Pirchio Marcos

Marcos Emiliano Pirchio (El Tanque)

Casilda, esa localidad santafesina ubicada a 56 kilómetros de Rosario, siempre fue tierra fértil para el surgimiento de notables personalidades relacionadas al quehacer (?) del fútbol. Desde Jorge Griffa hasta Franco Armani, son muchos los nombres que emergieron de este lugar para desarrollar su actividad por el país y, en algunos casos, por el mundo. Este es el caso de Marcos Pirchio, quien no dejó de viajar en casi una década y media de profesión.

Fue una prueba en Estudiantes lo que le abrió las puertas a este trabajo. Presentado como una joven promesa de Alumni, convenció con goles, subió categorías, se adaptó a la vida en la ciudad de las diagonales y debutó entre los grandes. Su primera vez fue el 7 de mayo de 2006, en un empate frente a Rosario Central, cuando Jorge Burruchaga lo mandó a la cancha para que juegue unos minutos.

No volvió a tener participación hasta un año más tarde, por lo que se privó de ser parte del plantel campeón del Torneo Apertura. En 2007, el Cholo Simeone lo rescató de la Reserva y le dio algo más de rodaje. Sin embargo, cuando Roberto Sensini asumió el mando en 2008 sus chances para afianzarse en el equipo fueron escasas, y los días del Tanque en La Plata se fueron terminando. Entre competencias nacionales e internacionales, jugó 16 partidos y convirtió un solo gol: fue ante Lanús, por Copa Sudamericana.

Tras una temporada en el Nacional B con la camiseta de Olimpo (2008/09), su carrera pegó un gran salto al llegar al Deportivo Quito (2009/10). Allí fue campeón de la Serie A de Ecuador, jugó Copa Libertadores y formó una hermosa amistad con Franco Niell y el Memo Borghello.

A esto le siguieron breves pasos por Unión (2010) y Everton (2011), donde llegó por expreso pedido de Diego Osella. Por los malos resultados, el DT dejó el cargo antes de que termine el torneo, y a Pirchio no le quedó otra que irse de Chile.

En su vuelta al país, se dio el lujo de enfrentar a River Plate, Sportivo Desamparados y Almirante Brown, entre otros. Durante ese apasionante Nacional B 2011/12 vistió la camiseta de Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Antes de que termine el torneo ya estaba haciendo las valijas otra vez: Macará (Ecuador) sería su destino, aunque solo por unos meses.

A principios de 2013, apareció una chance para jugar en la MLS, y eligió probar. Cambiando el verano casildense por el invierno de Denver, se preparó para jugar en el el Colorado Rapids, en una liga donde se destacaban Marco Di Vaio, Robbie Keane y Thierry Henry, entre otros. Sin embargo, las cosas no salieron como había imaginado: por un problema con su visa de trabajo solo pudo entrenar y estar en algunos partidos de pretemporada. “Estaba tan mal por no poder jugar que hasta me invitaron a conocer Aspen para esquiar, pero no quise ir.” Un bajón.

Tras un segundo ciclo en Macará en el que fue suspendido por cuatro meses por realizar gestos obscenos a una hinchada rival (luego reducirían su castigo), aceptó una propuesta para instalarse en la otra punta del globo terráqueo. Tras un frustrado intento por sumarse a un equipo malayo, en 2014 firmó contrato con el Khatoco Khánh Hoà FC. Todo eso (?) es un club de Vietnam, donde recogió las mejores anécdotas de su vida. Unos años después, contó algunas en una extensa entrevista con un medio de Casilda.

Uno de los aspectos culturales a los que no se pudo adaptar fue el de los partidos arreglados (?). “Un día perdimos 5 a 1 y después me enteré que mis compañeros habían ido para atrás. Los únicos que no sabíamos éramos los extranjeros: un rumano y yo. En ese partido hice un gol y me hicieron un penal. Lo iba a patear yo pero me la sacó uno de los vietnamitas, hizo que se patinaba y la tiró afuera. Con el rumano nos volvimos locos, queríamos pelearlos a todos”.

Además, tuvo que lidiar con el idioma. “Yo no entendía nada, ni siquiera al traductor. Me explicaban todo en una tablet. Una vez me hicieron decirle unas palabras en vietnamita al DT: resulta que sin saberlo lo insulté. ¡Se armó un quilombo! Los tipos eran terribles y me agarraron a mi para la joda”.

En su nuevo regreso a Argentina vistió los colores de Guaraní Antonio Franco (2014) y All Boys (2015), donde se sumó al listado de víctimas de las locuras del Gato Sessa. En su caso, le tocó recibir un pisotón del arquero. “No me pidió disculpas, tampoco las quiero. Fue algo malintencionado, pero ya pasó. No soy rencoroso», declaró luego.

Sus siguientes experiencias por nuestro continente le presentaron fuertes contrastes: mientras que en 2016 fue campeón en Bolivia, con el Jorge Wilstermann, en 2017 vistió los colores del Ayacucho FC (Perú), donde no la pasó tan bien. “Disfruté un montón en Cochabamba, es un lugar hermoso, para quedarse a vivir. En cambio, Ayacucho es horrible, encima ahí me fracturé el peroné y quería dejar todo”.

Después de varios meses de recuperación, en 2018 tuvo su último paso por el fútbol extranjero, con la camiseta del Royal Parí (Bolivia). Otra lesión (esta vez fueron los meniscos de su rodilla derecha) lo trajo de vuelta por última vez a su casa. Allí se instalaría para ponerle punto final a su carrera.

Superando sus problemas físicos, se dio el gusto de retornar al club que lo vio nacer, Alumni. Su nombre forma parte de la historia de la institución de Casilda, que en su momento homenajeó a aquellos que hicieron tanto por el balompié nacional. Y de paso, también incluyeron a Sampaoli.

River 1 – Sevilla 0 (2015)

El 26 de marzo de 2015 se disputó la primera edición de la Supercopa Euroamericana. La idea no era mala, y hasta podía definirse como el lado B de la recordada Copa Intercontinental. Y no precisamente porque River Plate fuera su primer vencedor, sino porque, a diferencia de aquel preciado trofeo, no se enfrentaban los campeones de la Copa Libertadores y la Copa de Europa (o la posterior Champions League). En este caso, el duelo era entre los recientes vencedores de la Copa Sudamericana y la Europa League.

Sin embargo, el principal rasgo de este formato era su carácter no oficial. Es decir, por más lógica que tuviera un choque entre los ganadores de esas competencias, se trataba de un simple amistoso. Además, durante el partido se permitían hasta cinco cambios, pero debían hacerse en no más de tres interrupciones.

A sabiendas de que el triunfo no sumaba estrella, Marcelo Gallardo mandó a la cancha a varios de los habituales suplentes. El Millonario formó con Chiarini; Mercado (Kaprof), Pezzella, Mammana (Maidana), Vega; Solari, Ponzio, Driussi; Pisculichi (Guido Rodríguez); Simeone (Mora) y Boyé.

Por su parte, Sevilla lo hizo con Beto Bastos (Barbosa); Coke, Arribas, Pareja (Kolodziejczak), Fernando Navarro; Aleix Vidal, Antonio Romero (Diogo), Daniel Carriço (Iborra), José Reyes (Borja); Iago Aspas y Kevin Gameiro.

A pesar del deseo de Rodolfo D’Onofrio y los hinchas (llegaron a crear una petición en change.org), el título no fue reconocido. Sin embargo, unos meses más tarde tendrían motivos reales para festejar: River obtuvo la Copa Libertadores y la prestigiosa Suruga Bank, que sí es considerada una competencia oficial. FIFA, no la entenderías.

Trapasso: las banderas para Fabbiani

Eran tiempos en los que los futbolistas no usaban Twitter o Instagram. Hacerles llegar un mensaje hiriente no era tarea fácil. El bullying cibernético a gran escala aún no estaba perfeccionado: la mecha que encendía una fogata de burlas no provenía de las redes. En el caso del fútbol, las muestras de ingenio al servicio de la maldad estaban en las tribunas. Y se veían reflejadas en las banderas. Cristian Fabbiani pudo dar fe.

Rara vez fue cuestionado por sus habilidades futbolísticas. Por eso, este lienzo de 2007 refleja lo que los hinchas de Lanús sentían cada vez que le llegaba la pelota: placer. «Fabbiani: fútbol erótico». Cortito y contundente.

El Ogro dejó el sur del GBA y voló hacia Rumania. En 2008 regresó al país y se instaló en Rosario. Su paso por Europa le había dado fama mediática por su fallida convivencia con Amalia Granata, y su imagen no hacía más que llamar la atención. Su talento, también. Y su filosa lengua, ni hablar.

En la previa de la 8ª fecha de aquel Torneo Apertura, el delantero se había referido a las dimensiones del campo de juego de la cancha de Argentinos. La respuesta de los hinchas del Bicho fue una de las más sutiles: «Fabbiani: la cancha no es chica… vos estás gordo». Él eligió contestar en la cancha: Newell’s ganó 4 a 0 con un gol suyo.

Algo similar ocurrió en la 15ª jornada. La gente de San Lorenzo provocó con «Fabiani vomitá el fitito». Seguramente ofendido porque habían escrito mal su apellido, metió un golazo y dio una asistencia para que la Lepra empatase sobre la hora un partido que parecía perdido.

En el primer semestre de 2009, la Ogromanía alcanzó su punto máximo: su llegada a River, su romance con Victoria Vanucci, su peso. Todos hablaban del hombre del momento. Hasta Alberto Cormillot, médico especialista en nutrición, se refirió a su estado físico: «me encantaría darle una mano y que venga a mis clínicas. Para mí, sería un honor».

En su debut por el torneo local, el Millonario debía visitar a Rosario Central. Y los mensajes no se hicieron esperar. Mientras que el local no se olvidaba de su reciente paso por el adversario de toda la vida («Fabbiani no estás gordo, Newell’s es chico»), su nuevo público lo apoyaba.

Es que, teniendo todo arreglado para sumarse a Velez, Fabbiani había dado un giro en las negociaciones para jugar para el club de sus amores. La gente supo retribuir este gesto con aplausos, caretas de Shrek y banderas. «Gracias ‘Ogro’ por elegir con el corazón», decía una de ellas.

Aunque después de un buen arranque su nivel fue decayendo, las hinchadas rivales no tenían descanso. Con la colorida «Fabbiani: seguís sin vomitar el fitito», los fanáticos de San Lorenzo insistían con clásico hábito de ingerir un Fiat 600 como si fuera un plato de ravioles. Alcanza con ver el modelo del auto para identificar la originalidad del chiste. Viejísimo.

Mientras tanto, la platea de Vélez no se olvidó de lo que había sucedido en el último mercado de pases, y le dedicó otro trapo: «Fabbiani: las vacas comen pasto; no te morfes el del Amalfitani», y la hiriente «Fabbiani, vos te lo perdés. Acá concentramos con asados».

Un poco más arriesgado en cuanto a la creatividad, pero no menos gordofóbico, fue lo que sucedió en La Bombonera. El histórico lienzo que contaba los goles de Palermo quedó a la sombra de uno muy especial: el Fabbiani countdown, que en lugar de goles, contabilizaba kilos. En aquel clásico, también se vio otro con la frase «Ogro: vas a ir a Japón pero para hacer sumo».

En 2010, el atacante dejó River y, como consecuencia, se corrió del centro de la escena. Continuó defendiendo los colores de All Boys, Independiente Rivadavia y Sports Boys (Bolivia). Los trapos con dedicatorias fueron desapareciendo, o ya no tuvieron el rebote mediático que causaban anteriormente.

Sin embargo, su nombre (o su apodo), siguió estando presente en algún que otro estandarte. Por ejemplo, el que mostraron los jugadores de Estudiantes de San Luis en 2015. Con un Fuerza Ogro le mandaban buenas vibras antes de ser operado por un tumor en el gemelo derecho. La operación salió bien y pudo seguir jugando varios años más. Los suficientes para llegar al centenar de goles y recibir el agasajo que merecía.

En 2019, alcanzó la cifra redonda y los hinchas de Deportivo Merlo, su club, lo homenajearon con una prolija bandera que tomaba las palabras que Ronaldo le había dedicado un tiempo atrás: «Los gorditos hacemos la diferencia». Además, la gente del Charro le agregó: Los 100 goles lo confirman. Por fin, después de tantas bromas, había llegado su revancha. ¡Mirá de quién te burlaste!

 

Mal Pase: Donnet a Flamengo (2005)

Hasta no hace mucho tiempo, el fútbol carioca en general, y Flamengo en particular, era un gigante dormido. Sin títulos relevantes desde 1992, cuando había conquistado por última vez el Brasileirão, en 2005 el Mengão atravesaba otra de sus tantas malas rachas deportivas y financieras, y coqueteaba con el primer descenso de su historia.

Decimonoveno entre 22 equipos, con apenas 9 puntos en 11 fechas, el cuadro más popular de Brasil necesitaba refuerzos de manera inmediata, y uno de los que entró en el radar fue el mediocampista de Boca Juniors Matías Donnet. Héroe inesperado de aquella noche de Yokohama ante el Milan en 2003, Puchero había actuado a cuentagotas con el Chino Benítez y no estaba dentro de los planes de Alfio Basile, flamante DT del Xeneize.

«Es un buen jugador, joven, pero con experiencia y un currículum maravilloso. Como todos los argentinos, es un jugador de mucha garra y será interesante que le transmita eso a sus compañeros del plantel», decía el gaúcho Celso Roth, DT de Flamengo, en declaraciones que habrán caído muy bien entre sus dirigidos, claro.

Si bien aparentemente estaba todo encaminado y apenas faltaba la firma del contrato, el pase de Donnet al fútbol brasileño se cayó porque la esposa del jugador no quería saber nada con mudarse a una ciudad tan violenta como Río de Janeiro.

Finalmente, Roth no aguantó mucho tiempo más en el cargo (“lo eché porque no lo quería nadie”, argumentaría semanas después Márcio Braga, mandamás del Mengão) y el Rubronegro terminó el campeonato en el 15º lugar, 6 puntos arriba de la zona de descenso.

En un conflicto con los dirigentes que nunca fue aclarado, Puchero continuó colgado en Boca hasta mediados de 2006, cuando, con el pase libre, partió a Estados Unidos para sumarse al DC United de la Major League Soccer.

Racing (verano 2011)

Una verdadera tragedia. No, en este caso no hacemos referencia al equipo que presentó Racing en su debut por la Copa Ciudad de Mar del Plata, el 13 de enero de 2011. La auténtica desgracia había sucedido un par de días antes, durante un entrenamiento de La Academia en Open Door, cuando un rayo cayó cerca del sector que ocupaba el plantel.

La descarga eléctrica alcanzó al masajista Cesar Nardi, provocando su fallecimiento. La pérdida de un querido empleado de la institución (llevaba una década trabajando en el club) fue muy sentida por el cuerpo técnico y los jugadores, acercándose varios de ellos al velorio realizado el día siguiente.

Ante semejante panorama, se tomó la lógica decisión de afrontar el debut veraniego con un conjunto alternativo… muy alternativo. Se trataba de un equipo repleto de juveniles dirigidos por Juan Barbas, entrenador de la Reserva. Aquella noche, posaron ante los fotógrafos: Esteban Saveljich, Gabriel Colombatti, Daniel Pellegrino, Gastón Campi, Leonel Caffarati, Raúl Poclaba (arriba); Sebastián Mayorga, Juan Cruz Respuela, Gonzalo Pérez, Valentín Viola e Ignacio Colombini (abajo).

El rival era Estudiantes, último campeón del fútbol argentino. Aunque Alejandro Sabella reservó varios titulares, fue un partido sin equivalencias. El Pincha se impuso por 4 a 0, con goles de Maximiliano Núñez, Pablo Barrientos, Federico Fernández y Mayorga en contra.

Habiendo transcurrido una década de este encuentro, la pregunta surge sola (?): ¿Qué fue de la vida de aquellos pibes? ¿Cuántos llegaron a jugar oficialmente? ¿Por lo menos pudieron vivir del fútbol? Repasemos brevemente cada caso, incluyendo a los que ingresaron desde el banco de suplentes:

Leonel Caffaratti: sin chances en La Academia, este eterno arquero suplente recorrió el país jugando en varios equipos del interior. Actualmente, se encuentra en Central Córdoba (Santiago del Estero), donde comparte plantel con César Taborda, el guardameta de Estudiantes en aquel 4 a 0.

Gabriel Colombatti: aunque no vistió la camiseta de Racing en un partido por los puntos, pudo darse el gusto de jugar en el club del cual es hincha: Sportivo Belgrano de San Francisco. Desde 2017, pulula por diferentes clubes del ascenso italiano.

Danilo Pellegrino: uno de los que no llegó. Oriundo de Arata (La Pampa), quedó libre sin tener oportunidades de codearse con los grandes y se fue a Alvear FBF, de su provincia natal.

Esteban Saveljich: por fin un apellido conocido. Estuvo en Avellaneda hasta 2015, jugó en varios equipos españoles y fue convocado a la selección de Montenegro.

Gastón Campi: otro de los que pudo dedicarse de lleno a la pelota. Pasó por Atlético Rafaela, Estudiantes, Chaves (Portugal), Trabzonspor y Karagümrük (ambos de Turquía).

Juan Cruz Respuela: una de las grandes promesas de las divisiones inferiores, en febrero de 2011 hizo su debut oficial. Ese año jugó 5 partidos con Miguel Ángel Russo, pero no fue tenido en cuenta por Diego Simeone. Luego de pasar por Sportivo Rivadavia de Venado Tuerto, el joven nacido en Mercedes reformuló su vida: viajó como mochilero por toda América, hasta que varios años después regresó a su ciudad de origen.

Sebastián Mayorga: un caso extraño, ya que sus únicos 4 encuentros oficiales con La Academia fueron previos a aquel verano. Posteriormente, deambuló con más pena que gloria por el fútbol de ascenso.

Raúl Poclaba: mediocampista central que ese mismo año disputó sus únicos 3 partidos en Racing. En 2014, jugando para Gimnasia y Esgrima de Jujuy, fue suspendido por diez partidos por empujar a un árbitro. Anduvo por Uruguay, Venezuela y Bolivia. Conclusión: baldosero de pura cepa.

Gonzalo Pérez: volante ofensivo de escasa estatura, sus únicos partidos en Primera División fueron en 2009 (derrotas ante Lanús, Independiente y Argentinos). Jugó en Uruguay, Ecuador y en el ascenso argentino.

Ignacio Colombini: entre 2010 y 2013, este delantero sumó minutos en 5 encuentros antes de continuar su carrera en Miramar Misiones (Uruguay), Almagro, Quilmes, Almirante Brown, Atlanta, Sol de América (Paraguay) y Defensor Sporting.

Valentín Viola: de todos estos pibes, ninguno jugó tanto en Racing como él: sumó más de 80 cotejos oficiales en dos etapas. Sin embargo, Titín nunca se quedó quieto: va por su 9º club y todavía no cumplió 30 años.

Brian Risso Patrón: el primer recambio de aquella noche. Un delantero peligroso, que antes de debutar en Primera División fue encontrado culpable de un homicidio y condenado a 11 años de prisión. En 2018 le otorgaron la libertad condicional, volviendo a jugar en Berazategui e Ituzaingó.

Matías González: otro de los chicos que no alcanzó a jugar entre los grandes y se tuvo que ir del club. Pasó por Ferro, El Porvenir, Ben Hur y Camioneros. Al menos no tuvo problemas con la Ley.

Alejandro García: fue el que tuvo menos tiempo en cancha frente a Estudiantes (13 minutos), pero se dio el gusto de disputar 8 encuentros oficiales entre 2013 y 2014. También pasó por Los Andes y Estudiantes de Buenos Aires.

Premios Baldoseros 2020

Después de una semana de urnas abiertas para nuestros lectores, llegó el turno de dar a conocer a los ganadores en las distintas categorías de la Encuesta Baldosera 2020.

Premio “Claudio Benetti” al baldosero de 2020

Efmamj Jasond Gonzáles (24%)

Por segundo año consecutivo, Almanaque fue el más votado, superando por escaso margen a Nahuel Gallardo. Sin embargo, pocos lo vieron jugar: en San Lorenzo solo disputó partidos en Reserva antes de ser cedido a All Boys, donde ya tuvo minutos y hasta convirtió un gol.

Premio “Beto Carranza” al jugador que más betocarranceó durante 2020

Daniel Osvaldo en Banfield (40%)

«Mi familia tenía ganas de verme en una cancha y yo quiero darle una alegría a mi viejo que es hincha del club». Esos deseos fueron suficientes para que Julio Falcioni le haga un lugar a Dani Stone en el Taladro. Después de una eterna puesta a punto, alcanzó a jugar 61 minutos antes de que las lesiones, la pandemia y sus reiterados faltazos a los entrenamientos le pongan un freno a su regreso.

Premio “Matías Almeyda” al Mal Pase de 2020

Ronaldinho a Gimnasia (44%)

A los 40 años, habiéndose retirado en 2015 y mientras cumplía prisión domiciliaria, la llegada del brasileño al Lobo no pasó más allá de un deseo de Diego Maradona. En 2016, el mismo jugador también había sido el más votado por su posible llegada a… Gimnasia.

Premio “Fibronazo” a la camiseta más fea de 2020

Huracán globo gigante (49%)

Aburridos por tener que hacer algo tan simple como una camiseta blanca con detalles rojos, los diseñadores de TBS le metieron mucha magia a la nueva vestimenta del Globo. Muchísima. Demasiada. Se les fue la mano.

Encuesta Baldosera 2020

Fue un año de mierda, pero así y todo alcanzamos a recolectar material para nuestra tradicional encuesta. Como siempre, apuntamos al costado baldosero del fútbol y dejamos de lado lo que seguramente, por estos días, se cansarán de ver en todos lados. ¡A votar, que todavía no está la vacuna y se acaba el mundo!

Leonardo Marchi: Después de una eterna carrera en inferiores y reserva, a los 24 años pudo debutar en la primera de Arsenal. Es hijo de Sergio, el Secretario General de Futbolistas Argentinos Agremiados.

Feyiseitan Asagidigbi: Apodado «el Neymar africano», se trata de un nigeriano de 21 años que está en el plantel de Banfield. Aún no debutó.

Dany Cure: Venezolano que pasó sin pena ni gloria por Central Córdoba. Jugó 6 partidos, convirtió un gol y se fue a Boston River.

Mauro Da Luz: Uruguayo que pasó desapercibido por Colón. Solo jugó 2 partidos en 2020 antes de retornar al River de su país)

Nahuel Gallardo: Borrado de River por su propio padre, busca continuidad en Defensa y Justicia. Aún no la encuentra.

Claudio Paul Spinelli: No pudo ser el Caniggia que necesitaba Diego. De hecho, no se puso la camiseta de Gimnasia en todo el año y se fue sin hacer un gol con esa camiseta. Ahora está en Eslovenia.

Jonathan Agudelo: Delantero colombiano que apenas duró un semestre en Gimnasia. Ahora está en el Hapoel Beer Sheva de Israel.

Efmamj Jasond Gonzáles: Almanaque (su nombre tiene las iniciales de todos los meses del año) dejó San Lorenzo para sumarse a All Boys, en la Primera Nacional, donde anotó su primer gol.

Mauricio Del Castillo: A los 24 años, pudo debutar en Independiente. Es el hermano del Kun Agüero, pero nadie puede decir que juega por el apellido.

Ousmane Ndong: Vistiendo la camiseta de Lanús, se convirtió en el primer futbolista senegalés en jugar en Argentina. Se hace llamar “Papa Ramos” a raiz de su idolatría por Sergio Ramos.

Jorge Zules Caicedo: Colombiano que desde enero forma parte del plantel de Unión, aunque aún no debutó. Hay que darle tiempo: solo tiene 29 años.

Tobías Zárate: El hijo de Roly debutó en Vélez, rapiñando minutos en varios partidos y fue cedido al FC Famalicão de Portugal. Por lo menos dejó un mejor recuerdo que su tío.

Piero Hincapié: Gran nombre gran, para este central ecuatoriano que llegó a Talleres de Córdoba y siempre fue al banco de suplentes. Nunca entró.

AVISO: La encuesta quedará abierta hasta las 23:59 del 29 de diciembre. Si alguna de tus respuestas no está entre las opciones, podés hacerla llegar a través de los comentarios.