me abrazó. Vino y me tocó la cabeza, me dio un beso en la cabeza y se fue», contó después del partido.
A pesar de hilvanar una serie de resultados positivos, San Lorenzo llegó en zona de descenso directo a la última fecha. Para aspirar a jugar la Promoción, debía ganarle a San Martín de San Juan, también comprometido con el promedio, y esperar a lo que pasara con Banfield, Atlético Rafaela, Tigre y Unión de Santa Fe, los demás complicados.
El ultrasudado 3 a 1 (doblete de Carlos Bueno y uno de Walter Kannemann, tras arrancar perdiendo) le dio una vida extra al Cuervo y, gracias a una combinación de resultados, también a los sanjuaninos. Ambos debían revalidar su condición de equipos de Primera División ante Instituto y Rosario Central, respectivamente. El Taladro, de inexplicable pésima campaña, se fue a la B sin escalas junto con Olimpo de Bahía Blanca.
Los libros de historia de fútbol dirán que el Ciclón ganó 2 a 0 en Córdoba (otro doblete de Bueno) y que empató 1 a 1 en el Bajo Flores (Néstor Ortigoza, de penal) y que todo terminó como correspondía: con Franco Robledo, el amuleto de la suerte, paseando en andas de Ricardo Caruso Lombardi.
Casi un año más tarde, cuando Newell’s volvió al Nuevo Gasómetro, Robledo fue a saludar a Peratta, pero la historia terminó de otra manera: «Lo fui a saludar porque la otra vez tuvimos buena onda. Y no sé qué pasó, pero me escupió. Era para agradecerle la buena onda que me había tirado en el partido anterior», explicó el chico. Dicho sea de paso, los de Rosario ganaron 1 a 0, con gol de Maximiliano Rodríguez.
Poco después, los días de fama del Colorado se diluyeron y, tras un breve paso por las inferiores de General Lamadrid, colgó los botines: “Tuve muchas lesiones en el camino. Me corté el tendón de cuádriceps y después tuve una lesión jodida en los meniscos. Hoy en día tengo los pies hechos pelota y sólo tengo 23 años. El fútbol te hace percha”, decía a fines del año pasado en una entrevista al diario Olé, que le daba respuesta a una pregunta que nos hacíamos todos: ¿qué habría sido de su vida?
Por estos tiempos, Franco Robledo es uno de los choferes que trasladan a los juveniles de San Lorenzo, siguiendo el negocio familiar tras el fallecimiento de su padre: “Mi viejo manejó el transporte escolar durante 35 años. Hoy me encargo con mis hermanos de llevar al colegio a los pibes que juegan en San Lorenzo y después los llevo hasta el club”, contaba sin ponerse colorado.
El clan Robledo
Facundo Robledo (Locurri)
El mayor de la dinastía Robledo (categoría ’91, y el único no colorado) jugaba como delantero, también en San Lorenzo, y llegó a actuar en la Reserva, bajo la dirección técnica de José María Martínez, a mediados de 2011. Sin embargo, nunca pudo afianzarse y quedó libre a principios de 2012.
«Hice todas las inferiores en San Lorenzo. Arranqué en septiembre del 99, cuando tenía 8 años, y jugué hasta febrero de este año, cuando me dejaron libre, sin margen de tiempo para ir a probarme a otro club», repetía a fines de ese año. «Yo en junio cumplía mi ciclo como jugador amateur y debía firmar contrato o quedar libre. El año pasado tuve la suerte de formar parte del plantel de Primera, cuando estaba el Turco Asad, donde debuté en Reserva de la mano de él, Pacha Cardozo y mi querido Negro Martinez, que en paz descanse».
En paralelo a su carrera en cancha de 11, desarrolló una interesante trayectoria en el futsal, primero en Juventud de Tapiales, el club donde también jugaron todos sus hermanos, y luego en Jorge Newbery y Atlanta, entre otros.
Lucas Robledo (El Colo)
Los que lo vieron jugar de chico en la categoría ’94 aseguran que este volante por derecha era crack en serio. A los 14 años, el Torino se lo quiso llevar por la patria potestad y poco tiempo después llamó la atención del Real Madrid, Catania y Milan. En simultáneo, daba sus primeros pasos en la Selección con la Sub 15, en compañía de Juan Musso, Alexis Zárate, Federico Andrada, Lucas Ocampos, Leandro Paredes, Francesco Celeste y Gaspar Iñíguez, entre otros.
En 2010, cuando actuaba en la séptima división, San Lorenzo le hizo contrato por 3 años. Por esos días estaba en la cresta de la ola. Si hasta Francisco, el hijo de Marcelo Tinelli, lo tenía como jugador fetiche y convenció al Cabezón de que tenía que verlo con sus propios ojos: “Tanto a mí como a mis compañeros nos sorprende lo que pasó. Es que hay tantos jugadores para ver y que Marcelo y su hijo elijan ir a ver a mi equipo y a mí es fuerte, más que nada por todo lo que él significa”, contaba.
En 2013 quedó libre y se fue a buscar suerte a Europa, pero regresó rápido. En 2014, bajo la atenta mirada de Bernardo Romeo, volvió a firmar como juvenil en San Lorenzo, aunque en uno de los primeros partidos en Cuarta sufrió una fractura de peroné que lo marginó durante varios meses. Así y todo, formó parte del plantel campeón de su categoría.
En 2015 sumó algunos minutos en la Reserva dirigida por el Pampa Claudio Biaggio que se quedó con el título, al lado de Gonzalo Prósperi, Marcos Senesi, el Chimy Ezequiel Ávila, Robertino Insúa, Facundo Quignon, Alan Ruiz, Juan Ignacio Cavallaro, Bautista Merlini, Tomás Conechny, Germán Berterame y Nicolás Reniero, entre otros.
Lejos del Ciclón, continuó su carrera con escasísima suerte en el ascenso, con los colores de Laferrere (2019).