Nicolás Daniel Klimowicz (El Granaderito)
A ver, estimados lectores. Si hablamos de dinastías que han marcado a fuego a ciertos clubes de nuestro fútbol, rápidamente se nos vienen a la cabeza algunas cuantas insignes. Todas cargadas de épica. La primera, sin lugar a dudas, es la de Estudiantes de La Plata, en donde las leyendas Juan Ramón y Juan Sebastián más el baldosero Iani son la fórmula perfecta para entender la particular filosofía Pincha.
River Plate es otro caso testigo con ese prócer llamado Ramón Díaz y sus baldoseros hijos Emiliano y Michael, los cuales, en conjunto, acaparan 40 años de historia Millonaria junto a otros descendientes políticos del riojano como Fernando Cavenaghi, La Gata Fernández, El Malevo Ferreyra y El Rayo Menseguez; y en donde no hay que obviar, como parte de la parentela, al Viejo Labruna y a su aún no posteado hijo Omar; hoy distanciados como esos hermanos que están 20 años sin hablarse por los dilemas que acarreó la sucesión del terreno del nono muerto. De Vélez Sársfield, con los Asad (Jorge, Omar y Yamil) también tenemos mucho como para ejemplificar. ¿Y en Arsenal con los Grondona? Podemos hacer una enciclopedia.
Como dijimos antes, estamos hablando de dinastías, no de parejas, tríos o cuartetos de hermanos. Sino de diversas generaciones familiares que son sinónimos inequívocos de un club, por alguna razón u otra. Si tenemos ganas de mirar al futuro, y nadie que haya pasado los treinta las tiene, en el horizonte, además de los Moyano en Independiente Mc Allister en Argentinos Juniors, se diversa la caucásica y cordobesa figura de los Klimowicz.

Nos subimos al Delorean y hacemos algo de historia rápida: Diego Klimowicz, apodado El Granadero, fue un delantero que surgió en el ascenso con la camiseta de Instituto, allá por mediados de los noventa. Alto, potente, con técnica, era un atacante sobre el cual había decisión unánime: le gustaba a todos. Fue transferido a España, en donde jugó en gran nivel en clubes menores, y luego regresó al país para romperla con la camiseta de Lanús.
En El Grana, además de sus goles, marcó un importante hito: en una ocasión su técnico, El Bambino Veira, lo reprimió con un inovidable: “¡Klimowicz! ¡Con el Corazón!” y El Granadero le contestó con un no menos memorable: “¡Entrá a jugar vos, la reconcha de tu hermana!”. Bielsa coqueteó con convocarlo a la Selección. No lo hizo. Pasó a Alemania, en donde hizo historia con Wolfsburgo y también se puso las casacas de Borussia Dortmund y Bochum. La Selección de Polonia quiso nacionalizarlo para que en el Mundial 2002 haga dupla con el nigeriano Olisadebe. El chabón no aceptó. La Selección de Ucrania quiso nacionalizarlo para que en el Mundial 2006 haga dupla con Shevchenko. El chabón no aceptó. En 2011 retornó a Instituto, en donde finalmente se retiró.
La dinastía continúa con Javier Klimowicz, el hermano arquero del Granadero. Nació en 1977 y debutó y ascendió como suplente con La Gloria en 1999. En Primera solo llegó a ser relevo de Roberto Cabrera. Estuvo allí hasta 2001 y luego pasó al Oriente Petrolero de Bolivia. Cuando parecía que su carrera iba a adornar este sitio web, el portero metió en 2004 un pase a Ecuador que hasta lo llevó hasta a ser convocado a la Selección bananera. Aceptó con las dos manos. Se rompió antes de un partido crucial contra Brasil y no clasificó a Sudáfrica 2010. Se retiró en su patria adoptiva en el 2016.
Adelantamos el auto (?) hasta nuestros días y nos referimos al enganche Mateo Klimowicz, el hijo del Granadero, quien ya debutó en la Primera de Instituto y es señalado como la mayor promesa surgida de las entrañas del ascenso desde el surgimiento de Paulo Dybala. Además, es una fija para Jorge Sampaoli como sparring de la Selección Mayor: Pero eso no es todo, en las categorías menores del club cordobés pululan miles de Klimowicz que se las traen: otros hijos, primos, primos segundos, posibles yernos (?). Esto, de seguro, no se termina acá…

Pero claro, nos olvidamos de algo… Toda familia o dinastía que se precie de tal debe tener, condición sine qua non, un integrante vital: la oveja negra. Y por supuesto, los Klimowicz no son la excepción. Así que, damas y caballeros y porque no lactantes, apuntes sus reflectores hacía el centro del escenario que aquí está con todos nosotros, a la sombra de sus hermanos Diego y Javier y por primera vez en la Argentina (?): el baldosero delantero Nicolás…
Nacido en Córdoba Capital -como marca el linaje- el 22 de abril de 1985, el espectro de su existencia sobrevoló, durante la mitad inicial de la primera década de este siglo, cada transmisión que involucrase a Instituto: “En inferiores, Víctor Hugo, hay otro Klimowicz que la rompe. Es el hermano del Granadero”; “A mi perdóneme, Fabbri, pero pongo todas mis fichas en Nicolás Klimowicz, a quien vimos jugar hoy en Reserva”; “En mi Córdoba hay otro pingazo, el gringuito Klimowicz. La va a descoser, gaucho”. Sin embargo, pese a las predicciones de Román Iutch, Walter Nelson y Elio Rossi, pasaban los años y el pibe seguía sin hacer su presentación en la elite.
Finalmente y como pasa periódicamente, a mediados de 2006 La Gloria descendió. Fue así, claro, como llegó a la última jornada de aquel Clausura. Y para despedirse de Primera División se dispuso que el encuentro culmine, frente a Vélez como locales, lo jugasen los pibes del club más algún que otro “foráneo” que iría a permanecer durante el periplo en el Nacional B. Y allí el prometedor Nico Klimowicz ocupó un lugar en el banco de suplentes.
Cómo bálsamo para su deprimida gente, a los 78 minutos Instituto se puso en ventaja con un tanto del futuro baldosero Marcelo Moreno. Envalentonados con ese placebo, el cuerpo técnico quemó dos cambios con los ingresos de los futuros baldoseros Joaquín Lencinas y Benito Montalvo.
Y ahora, por supuesto, viene el momento fatídico, el que marcó la carrera, el que canonizó en baldosa a nuestro homenajeado: con Nico dispuesto a ingresar al costado del campo y con la dinastía Klimowicz abrazada y rebosante de alegría en la platea al igual que los Palermo cuando El Loco entró frente a Grecia, el futuro baldosero Franco Turus se convirtió un gol en contra boludísimo a los 94 minutos e impidió que algún Klimowicz jugase algún minuto en Primera División con la camiseta de La Gloria. Porque si nadie aún no se dio cuenta, ni los “granaderos de hoy” ni los “granaderos de ayer” aún lo han hecho…
Nicolás Klimowicz continuó dos años más en Instituto y apenas pudo meter algunos minutos en un partido del Nacional B. Aunque, eso sí, su figura se pudo ver en ciertos cotejos de la Liga local. Finalmente, El Granaderito se retiró ya que se dio cuenta que nunca iba a ser utilizado y que los dirigentes jamás le iban a dar el pase libre para no generar malestar en una de las familias más representativas de La Gloria.
A partir de ese momento, se desconoce el paradero de nuestro homenajeado. Nosotros, preferimos recordarlo con esta última foto. No porque tengamos ganas de verlo, no, para nada. Sino porque ahí al fondo hay una camiseta de lo más grossa con la publicidad de Tru-la-lá… Y si viejo, si de ahí salieron Gary y Jean Carlos, Tru-la-lá es la única dinastía que está bien en este planeta…
