
Carlos Hernán Henneberg
El diccionario de la cada vez más bastardeada Real Academia Española define la palabra “negociado” como “negocio ilícito que toma carácter público”. Algo más o menos así fue la llegada entre gallos y medianoche de Carlos Henneberg a Independiente en el invierno de 2013, mientras se armaba para disputar la temporada de la B Nacional.
Nacido en El Alcázar (provincia de Misiones) en junio de 1990 y con pasado en las divisiones inferiores de Crucero del Norte, Boca Juniors, Nueva Chicago y Corinthians de Brasil, algunos años antes este delantero se perfilaba como una de las joyitas de Lanús, a donde había arribado a prueba a fines de 2010.
“Pasé dos años por la pensión de Chicago, y decían que mi comportamiento era pésimo. Yo creo que no fue así. Desde que estuve ahí traté de darle lo mejor al club y crecer futbolísticamente, pero los dirigentes no vieron esa parte. Me ofrecieron el pase, y como no tenía representante decidí quedarme. El año pasado me fue muy bien en Cuarta y mi nuevo representante me ofreció venir a Lanús. Acepté sin pensarlo dos veces”, repetía por aquel entonces.
Enseguida sorprendió por sus goles en Reserva, categoría en la que se consagró campeón al lado de Esteban Andrada, Rodrigo Erramuspe, Fernando Barrientos y Bruno Vides, entre otros. Parecía que la iba a romper… y se terminó rompiendo. En agosto de 2011 se quebró los ligamentos cruzados de la rodilla derecha, justo cuando su nombre sonaba como posible refuerzo de Ferro Carril Oeste.

Recuperado de la lesión, aunque corriendo muy de atrás en la consideración del entrenador Guillermo Barros Schelotto y con la idea de sumar minutos entre los profesionales, a mediados de 2012 pasó a préstamo a Atlanta, como parte del convenio de intercambio de jugadores que el Bohemio mantiene con el Granate. En Villa Crespo no dejó un gran recuerdo. Es que, a la sombra del goleador Andrés Soriano, actuó poco (12 partidos) y apenas convirtió 2 tantos, a Defensores de Belgrano y Villa Dálmine.
Por eso su desembarco en el Rojo de Avellaneda sorprendió a propios y extraños. Su llegada, ajena a un pedido de Miguel Ángel Brindisi, dicen, estaba vinculada al arribo de otro ex Lanús, Cristian Facebook Menéndez. Según medios partidarios, los directivos debieron solicitar avales a una empresa financiera para abonarle a Lanús el préstamo de Menéndez (unos 150 mil dólares en tres cuotas), pero tuvieron que bajarse los pantalones eso tuvo un precio. El propietario de dicha financiera era, además, dueño del pase de Henneberg y acreedor de Independiente por una cifra considerable.
«Me enteré el sábado cuando me lo contó el presidente (Javier Cantero). Lo vi en una prueba y está trabajando con otro grupo y en otro horario. Se evaluará si se queda o no», repetía un desconcertado Brindisi. Macetero Cantero, por su parte, se lavaba las manos. Henneberg firmó contrato por un año, pero no hubo foto, ni una mísera mención en la web oficial. “Me pidieron que por ahora no hable”, decía el jugador, que ya llevaba un mes entrenándose con los marginados. Pese al silencio, el escándalo no tardó en estallar. Para colmo, algunos hinchas le carpetearon tweets en los que se burlaba de la situación deportiva de su nuevo club. Todo mal.
EL negociado de la CD Carlos Henneberg (@hennneberg) burlándose del presente de #Independiente pic.twitter.com/l7ga1twVVR
— Facu Garnica ♔ (@GarnicaKundo) 10 de agosto de 2013
La salida de Brindisi, que no conoció la victoria en los primeros cinco partidos en Segunda, y la posterior asunción de Omar De Felippe le devolvieron las esperanzas, o algo así. Al menos formó parte del grupo de indultados que volvieron a trabajar con el plantel profesional, un listado que incluía nombres como Hilario Navarro, Ignacio Barcia, Nicolás Villagra, Nicolás Delmonte, Alejandro Muñoz, Christian Ortiz, Franco Franzino y Leonel Buter, aquel juvenil que se rompió todo a los tres minutos de su debut. Buen augurio.
Y así como llegó, se fue. En octubre, tras dos meses a prueba, rescindió, aunque con permiso para continuar entrenando hasta que consiguiera club. La continuidad que no tuvo en la B Nacional ni en la B Metropolitana la encontró en el Federal B con los colores de Ferroviario de Corrientes (2014/15).
A mediados de 2015, un empresario le consiguió un test en México y viajó hasta Cancún para sumarse a los Pioneros (2015/16), de la Liga de Ascenso, equipo con el que disputó 14 partidos y marcó 3 goles. En sus ratos libres, aprovechó para recolectar un poco de sargazo en las playas. Un crack con conciencia ambiental (?)

De regreso en Argentina, tuvo sus 15 minutos de fama cuando enfrentó a Boca Juniors por la Copa Argentina con Atlético Güemes de Santiago del Estero (2016): se comieron cuatro. Tiempo después, conocería las mieles de la asombrosa Liga Regional de Fútbol de Coronel Suárez enfundado en las camisetas de Automoto Club de Tornquist (2017) y Peñarol de Pigüé (2018).
Cuando todo parecía indicar que nada lo iba a mover del ascenso profundo de nuestro país, a mediados de 2018 recibió una oferta del Hamrum Spartans de Malta, donde colecciona tarjetas amarillas (lleva 4 en 6 partidos) al lado del ex Boca Sebastián Nayar.














